De lo pinche y lo indio como tecnologías del rechazo
Los dos conceptos clave en la mencionada expresión fueron pinche e india. En relación con el primero, nadie sabe, como suele suceder con los vocablos de uso popular en cualquier contexto, el origen de su utilización. Lo cierto es que es una muletilla muy común en México. En la mayoría de los casos escucharla o decirla debe llevar hacia un sentido específico: repudio. Es decir, pinche es lo que verbalmente devela los sentimientos más nefastos para con lo que se use. Sin embargo, como sucede con el lenguaje en general, este concepto es bastante maleable en términos semánticos. Puede también expresar admiración hacia alguien que realice actos fuera, muy fuera de lo común y que se caractericen por su audacia, perspicacia y/o magnitud. Para el escritor José Emilio Pacheco, la utilización de pinche en su acepción negativa, proviene de los contextos en los cuales los trabajadores en los latifundios que estaban obligados a trabajar en la tierra veían con desagrado a otros que llevaban a cabo labores menos demandantes físicamente dentro de la casa grande. Originalmente la palabra significa ayudante de cocina pero de ahí se semantizó para expresar la envidia, coraje y repudio hacia otros. Pero: ¿de qué manera Yalitza Aparicio es pinche en este contexto? La respuesta es clara: ubicándose (como resultado de una nominación) en una posición a la que mucha gente no ha accedido creyendo que debió haberlo hecho hace mucho. A muchos les duele que “siendo india” no continúe como secundaria y cobre papel protagónico en los premios de la Academia.
Por otro lado, la categoría india en la expresión de Goyri se usa como comúnmente se emplea también en la vida cotidiana mexicana contemporánea. La expresión más común ante algo que se entiende que no es correcto, adecuado, aceptado o sensato es: “no seas indio”, connotando atraso, barbarismo, incultura e incivilidad. De igual forma, existe una categoría para expresar algo que se considera sin clase, sin estilo, grotesco o burdo: naco. La palabra naco proviene del gentilicio totonaco, grupo que se desarrolló a lo largo de algunas regiones de Veracruz y Puebla. Curiosamente, ante estas connotaciones, los pasados indígenas centroamericanos pareciera que no son más que accidentes ineludibles que por fortuna fueron “superados” por la “excelsa” civilización que, principalmente de España, fue traída con los conquistadores. Ser indio, entonces, es lo peor en un contexto en el cual parecerse a Europa es el paradigma. Sin embargo, la categoría se usa, no solo de forma xenofóbica, sino también racista y racializante. Es decir, llamarle india implica todo lo anterior en el sentido de falta de cultura y civilización de “altura”, pero también cuadra con una lógica fenotípica. Para Goyri, Yalizta es india por las características físicas: color de piel, estatura y facciones. Típicamente racializada, la mujer queda enmarcada en un conjunto de nociones y formas que hacen de ella una caricatura en el imaginario dominante a nivel social.
Aunque Aparicio ha afirmado que los comentarios de Goyri no le hacen mella, que ella siente orgullo profundo de su indigenismo, no es menos cierto que todo da pie para que se piensen, no únicamente los paradigmas opuestos y sus relaciones en sociedad sino, y más bien, las tecnologías de la invisibilización social. En ese sentido, la nominación como mejor actriz, no solo potencia resistencia ante el ideal hegemónico eurocéntrico mexicano, sino que es una posibilidad para vestir de gala al que sistemáticamente se le quiso pretender como ausente. En palabras de Monsiváis, se trata de una respuesta al plan de la invisibilidad y del hallazgo estético en [entre] la multitud.