Un viaje en tren de Sagrado Corazón a Bayamón a las nueve de la noche
Al lado va un chamaco que lleva pantalones de cuadritos negro y blanco, un chef o empleado de cocina con un sombrero beanie que escucha música en su teléfono. En la estación Martínez Nadal se monta un hombre blanco, de pelo castaño claro y ojos verdes. Tiene los brazos llenos de yagas, lleva una camisa negra y se rasca. Se queda de pie y pregunta si alguien le puede dar una ayudita, nadie responde. Se sienta y le pregunta directamente a un pasajero, después hace la misma pregunta al chamaco del beanie. Este se quita los audífonos y le dice que no con gesto serio y el tipo se levanta y sigue caminado hasta el fondo del vagón. El chamaco del beanie se baja en la estación Jardines, donde hay una enfermera solitaria que espera el tren que va en dirección contraria.
En la estación Deportivo se baja el muchacho del libro y ya a las 9:17 el tren llega a Bayamón, la última o la primera de las 16 estaciones del Tren Urbano. En esa estación hay un empleado de mantenimiento vaciando los zafacones, una mujer embarazada que bosteza mientras mira su teléfono y una joven en jeans cortos que camina en zapatos crocs mientas teclea en su celular. El otro tren que viene de Sagrado Corazón llega a las 10:06. De él se bajan alrededor de 20 personas: un guardia de seguridad de unos 60 años con la corbata desabrochada, una muchacha que debe medir al menos seis pies con un bulto y una camisa de las jerezanas de la UPR-Río Piedras, un tipo blanco flaquísimo en pantalones de baloncelista, gorra de New York Yankees y con una buena nota encima, una enfermera negra y corpulenta, tres muchachas que no paran de reírse hasta perderse por las escaleras…
Para el Estado y sus tecnócratas, todas estas personas no son más que números y, en su conjunto, ese número no representa más que una cifra insuficiente. Un ingeniero civil citado en un periódico dice que el Tren Urbano no mueve los 110,000 pasajeros que los expertos contratados por el gobierno prometieron durante la construcción del Tren. Ahora lo usan alrededor de 38,000 a 40,000 y los fines de semana entre 12,000 y 15,000 personas, una “cantidad significativa” según el ingeniero. Pero insuficiente. Debió añadir que el tren nunca se ha integrado de forma eficiente al sistema de transporte colectivo y que no existe una alternativa de transporte integrado, lo que hay es solo una entidad con ese nombre.
Entonces, la cantidad de personas que usa el tren no da para costear sus operaciones. El ingeniero Edgar Rodríguez Pérez, directo ejecutivo de Alternativa de Transporte Integrado (ATI), aseguró en una vista pública que “la tarifa de 75 centavos y $1.50 no pagan el costo del usuario. Tomando como dato el último total de usuarios, el tren movió alrededor de once millones de pasajeros en un año. Cuando dividimos eso sobre los costos, cada usuario y cada pasajero de esos nos cuesta entre ocho y seis dólares”.
Funcionarios también aseguran que existe una deuda de $25 millones entre la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT) y la compañía que desde el 2005 opera el Tren Urbano, Alternate Concepts, Inc. (ACI). Para solucionar esos problemas y hacer frente a las exigencias de cortes al presupuesto en servicios públicos que se han generalizado desde la pasada administración, se propuso que el tren deje de operar a las 8:00 p.m de lunes a viernes en vez de a las 11:30 p.m. como hasta ahora. Se pretende también limitar la frecuencia de viajes de las mañanas y las tardes, las horas picos. Los vagones saldrían cada 12 o 16 minutos en vez de ocho como se supone que sea en la actualidad. También se evaluarán servicios subcontratados que pueda ofrecer la ACT o suplidores más baratos.
La primera vista pública sobre este asunto se realizó ayer jueves 17 de julio a las 10:00 a.m. en la estación de Bayamón. Había alrededor de 20 personas sentadas bajo una carpa asadora donde escuchaban o esperaban su torno para hablar. En la mesa estaban sentados el ingeniero director de ATI, Edgar Rodríguez Pérez, la licenciada Ivette M. Cancel Orsini, asesora legal, y el director auxiliar de finanzas, César Gandia Texidor. Todos los deponentes que vi expresarse frente a estos funcionarios se opusieron a los cambios propuestos, incluso a aumentar la tarifa.
Cuando terminó la vista, hice algunas preguntas a Rodríguez Pérez, director ejecutivo de ATI:
Según la propuesta el tren operaría dos horas menos, ¿cómo afectaría ese cambio de horario a los empleados de ACI, (compañía operadora del Tren)?
No, básicamente esto se redistribuye, acuérdate que la operación del tren es básicamente 24 horas porque ellos tienen que dar mantenimiento fuera del horario normal de operación. Así que el operador en ese sentido hace una redistribución de funciones y de personal, pero eso no implica ni despidos ni afecta directamente al empleado de la operadora. Hay mucho de ese personal que, para dar la operación como está ahora, sí incurren en overtime, así que ellos entonces harán sus ajustes. Pero en todas las reuniones que hemos tenido el operador siempre ha enfatizado que esto no implica ni despidos en la plantilla del operador ni que se vean afectados los empleados.
La pregunta anterior también se la hice a personal gerencial de ACI que se encontraba trabajando en la estación de Bayamón y explicaron que el contrato entre esa compañía operadora del tren y el gobierno, no les permite a gerenciales, supervisores ni empleados hacer expresiones a periodistas.
¿Desde cuando estaría empezando el horario y la nueva tarifa?, pregunté también al Director de ATI.
