Yo me quedo fracturada
Hemos leído las lamentaciones personales de muchos de esos cubanos que todavía viven en nuestro país y que siempre traen las historias de cómo sus padres perdieron sus propiedades en Cuba (claro, en el comunismo, la propiedad y el capital es para beneficiar al colectivo, no al individuo); de la represión, los presos políticos, el dolor de partir de su país. Hablan hasta de fusilados aunque en Cuba no hay ni desaparecidos ni asesinados políticos (Cuba sí tiene pena de muerte, igual que Estados Unidos).
¿Quieren hablar de experiencias personales? Repasemos. El terrorismo del exilio cubano no solo asesinó a Carlos Muñiz Varela y a mi hermano Santiago Mari Pesquera. También conspiró para asesinar a Juan Mari Brás. No lo digo yo. Lo confirmó el FBI en sus documentos declasificados. Pusieron una bomba en un avión que manejaba su otro hijo, Juan Raúl Mari. De hecho, las bombas que pusieron en casa de mi padre toda la vida fueron tantas que ya perdimos la cuenta. Entre 1971 y 1976 hubo más de 66 atentados de la derecha cubana contra blancos independentistas de todo tipo en Puerto Rico.
En EEUU, el FBI -que en un principio encendía el fuego anti castrista de estos grupos- tuvo que empezar a arrestarlos. No era lo mismo poner bombas y matar gente en la colonia que hacerlo en suelo estadounidense. Nunca olvidamos el asesinato al diplomático chileno Orlando Letelier pero ese, lamentablemente, no fue el único. Los grupos más extremos del exilio también asesinaron periodistas y activistas.
En los años noventa, volví a encontrarme con las bombas de los terroristas “anti-Castro”, esa vez en los hoteles y lugares turísticos de La Habana, muy cercanos al lugar donde vivía. También cayó gente entonces. Turistas.
Así que no me diga que no puedo hablar de Cuba porque no soy cubana. Yo hablo de lo que me da la gana pero, si de algo puedo hablar, es de Cuba. (También viví en Miami e hice investigación periodística allí sobre el terrorismo del exilio contra Cuba).
Tengo sangre cubana por vía de mi abuela materna pero, más importante aún, tengo familia elegida allí, incluyendo a todo cubano o cubana que tenga la voluntad de defender su país y su revolución.
No. No intereso sanar esa fractura porque es insalvable. Los mundos a los que aspiramos son radicalmente distintos. Las familias que se reconcilien como mejor puedan, como se ha hecho desde siempre. Yo me quedo fracturada.
* Versión ampliada por la autora y reproducida aquí con su permiso. Publicado en El Nuevo Día el 2 de diciembre de 2016.