Where’d you go, Bernadette
Poco a poco vamos descubriendo que Bernadette es una famosa arquitecta que dejó su campo por algo que le sucedió con su última creación. En un momento dado era tan famosa que obtuvo una beca MacArthur para genios por sus creaciones arquitectónicas. Todavía, , a pesar de sus intentos por disfrazarse, resulta ser un estudiante de arquitectura quien la reconoce y que piensa que ella le cambió su vida con su obra.
Sus incidentes con las vecinas, en particular con Audrey (Kristen Wiig) y con las madres de la escuela generan una serie de chismes, y dimes y diretes, que siembran cizaña en el vecindario y hacen que Elgin dude de su sanidad. En medio de todos estos agites, Bernadette desaparece. Lo hace de forma tan extraña como su comportamiento y con la excentricidades que la caracterizan.
Aunque la película la anuncian como “un misterio” no esperen un “quién lo hizo” al estilo de Agatha Christie o Raymond Chandler. Esta es una comedia dramática que tiene sus alzas y bajas de trama y credibilidad, que, a pesar de estar adaptada al cine por Richard Linklater de una novela exitosa, a veces pedalea sin moverse mucho. Algunas situaciones no ofrecen la más mínima posibilidad de probabilidad, y otras son tan antipáticas que dan ganas de entrar a la pantalla y jamaquear a los personajes. Otras son un tanto incomprensibles: ¿por qué la súper independiente y brillante Bernadette permite que la vecina mienta sobre un accidente que la involucra a ella y cuyas consecuencias son mentiras? ¿Por qué el genio de su marido, no arregla partes de la casa que se están cayendo a pedazos? Esto se agrava cuando nos enteramos que ella es arquitecta. Pero el agravio más grande es que algunos personajes se imponen sobre Bernadette y Elgin sin que ninguno de los dos protesten. Linklater, cuya trilogía conocida como Before es una de las bellezas de la cinematografía y un logro artístico rutilante, puede haberse descarrilado gracias a los otros dos escritores del guión (probablemente esté siendo injusto echándoles a ellos la culpa; todo artista tiene sus alzas y bajas).
Tienen la gran suerte, la película y su director, que su estrella es la incomparable Kate Blanchett. Sin duda, una de las actrices más completas del cinema, su creación es compleja, a veces de una ironía triste que nos hace sentir su frustración con la falta de sensibilidad y juicio que afecta el mundo de hoy día, y, de vez en cuando, de una gracia contagiosa. Ella sola permite que este filme, que falla demasiadas veces en aclarar la situación de su heroína, sea tolerable. Blanchett produce una de esas actuaciones que se pueden perder porque el filme es demasiado pequeño para su grandeza. La respaldan muy bien Billy Crudup y Emma Nelson, como su marido y su hija, respectivamente, y Kristen Wiig, que aquí despliega su talento para el drama liviano.
Se puede ver el filme por ellos, pero la película los hará que detesten más que antes a los entremetidos y a los “terapistas” que no entienden el ser humano y presumen entender la psiquis.