A Most Violent Year
El 1981 fue el año más violento en la historia de la ciudad de Nueva York y a eso se refiere el título de esta película. La historia es una de emigrantes tratando de adaptarse a los conflictos y los retos que genera una ciudad que ofrece lo mejor de todo y lo peor de todo.
Abel Morales (Oscar Isaac) un colombiano es el dueño de “Standard Oil”, una compañía de aceite para calefacción cuyos camiones están siendo robados por desconocidos. Él ha creado su negocio cumpliendo las reglas y evitando caer en situaciones que alcen dudas sobre la legitimidad de sus acciones. A pesar de eso la oficina del fiscal de la ciudad lo está investigando porque cree que Morales y sus competidores en el mismo negocio conspiran para fijar los precios, evadir impuestos y violar muchas leyes para sacar ventaja inapropiadamente. Su esposa Ana (Jessica Chastain) quien procede de una familia posiblemente mafiosa le pide que responda a los ataques a sus camiones dándole armas a los conductores y usando la misma violencia a la que están expuestos los empleados. Abel se niega.
Simultáneamente, Morales quiere comprar una propiedad en el East River donde puede recibir los cargamentos de aceite en el verano, cuando los precios son más bajos, almacenar grandes cantidades y así devengar más ganancia en el invierno. Su abogado Andrew Walsh (Albert Brooks, casi irreconocible) está mediando el negocio con un grupo de judíos jasidim. Las exigencias que le imponen son altas, pero Morales está dispuesto a cumplirlas. Cuando otro de sus camiones es atacado, el jefe de la unión también le sugiere que arme a su choferes. Morales entiende que es una movida peligrosa y, de verse involucrado en un acto violento, su reputación como un hombre de negocios decente se vería empañada, y rehúsa hacerlo. Además, pesan sobre él las acusaciones de la fiscalía. Entonces el camión conducido por Julián (Elyes Gabel) es detenido y el empleado severamente golpeado. Los pillos se llevan el camión. El asunto se complica e intuimos que existen secretos y engaños.
El filme es como una muñeca rusa que va destapando lentamente los enigmas que rodean los problemas de Ana y Abel. Es un misterio centrado en qué, si algo, ha de descarrilar a un hombre honrado de la vía en que viaja rumbo al sueño americano de integración y asimilación. En ese camino, el guionista-director J. C. Chandor, ha confeccionado un homenaje al emigrante cuya entereza le permite evitar el sello que se le puso a muchos, particularmente a los italianos tachados colectivamente de mafiosos aunque no lo fueran. Que Abel Morales sea colombiano en un momento (1981) que la droga hacía estragos en la ciudad aumenta su necesidad de ser honrado y honorable. Para lograr su celebración de la honradez del emigrante, Chandor usa la cinematografía de Bradford Young quien, con sus pardos, negros, grises y ocres (incluyendo el abrigo de pelo de camello de Abel), se quita el sombrero para hacerle una reverencia al gran Gordon Willis y a “El Padrino”. Después de todo Abel es la antítesis de Vito y Michael Corleone.
La creación de una atmósfera sombría enfatiza la perversidad de lo que está sucediendo sin que se descubra quién o quiénes son los secuestradores de los cargamentos de Abel. Entendemos que es una metáfora sobre la maldad que se oculta en la ciudad y que todo lo corrompe no importa qué precauciones se tomen para evitarlo. Asimismo, el chofer Julián se convierte en un símbolo de la incapacidad de muchos de adaptarse y asimilarse al “melting pot”, que en vez hacerles espacio para que puedan subsistir, los vence quemándolos en el fuego de la maldad y la injusticia.
Oscar Isaac me impresionó en “Inside Llewlyn Davis”, una película que admiro. Aquí su actuación no defrauda. Abel es el consabido resorte que se va tensando poco a poco sin que uno pueda predecir cómo y cuando va a desatar su ímpetu. Isaac interpreta con dignidad un hombre que tiene ese atributo y que lo quiere defender manteniéndose en la línea del bien. Su contraparte es la talentosa Jessica Chastain quien resulta ser un dínamo del que su marido recibe energía sin darse cuenta, sin percatarse de que ella también tiene actitudes firmes y fuertes, y que lo ha de respaldar a su manera, que incluye la violencia. Vale también mencionar a Elyes Gabel como Julián que crea un personaje sin mucha educación, pero de una complejidad emocional que nos conmueve.
J.C. Chandor fue responsable por la maravillosa “All is Lost” (2013) y con esta cinta añade valor a su filmografía. En muchos instantes su filme parece titubear sobre qué ha de ser. Tiene algo de filme noir y tiene algo de los “gangsters” que nos dio Coppola. Pero, según vamos llegando al corazón de esta película, a la última muñequita rusa, nos damos cuenta del valor que se necesita para un artista ser honesto: seguir lo que dicta el intelecto. Chandor no nos defrauda.