¡Vengan a Ballajá!
Conversar con el arquitecto Carlos A. Rubio Cancela un día de mayo, y atisbar la maqueta del Tótem de Jaime Suárez en su oficina espaciosa, sencilla, de escritorio lineal y sillas cómodas sin pretensiones, fue adentrarnos en los espacios de Ballajá y conocer un poco más de lo que allí se encierra y se custodia para el disfrute de todos.
Todos vemos el imponente edificio, bien cuidado, donde se avistan jardines y un bello árbol de almendro cerca de la fuente de agua que brota para atenuar el calor del caminante, turista o nacional, que día a día transita por esos predios. Muchos entran, algunos por curiosidad pertinente y al ver el patio interior resuena, en otra escala, la Plaza Mayor de Madrid; otros van a explorar el interior del edificio desde donde se contempla “la vista más espectacular de El Morro”; arriba en la azotea vive también el “Techo Verde” uno de los proyectos que atesora y al cual pretende devolverle su esplendor “en los próximos meses”.
Su primera incursión en Ballajá se remonta a 1993 (1993-1996), pero su primer encuentro con el otrora Cuartel Militar Español se remonta a 1984 cuando va allí como parte de sus estudios de segundo año en la Escuela de Arquitectura de la UPR, y en ese entonces la materia de estudio era el patio interior de Ballajá “cuando todavía allí se estacionaban carros”. Y agrega: “veinticinco años más tarde, en el 2009, llegué como director ejecutivo de la Oficina Estatal de Conservación Histórica (OECH), anteriormente llamada Oficina Estatal de Preservación Histórica.
Luego de estudiar arquitectura en la Universidad de Puerto Rico estudia en Pratt Institute, en New York, de donde obtiene el grado profesional de arquitectura, quien recuerda que Ballajá “se construyó para ser Cuartel de Infantería del ejército español, luego fue sede de los Headquarters del ejército de Estados Unidos en el cambio de soberanía, y luego el hospital Rodríguez del Army, el cual se conectaba con el hospital de Nuestra Señora de la Concepción El Grande, hoy uno de los dos edificios de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico (EAPD).” Todavía hay gente que le habla de un abuelo, de un padre, o de un nacimiento de alguien conocido en dicho Hospital.
En Ballajá se encuentra “el patio interior más grande de un edificio histórico de Puerto Rico después de la triste demolición del edificio del Oso Blanco”, apunta con la conciencia de la conservación patrimonial y con un dejo de pena por la desaparición de ese edificio. Y pervive la idea en su mente y acción de que ese patio interior “esté activo”, se llene de paseantes, de ciudadanos que disfruten del andar de paseo y del café en Don Ruiz, de la comida española en Rincón Ibérico, de las clases de baile y espectáculos de música en El Tablao de Paulette, del sitio de las empanadillas de Tío Danny, del arte digital de Galería Quiñones Candal, de Cinemabar, y de la Fundación Dr. Francisco López Cruz, quien los fines de semana reúne a sus estudiantes de cuerdas y percusión en varias de las galerías para beneplácito de los visitantes. A los fotógrafos aprendices o maestros, Ballajá les ofrece ángulos y tomas múltiples de detalles de su arquitectura y la oportunidad de capturar bellas estampas fotográficas en alguno de sus rincones. “Pronto se abrirán subastas para llenar los espacios vacíos”, añade, recalcando la tonalidad educativa y cultural que rige los establecimientos de Ballajá, edificio en el cual se encuentran, entre otros: el Museo las Américas que en estos momentos muestra, hasta octubre la exhibición: “Rafael Rivera Rosa- mirada extendida”, la Academia Puertorriqueña de la Lengua, la Academia Puertorriqueña de la Historia, y la Russian Puertorrican Foundation, entre otros.
Para el arquitecto Rubio, “Ballajá es el punto de encuentro entre la cultura puertorriqueña y las diferentes gentes de otras culturas; es importante y necesario ofrecerles ese punto de referencia, de intercambio de la cultura nuestra”, afirma, al apuntar que: “…los turistas van a El Morro y de ahí vuelven a los barcos”, recalcando que por ello es necesario capturar a estos visitantes e invitarlos a que entren a Ballajá.” Después que entren, es consciente y optimista, entienden sus opciones de disfrute, su valor y la belleza del edificio que “es el último edificio militar que construyó España en el hemisferio (1853-1864)”.
Uno de los atractivos turísticos es el documental tridimensional “Puerto Rico, la Isla del Encanto”, ya presentado varias veces en el patio interior de Ballajá para diferentes audiencias y “el cual puede proyectarse en Cinemabar.”
