You Were Really Never Here: brutal y bella
Nos damos cuenta de que el hombre, Joe (Joaquín Phoenix), ha cometido un crimen y que es un asesino a paga. Desde el comienzo de este filme, uno de los mejores, si no el mejor que se ha visto aquí este año, sabemos que vamos a entrar en un mundo sangriento y brutal, de intensas emociones que aún han de revelarse. La edición del pietaje nos deja entrever algunas de las pistas a la psique de Joe, pero también nos revela el tipo de vida que es la antítesis de su secreto: su lado tierno y amoroso. Y el lado que conecta con la belleza agazapada que lleva adentro.
Con un guión escrito por ella, basado en el libro homónimo de Jonathan Ames, la cineasta Lynne Ramsey (responsable de la estupenda “We Need to Talk About Kevin”, 2011) se sitúa entre los mejores directores que trabajan hoy día. En este filme muestra cómo el cinema puede ser arte sin ser pretencioso, y cómo la violencia, como la que podemos ver en muchos cuadros del Renacimiento o de Goya, resulta ser aleccionadora y estéticamente atractiva. Sabia y brillantemente, Ramsey nos lleva por la narrativa con una de sus manos en nuestra garganta. La tensión se incrementa y casi estamos sin aliento cuando la guionista-directora decide que la forma de aliviarnos un poco la carga es citando a Hitchcock (¡Psycho!) como si fuera una broma. El chiste funciona porque es una pista a algunas cosas que han de suceder más adelante, pero es necesario saber que el chiste se agranda cuando, cerca del final se referencia a Brian de Palma.
Muchas de las escenas en las que Joe muestra su destreza con el martillo son tomas a tiro profundo y, siguiendo el hilo de “Psycho”, en blanco y negro. Escenificadas cerca de una escalera, su impacto está incrementado por la partitura genial de Jonny Grenwood que evoca la de Bernard Hermann en aquel filme por ser tan distinta a la de uno de los grandes compositores del cinema. Para que sepamos cuál es su intención, en una escena Joe imita vocal y visualmente la escena de la ducha, una de las más famosas en la historia del cinema. Pero no me malentiendan. Estos homenajes a otros directores no son imitaciones burdas de creaciones ajenas. Ramsey solo quiere que haya un punto de referencia para los que veneran el arte.
El título de la cinta se refiere a muchas cosas, pero es una doble referencia. Por un lado a Joe, que mata y se va; por otro a las niñas secuestradas o desaparecidas para que sean partícipes de una red de prostitución infantil. Es un problema mundial que afecta a muchos países en el mundo y que parece ser muy difícil de controlar. De cierto modo, la otra influencia lejana del filme es “Taxi Driver” (1976), pero Ramsey no puede resistir la influencia de Scorsese y sus referencias a ese filme son inteligentes e irresistibles.
Todos los que participan en el filme contribuyen al conjunto dramático que se va tensando como la soga de una horca. Pero el centro indiscutible de la película es Joaquín Phoenix. Solo hay dos actores que comandan la pantalla y nos hacen temblar con su presencia; el otro es Benicio del Toro. Phoenix, con su extraño torso que a veces irrumpe en la escena para amedrentarnos, tiene ese don de emanar maldad al mismo tiempo que es imposible dejar de identificarnos con él y apreciar que en él residen buenos sentimientos. Las escenas entre él y su madre (Judith Roberts) y con una de las niñas raptadas (la bella niña actriz Ekaterina Samsonov) muestra el lado tierno del monstruo que las circunstancias crearon. Su actuación vuelve a decirnos que es uno de los mejores actores del cinema y hace que este filme excelente sea obligatorio.
Se suman a la excelencia de la cinta, además del guión y la dirección, la cinematografía de Thomas Townend y la brillante edición de Joe Bini. Por su tema y su violencia muchos le huirán al filme. Sería como repudiar a Hamlet o Macbeth, en los que los asesinatos también abundan. De no verla se perderán uno de los clásicos del nuevo siglo.