Urge seguridad para bañistas en las playas
«Es inaceptable que en Puerto Rico se ahoguen unas 30 personas en las playas anualmente. Deseamos que el gobierno a través de sus agencias, cree un cuerpo de salvavidas y que este organismo cumpla con los estándares de la Asociación de Salvavidas de Estados Unidos (USLA), considerados apropiados para la Isla en rescates en mar abierto», afirmó Morales.
Sobre el Proyecto de Seguridad Acuática Morales indicó que su objetivo es unir esfuerzos para hacer de las playas lugares más seguros, aptos para la recreación, el deporte y otras actividades, y que a través del mismo se han impartido talleres a unos 300 salvavidas.
El primer taller de salvavidas de playa de mar abierto, que ofreció Sea Grant en conjunto con USLA, se llevó a cabo en abril de 2012 e incluyó funciones de manejo preventivo y rescate de usuarios en nuestras playas.
Por su parte, Morales sostuvo que han habido algunas iniciativas por parte de las agencias, aunque en este momento no hay un proyecto de ley concretado con el objetivo de la seguridad en las playas. Como parte de los pasos de apertura que se han dado señaló que la Escuela de Salvavidas de la Compañía de Parques Nacionales adoptó los estándares de USLA.
En la isla se ahogan 30 personas al año
Según un estudio de Sea Grant, programa dirigido por Ruperto Chaparro, especialista en Recreación Marina y Turismo, desde 1999 hasta 2010, casi la mitad de las 30 muertes que ocurrieron fueron en la costa norte de la Isla y en su mayoría fueron hombres entre 16 y 30 años de edad. Algunas de las playas con más ahogamientos fueron Jobos, en Isabela; Piñones, en Loíza; y el Balneario La Monserrate, en Luquillo.
En otro estudio de Sea Grant titulado: Desinversión y Desinterés: la situación en el manejo de playas de Puerto Rico, se muestran 23 dependencias del gobierno estatales y federales que están vinculadas con el manejo y la conservación de las playas y costas. Entre éstas se encuentran la Compañía de Turismo, la Unidad Marítima de la Policía, los municipios y la Guardia Costanera de Estados Unidos.
El estudio señala que es necesario manejar de manera uniforme los servicios en las playas y establecer una compilación de la reglamentación aplicable a las actividades que allí se realizan.
Responsabilidad ciudadana de desarrollar destrezas acuáticas
Ante la estadística de ahogamientos y con unas 549 millas de aguas costeras en la Isla, cobra singular importancia que los ciudadanos se percaten de la importancia de aprender a nadar y que tanto residentes como turistas estén atentos a las condiciones climatológicas y particularidades como las corrientes marinas.
Como parte de su rol educativo el Centro de Recursos para la Información y Educación Marina de Sea Grant brinda información sobre la conservación de los recursos marinos a estudiantes, maestros y el público en general. El énfasis del programa es ofrecer adiestramientos a maestros sobre las ciencias marinas y talleres, viajes de estudio y exhibiciones marinas que fomentan la protección de los recursos marinos.
La Escuela de Salvavidas de Parques Nacionales
En la Isla hay varios organismos que trabajan con el adiestramiento de los salvavidas y sus certificaciones para contribuir a la seguridad de los bañistas. Estos son la Cruz Roja (Capítulo de Puerto Rico), YMCA, Federación de Salvavidas, la Asociación Americana de Salvavidas y la Escuela de Salvavidas de la Compañía de Parques Nacionales de Puerto Rico (CPNPR).
La Escuela de Salvavidas es la única que certifica a los salvavidas de mar abierto en la Isla. “Ahora mismo contamos con 43 salvavidas, 40 varones y tres féminas, distribuidos en los 11 balnearios que administra Parques Nacionales”, indicó el director de la Escuela desde 2008, Augusto Gigante.
El director, quien también es instructor de la Escuela y presidente de USLA PR, indicó que para la Semana Santa se contratan más salvavidas, la mayoría a tiempo parcial para atender la gran cantidad de personas que acuden a las playas durante ese periodo.
El funcionario exhortó a los ciudadanos a conocer el significado de las banderas, colocadas para la su orientación en los balnearios públicos. “La bandera roja significa peligro, resacas fuertes y que no hay presencia de salvavidas, la amarilla que hay resacas, mal tiempo, mala calidad del agua, mientras que la verde significa condiciones apropiadas para los bañistas”, explicó.
Entre los planes inmediatos de la Escuela, su director mencionó que por segundo año consecutivo realizarán este verano el programa “Junior Lifeguards”, en el cual los niños y jóvenes participantes reciben una formación básica en aspectos como seguridad en el océano, condición física, natación y primeros auxilios.
“Un proyecto al que aspiramos es formar parte de la “International Life Saving Federation”, con lo cual contaríamos con el aval a nivel mundial, o sea nuestras certificaciones serían aceptadas no sólo en Estados Unidos, sino a nivel global”, puntualizó el director.
Sobre la participación de la mujer como salvavidas, el instructor mencionó que las mujeres que optan por certificarse para rescate en mar abierto llegan a la Escuela con algún tipo de conocimiento previo de natación, a diferencia de los hombres. «De cada diez salvavidas una o dos son damas, diría que esa es la proporción que existe», señaló Gigante.
Mujeres salvavidas poco a poco dicen presente en mar abierto
“Eramos minoría”, así se expresó Elizabeth Rodríguez, refiriéndose a las compañeras que junto a ella tomaron el curso de salvavidas en la Universidad de Puerto Rico en el año 1995.
Rodríguez, quien se desempeña como Superintendente Asociado del Parque Nacional Balneario Seven Seas en Fajardo admite que hoy en día si se habla de mujeres salvavidas debidamente certificadas para rescate en mar abierto la proporción es de una minoría notable respecto a los varones.

Verónica Gutierrez, salvavidas del Balneario de Luquillo, acompaña a Elizabeth Rodríguez y compañeros en el Taller de Salvavidas de Sea Grant y USLA.
“Durante el periodo de 1995 a 2000 estuve asignada a la torre del Balneario de Luquillo. Era la única mujer salvavidas asignada allí durante esos años. La emergencia más común que he tenido que atender han sido bañistas afectados con calambres, en ocasiones debido a deshidratación por consumo de alcohol. Además, asistí a personas que sufrieron infartos masivos en el agua y niños descuidados por los padres”, sostuvo al rememorar su función como salvavidas.
La mujer, quien también es instructora en la Escuela de Salvavidas de la Compañٕía de Parques Nacionales, ofrece adiestramientos en el manejo de personas con impedimentos dentro y fuera del agua. De hecho, dirigió el proyecto Mar sin Barreras en Luquillo durante 13 años.
Rodríguez atribuye la poca presencia femenina a que es un oficio arriesgado y muy duro para la mujer. Alude a los comentarios inapropiados que muchos hombres hacen hacia la figura de la mujer salvavidas y a la resistencia entre compañeros de que hagan igual o mejor trabajo, lo cual afirma que ha experimentado pocas veces.
Ella continúa firme en su postura de que para ser salvavidas lo indispensable es que “te guste el agua y que te mueva el deseo de ayudar al prójimo”. Para Rodríguez esa es la clave del éxito en la labor.