¿Cuáles son los proyectos inmediatos del arquitecto Rubio con respecto al edificio? Y ¿cuál es su objetivo principal? Los proyectos van desde “poner en condiciones óptimas en Jardín Mirador Ballajá, que la gente entre y disfrute de la vista de San Juan, lo que nos proponemos tener listo en 6-8 meses, el cual aporta a la eficiencia energética; pintar el edificio, con los colores que tiene ahora (incluyendo el rojo ladrillo) que eran los colores originales lo cual atrae al visitante y se da a conocer no solamente la belleza y el valor de Ballajá sino las ofertas que adentro se encuentran para su disfrute; recuperación de las cisternas antiguas que almacenan 670 mil galones, y que utilizaremos para suplir las torres de enfriamientos del sistema de aire acondicionado del Cuartel lo cual provocaría grandes ahorros”. Su objetivo, su meta principal, no solamente de ahora sino de cuando llegó a Ballajá ha sido y es “convertir el Recinto Ballajá en uno sustentable que no dependa de fondos públicos; si logramos eso no vamos a estar a merced de las crisis y vamos a mantener la puesta en el valor del Cuartel”.
Desde sus comienzos en la Oficina de Conservación Histórica (OCH), antes Oficina de Preservación Histórica, el arquitecto Rubio “… no tenía dinero asignado para hacer mejoras, pero tenía las ganas de hacerlo; se necesitaba $1 millón para rehabilitar el edificio, empecé a pedir los fondos y la respuesta era: ‘arquitecto estamos en una crisis’ a lo que yo contestaba: ‘Yo creo en milagros, el dinero existe, hay que hacerlo llegar adonde tiene que llegar”. El dinero apareció, y añade: “¡He luchado!”, refiriéndose a las luchas de gestionar los fondos monetarios para la rehabilitación y mantenimiento de un edificio de gran valor histórico y belleza. “La rehabilitación del Cuartel costó $1.5 millones contando con la impermeabilización del techo. Fueron muchos los números que mencionó en la entrevista y que comunican que, sí, Rubio ha luchado por conseguir fondos que ha invertido para el bien común de Puerto Rico, su gente y los turistas que visitan. También fue él quien inició la publicación dela revista Patrimonio cuya próxima edición se planifica al presente.
Recuerda algo que no muchos ciudadanos saben: “El parking de Ballajá” es importante en la ecuación de fondos del Cuartel Ballajá, “pues con eso se mantiene el edificio”, así que otra de las maneras de ayudar a la conservvación el edificio es estacionándose en “el parking de Ballajá”, justo al frente del Cuartel.
El pensamiento y análisis sobre los fondos disponibles para el funcionamiento de la OCH incluye “no tocar la nómina”, lo cual afirma con fuerza y añade: “esa es la política pública del Gobernador.
Son cuatro las plazas que forman parte del acervo histórico-cultural de la OCH: Plaza de Beneficencia, Plaza del Quinto Centenario, Plaza del Soportal (antes un hospitalillo) y el Paseo Jardín de Ballajá (donde están el hermoso Almendro y la fuente de agua).
El arquitecto Rubio menciona dos homenajes, uno en vida y otro póstumo que se le dieron a Ricardo Alegría, a quien se le dedicó el patio interior del Cuartel, y a Osiris Delgado respectivamente, pues “hay que reconocer a todas esas personas que hicieron posible que podamos hacer y disfrutar del Cuartel Ballajá y del Viejo San Juan.”
Y, ¿qué quiere el arquitecto Rubio de la ciudadanía?: “¡Qué vengan a Ballajá, qué visiten este Cuartel, un espacio único en Puerto Rico”, y, sobre todo “¡Qué lo hagan suyo!” Lo enuncia quien “logró la distinción de la Zona Histórica de San Juan como National Historic Landmark, el mayor reconocimiento que ofrece el gobierno de los Estados Unidos, y que representa un paso necesario para lograr su sueño inconcluso de ver a nuestro Viejo San Juan reconocido como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO…”, según se desprende en un documento de sus datos biográficos.
La Oficina de Conservación Histórica (OCH), cuyo director ejecutivo es el arquitecto Carlos A. Rubio Cancela, natural de Hormigueros y cuyo apellido materno es vasco, está ubicada en la calle Norzagaray, esquina Beneficencia, Cuartel Ballajá, Tercer piso, Viejo San Juan. Su dirección electrónica es: www.och.pr.gov, y su teléfono: (787) 721- 3737.