¿No más violencia?

"La violencia contra las mujeres es parte de una violencia generalizada en nuestra sociedad, una violencia que ya es respuesta esperada y hasta obligada." /Foto de adbusters.org
Todavía guardo un viejo cartel de Dones Llibertaries de Cataluña. Lo hicieron para conmemorar un 8 de marzo y lo encabeza la siguiente frase: “Quien no tiene valor para soñar no tiene fuerza para luchar”. Desde que me lo regalaron han pasado muchos años, pero creo que la frase sigue vigente.
Acabamos de conmemorar el Día de no más violencia contra las mujeres junto al mito fundacional de Thanksgiving. No está demás reflexionar sobre la casualidad del calendario del 2010. No cabe duda que algunas mujeres, en nuestro caso en Puerto Rico, tenemos mucho que agradecer a las fuertes mujeres y valerosos hombres que construyeron sueños libertarios y lucharon para cambiar la situación de las mujeres. Los últimos dos siglos y medio nos han traído cambios importantes, sustantivos, que han mejorado la relación entre los géneros. No obstante, nos queda mucho camino que andar y un elemento crucial en ese camino es si no erradicar, al menos disminuir la violencia de género, analizando, pensando, concienciando sobre ese orden simbólico machista, patriarcal que la sostiene y proponiendo e insistiendo en las reformas sociales, legislativas, judiciales, culturales necesarias para erradicar los asesinatos, golpizas puños, toda forma de maltrato.
Me temo que la parte soñadora del problema muchas lo tenemos más o menos resuelto y no disminuyo la importancia de ello. Para soñar con un cambio hace falta tomar conciencia de la situación real que queremos cambiar. Las interrogantes que nos llevan a esa conciencia las hemos planteado. El problema es que no basta con ello ni para soñar en concreto ni mucho menos para ir logrando los cambios necesarios para lograr la meta feminista. No basta con decir “no más violencia”. El asunto es algo más complejo. Mucho me temo que a veces de tanto mirarnos el ombligo no alcanzamos a ver el resto del mundo que rodea ese ombligo. La violencia contra las mujeres es parte de una violencia generalizada en nuestra sociedad, una violencia que ya es respuesta esperada y hasta obligada. Además, ya lo sabemos, la violencia dicen los empresarios de medios, vende muchos diarios, aumenta los ratings, los hits en la Red. Hoy, acabando de conmemorar ese Día de acción de gracias, sólo en los tres diarios escritos principales del país hay 19 “noticias” de actos de violencia perpetrados en Puerto Rico.
No incluyo las noticias sobre los empujones en las filas de espera por las compras del “viernes negro”, los chismes virulentos, machistas y homofóbicos de la farándula, ni cuentan los líos de las Coreas, los estudiantes batallando por las calles en todo el mundo, los presos políticos en todos lados y un desgraciado y largo etc. mundial. ¿Será que de verdad como dicen algunos empresarios de medios, nos gusta la violencia? ¿Será, como pensaban algunos filósofos políticos, que la conducta violenta es parte de nuestra condición humana? Vale ponderar estas y otras interrogantes si es que queremos pensar cuidadosamente el asunto.
No es este el espacio para la labor intensa y profunda que el tema requiere, pero sí creo que la coyuntura del agradecimiento por lo logrado y la conciencia de lo que nos queda por mejorar es una buena para fomentar la búsqueda, la lectura, el debate. Por mucho que las y los feministas insistamos en que la violencia de género tiene que erradicarse, eso no basta. Necesitamos comprender teóricamente por qué producimos tanta violencia para luego poder iniciar la búsqueda de los procesos que pueden conducir a su disminución.
Un buen punto para empezar es leer y si ya lo hemos hecho, releer algo de lo que ya se ha aportado al tema. Tres obras me parecen indispensables: los trabajos de Slavoj Zizek, en particular su libro Sobre la violencia,: seis reflexiones marginales, el famoso ensayo de Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia, y el ensayo de Hannnah Arendt, Sobre la violencia. No menos perturbador es el texto de Susan Sontag, Ante el dolor de los demás y en estos tiempos de crisis económica y de tantos fundamentalismos bien nos valdría repasar, especialmente a los universitarios, La escritura o la vida, de Jorge Semprún. (A veces es muy bueno perturbarnos a nosotros mismos y a otros también.) ¿Textos feministas? No, pues no lo son. ¿Textos para feministas? Creo que sí. Ya es hora de que comprendamos que no vivimos aisladas, que nuestros problemas personales, políticos, (por aquello de que lo personal a veces es político) son parte de un cuadro de situación mucho, mucho más amplio. Que si bien nuestra condición de género como mujeres tiene evidentes y a veces no tan evidentes particularidades, también es cierto que para entenderla en toda su profundidad y en todas sus dimensiones es necesario ampliar nuestra óptica.
Y así, como nota al margen y quizá tema para la próxima vez, valdría pensar sobre nuestra Universidad y los sucesos recientes en este contexto de la violencia y particularmente lo que Zizek llama “una violencia ‘simbólica’ encarnada en el lenguaje y sus formas”. Ahí también hay mucha tela de donde cortar. Mientras tanto, sigamos construyendo sueños y pensando nuestra realidad para ver si esos sueños pueden hacerse realidad algún día.