UPR: trans-figuraciones de una “oposición estudiantil”
Para ser oposición se debe tener un proyecto alterno, una filosofía política que rete las relaciones de poder hegemónicas de manera que lo que se propone sea viable. Si esto no se tiene, se es solo un espectro de oposición, un falso destello de luz que alumbra ningún camino sino el abismo que se abre ante nuestros pies.
La Universidad de Puerto Rico está repleta de grupos estudiantiles de oposición: a la colonia, al capitalismo, al neoliberalismo, al comunismo, a la huelga, a la guerra, a la paz y a tantas otras cosas. Pero, no les voy a hablar de cualquier oposición estudiantil sino de una trans-figuración, una especie de espejismo oposicional cuya función es, contrario a lo que pensarían muchos, inmovilizar a los estudiantes. La «oposición estudiantil» a la que aludo es la representada por el Frente Pro Universidad Abierta, UPR en Marcha y el Grupo Oficial: La Mayoría Silente (todos cuentan con perfiles en Facebook, Twitter y YouTube). Estos tres grupos tienen varios elementos en común de los cuales podría destacar la abierta afiliación de sus portavoces con el Partido Nuevo Progresista y con su programa de restricción a la educación superior. Mas, me enfocaré en lo que me parece es el asunto medular: crean la ilusión de oposición sin ofrecer alguna propuesta que rete ni transforme el proyecto político de la administración universitaria.
No es la primera vez que el partido actual de gobierno intenta esta estrategia ya que durante la pasada huelga fomentaron la creación de múltiples grupos estudiantiles cuyo objetivo, al parecer, era generar la impresión de una gran división entre los estudiantes. Al fin y al cabo, esa es una de las metas, profundizar las fisuras existentes entre los estudiantes, aumenta la polarización e imposibilitar cualquier proyecto común. Una de estas agrupaciones fue el Grupo Oficial: La Mayoría Silente el cual estuvo y está capitaneado por Eduardo Náter. Este grupo sirvió como la «cara» estudiantil de las posiciones de la administración universitaria en una campaña publicitaria sumamente costosa que incluyó anuncios televisivos, radiales y en la prensa escrita. La Mayoría Silente proponía que se abrieran los portones y que se continuara negociando. Pero, más allá de eso no lograron articular un proyecto alterno al de la administración universitaria y se limitaron a repetir las consignas administrativas: la acreditación está en riesgo por la huelga, la universidad está en déficit, los agentes externos tienen de rehén a la universidad y la educación, hemos perdido el derecho a estudiar, etc.
De forma similar a La Mayoría Silente, ahora son UPR en Marcha y el Frente Pro Universidad Abierta (FUA) quienes asumen el discurso de la administración universitaria. Estos grupos espectrales, pues son sombras de otras organizaciones, no constituyen foros abiertos de participación ya que sus reuniones se llevan a cabo en total secretividad. El FUA pretende juntar organismos más pequeños como La Mayoría Silente y UPR en Marcha bajo su sombrilla, conformando así una especie de dirección central que liderará los esfuerzos de movilización y estrategia. Observando el panorama político y la profunda polarización y tensión en la iupi, entiendo que el propósito de estos grupos es múltiple.
Por un lado, producir la impresión de disidencia y oposición a las gestiones de la administración central universitaria. Esto conduce a que el resto de la comunidad universitaria y el resto del país genere una confianza hacia estos nuevos grupos que utilizan el miedo a la desacreditación y a la destrucción total de la Universidad como catalíticos a su favor. Canalizando la apatía o la desaprobación de una futura huelga, pretenden aglutinar las voces disidentes alrededor de su proyecto. Empero, ¿cuál es su proyecto?
De un examen de sus perfiles en las redes sociales se desprende que lo que proponen es un rol limitado para los estudiantes. Desconocen de las propuestas fiscales del Comité de Eficiencia Fiscal del Consejo General de Estudiantes de Río Piedras. Michael Ayala Cintrón, asistente o ex asistente del Secretario de Estado Kenneth McKlintock, abogó en la manifestación del FUA por varias opciones: una populista (que se bajen los salarios en los puestos administrativos), una legislativa (un proyecto en la legislatura), una estudiantil (que sometan los estudiantes propuestas al gobierno federal) y una administrativa (hay facultades con pocos estudiantes que se deben «consolidar» o ¿será eliminar?). A cada una de estas opciones se le puede sacar punta, pero lo que quisiera subrayar aquí es la visión limitada de lo que podemos y tenemos la capacidad de hacer los estudiantes. Ahí reside otro de los propósitos de estos grupos, producir una complacencia en el estudiantado para que cedamos nuestro rol activo como pensadores, promotores de cambio y agentes políticos (más allá de sobresimplificaciones partidistas).
Es, precisamente, nuestra excelente educación la que nos prepara para ofrecer soluciones más abarcadoras y mucho más complejas que éstas. Pero, para que dichas soluciones sean viables tenemos, primero, que pensarnos como miembros de la comunidad universitaria y con el derecho moral a tener un espacio en la participación efectiva de toda toma de decisiones. Si nos concebimos (l@s estudiantes) como mero condimento y limitamos nuestro rol a «estudiar», estaremos aceptando, sin trabas, el proyecto político de la centralización del poder que pretende imponer la administración central universitaria y las rectorías. El FUA y UPR en Marcha terminan, efectivamente, aniquilando el rol político del estudiantado y nos reducen a mer@s espectadores/as de lo que hace el gobierno y la administración universitaria. Por tal razón, son una ilusión óptica de una oposición. Son una trans-figuración: una figura que pierde su forma porque la trasciende, en este caso, eliminándola.
Quien se considere oposición debe también empuñar un mensaje de lo que quiere, un proyecto que altere y transforme las hegemónicas relaciones de poder en determinado espacio. Son much@s l@s estudiantes que han realizado variadas y ricas aportaciones al debate público para resolver el déficit fiscal de nuestra querida Universidad, (véase los informes del CEF). Pero, igualmente importante, hemos sido much@s l@s que también hemos propuesto formas de enfrentar el anti-intelectualismo y la polarización que impulsa la actual administración central, véase en Multitudenredada.com: «Por una política de la comunalidad» y en 80grados: «La moral de la catástrofe«, «Epístola a José M. Saldaña«, «La universidad anti-intelectual«, «La impudicia«. Es tiempo ya de una universidad sin condición.