Abrumadora bienvenida al Papa en Barcelona
Benedicto XVI viajó a una España que, de nación católica conservadora, ha pasado a ser una de las más liberales del continente europeo. La llegada del Pontífice, el pasado fin de semana, despertó a la Barcelona más anticlerical y laica. Decenas de personas marchaban con pancartas que leían “Los condones salvan, el Papa condena”. Parejas de hombres se besaban al paso de su caravana, en señal de protesta y oposición a las políticas de la Iglesia Católica sobre temas como la homosexualidad, el uso de profilácticos, el divorcio, los escándalos de abuso de menores por parte de religiosos, la eutanasia, etcétera.
Además, según información difundida en el periódico El País, “un encuentro de mujeres que se proclamaban “zorras” y “pecadoras” haría oír su voz al mismo tiempo que el Papa consagrara la Basílica de la Sagrada Familia (motivo de su arribo a Barcelona). Y hasta se ofrecería una conferencia con el sugerente título de La Santa Mafia: el imperio económico de la Iglesia”.
Un mensaje claro y contundente
Ante la presencia de Benedicto XVI, no faltó la organización vía Internet por parte de aquellos en contra, para programar una fría acogida. Tal es el caso de la campaña Yo no te espero, compuesta por 74 entidades laicas españolas y unos 551 miembros que distribuyeron, sin descanso, material contra el Papa que incluía banderolas, chapas y pegatinas. Todo esto para expresar y constatar el malestar de los ciudadanos con la visita del líder religioso.
Los reclamos principales de esta plataforma son, y cito textualmente:
- Que las creencias religiosas dejen de ser financiadas con dinero público.
- Que se suprima la asignación tributaria a la Iglesia Católica a través del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) residentes en España.
- Que las escuelas dejen de ser utilizadas como plataformas de apostolado.
- Que las religiones dejen de imponer sus prejuicios morales a toda la sociedad.
- Que los clérigos pederastas y sus encubridores sean llevados ante la justicia.
- Que la Iglesia deje de obstaculizar el uso del preservativo para prevenir la extensión del sida.
- Que los niños y niñas sean protegidos de la superstición y la irracionalidad.
- Que el Estado deje de promover la caridad a costa de la justicia social.
- Que los actos y lugares públicos dejen de estar presididos por símbolos religiosos.
- Que los representantes públicos dejen de favorecer las confesiones religiosas.
- Que se respete el derecho de todas las personas a vivir según su condición sexual.
- Que se reconozca el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.
- Que la apostasía (negación de la fe cristiana) sea un derecho reconocido por ley.
De acuerdo con este movimiento, las exigencias antes expuestas responden a un esfuerzo por construir un modelo de sociedad que permita la “libertad de conciencia”, la “autonomía del individuo” y la “separación entre Iglesia y Estado”.
El discurso papal
Mientras todas estas manifestaciones tomaban lugar, Ratzinger dedicó una liturgia solemne al templo de la Sagrada Familia en la que empleó algunas frases en catalán, castellano y latín. Entre varias cosas, aclaró que “el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural”, reafirmando el matrimonio heterosexual. También condenó el aborto, al insistir en que se defienda la vida de los hijos como “sagrada e inviolable” desde el momento de su concepción y que “la natalidad sea dignificada y valorada”. Por otro lado, catalogó como una “tragedia” que exista la convicción de que “Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”, por lo que hizo un llamado para que la Europa cada vez más secular atesore sus raíces cristianas.
Sin embargo, esto representa un fuerte desafío para un país que ha experimentado una importante transformación social luego que finalizara la dictadura derechista del general Francisco Franco, con su muerte en 1975. Precisamente, después de fuertes prohibiciones socio-políticas, España saboreó un período de desahogo caracterizado por una visión hedonista que alejó a la sociedad de una tradición religiosa.
Finalmente, en una nota informativa publicada por Prensa Asociada respecto a la cobertura de este acontecimiento religioso, el periodista, Daniel Woolls, sintetizó de manera acertada el asunto. “La asistencia a la iglesia está disminuyendo paulatinamente, la mayoría de los asistentes a la misa dominical suelen “peinar canas”, las congregaciones están perdiendo jóvenes, y las ceremonias civiles superan los casamientos en la iglesia por primera vez”.
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