Luego del proceso de vistas públicas el comité tiene que analizar todas las ponencias, ponderar toda la información y entonces someter un informe al director ejecutivo y al secretario y de ahí entonces, con unas recomendaciones, ellos tomarán la decisión. Si todo marcha bien ya para septiembre debe estar (la decisión) o a principios de octubre como tarde.
¿Hay posibilidades de que la oposición que se ha presentado en las vistas revierta la propuesta?
Estos son unas propuestas que se están presentando, el proceso de vistas públicas obviamente es para obtener comentarios y sugerencias de todos los usuarios y los ciudadanos y entonces, basado en eso, pues pueden haber recomendaciones de cambio. Ahora mismo estamos muy temprano en el proceso, pero definitivamente lo importante aquí es especificar que aquí no hay nada en piedra. Son unas propuestas, el proceso lo estamos haciendo como algo bien real, no estamos aquí por cumplir unos requisitos, sino estamos aquí para darle la participación ciudadana, hacer un proceso transparente y de ahí hacer las recomendaciones pertinentes.
Uno de los deponentes de la vista pública, residente de Santa Rosa en Bayamón, cuestionó la legitimidad del proceso preguntando directamente al ingeniero Pérez si éstas iban a tener un efecto o si eran un espectáculo ante una decisión que ya está tomada. El ingeniero contestó que no hay nada escrito en piedra.
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La noche del pasado martes, en una de las estaciones le pregunté a la empleada de la entrada de la estación cómo le afectaría el cambio de horario propuesto.
“¿El cambio que va a haber?”, contestó, como si estuviese totalmente convencida de que el cambio de horario se va a dar.
“Eso va a hacer una daño craso a mucha gente. Tú sabes que cuando hacen esas vistas públicas es porque esto ya está planchau, pero como quiera la gente tiene que venir a las vistas y oponerse, protestar”.
En la estación de Bayamón una empleada de Antilles Cleaning Services, compañía que tiene a cargo el mantenimiento de las estaciones, dijo que lleva ocho años trabajando en el mismo lugar y que tal vez no se vea afectada porque el tren seguirá necesitando mantenimiento. Al lado de ella había un guardia de seguridad de la compañía St. James, quien tampoco está seguro de si se verá afectado por el cambio pero lo duda, dice que el tren, aunque esté cerrado, necesita seguridad. En general quienes más preocupados se muestran son los empelados y empleadas de la operadora ACI, pero no pueden hablar de forma oficial a periodistas. De manera anónima uno de ellos dijo saber lo mismo que todo el mundo, no les han dado información adicional sobre los cambios.
De los usuarios del tren, los estudiantes y trabajadores serán los más impactados. Estudiantes de la Universidad del Sagrado Corazón, de la Escuela Hotelera que usan la estación Domenech, de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedra donde hay dos estaciones, del instituto ICPR que alquila un espacio en la misma estación de Bayamón… También las enfermeras, empleados y empleadas de Centro Médico y el Hospital de Veterano, los chef, meseras y empleados de restaurantes y demás negocios que quedan al borde de los 17.52 km. (10.7 millas) que recorre el Tren Urbano.
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En la estación de Sagrado Corazón un chef que trabaja en Miramar que estaba sentado en el piso, dijo que le parece una estupidez la propuesta oficial de cambiar el horario y la tarifa del tren. Tiene 25 años y termina sus labores en un restaurante entre 7:30 a 8:00 p.m. A esa hora tiene que esperar a que pase una guagua por Miramar para llegar a la Estación de Sagrado Corazón, desde donde llega a su casa en Bayamón. Pero a esa hora, no importa lo cansado que haya salido de trabajar, se arregla y vuelve a la estación de Bayamón para regresar a Santurce, esta vez no a trabajar, sino a janguear. Si cambian el horario del tren tendrá que hablar con su jefe a ver si lo dejan entrar y salir más temprano. Sino, tendrá que buscar un trabajo nuevo.
Carlos José Román abordó el tren en la estación de Río Piedras y dijo que también se las vería difícil para salir en las noches si cambian el horario. Y para quienes solo entienden de números, salir en las noches a janguear, significa consumo. Pero lo que más le preocupa a Carlos José, músico y estudiante en la Universidad del Sagrado Corazón, es que en agosto tendrá una clase que termina a las 10:00 de la noche.
Vianca Vicenty, quien trabaja cuidando envejecientes en Río Piedras, a veces sale a las 10:00 p.m. y no le parece lógico que suban la tarifa si van a cerrar más temprano. “No piensan en los que no tienen carro y un taxi sale un ojo a la cara, y si pierdo mi trabajo, quién va sustentar a mi hijo de ocho años?”.
En las vistas públicas sobre este asunto depuso Gamaliel Vega, portavoz de la comunidad ciclista RUEDA, quien se opuso a los cambios de tarifa y horario y criticó una nota de El Nuevo Día donde se hizo un sondeo informal cuyo titular decía que pasajeros aceptan aumento al tren si extienden horario. Vega también hizo un sondeo por los vagones del tren donde todo el mundo se opuso al aumento de la tarida. De una vez, Vega aprovechó la oportunidad para decir que considera discriminatorio el que a los ciclistas se les pida una identificación especial para entrar al tren.
Vídeo por Gamaliel Vega.
Nidia Rivera, residente de Bayamón, también se opuso al aumento de tarifa de 75 centavos a $1.50 y habló entre sollozos sobre lo difícil que es para una familia de pocos recursos llevar a su nieto a las Escuela Libre de Música, de donde sale a las 7:00 p.m. y donde a veces se presentan conciertos que duran hasta las 10:00 p.m.
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El Tren Urbano inauguró el 17 de diciembre de 2004 y costó $2.25 mil millones de dólares.