Ad Astra: al borde del sistema
Una vez en la Tierra, Roy es sometido a una serie de exámenes físicos y psicológicos para asegurar que está en condiciones, no solo para continuar su trabajo “rutinario”, sino para participar en una misión que es ultrasecreta. La razón para el daño sufrido por su estación espacial ha sido unas marejadas de voltaje que han afectado también la Tierra, y ha causado tormentas y terremotos catastróficos. La humanidad está en peligro de ser exterminada. El origen de la oleada parece estar en Neptuno y conectado al proyecto Lima. Roy y el coronel Pruitt (Donald Sutherland), un viejo asociado de su padre, han de ir a investigar la situación y tratar de contener los cambios de voltajes ultra planetarios.
Tal parece que, según James Gray, quien dirigió, y Ethan Gross, con quien escribió el guion, con el tiempo se han descubierto personas que pueden controlar la intensidad y la frecuencia del pulso. Eso quiere decir que regulan la secreción de adrenalina para no sentirse “emocionados” por nada. Es una de las características de Roy, y le sirve bien bajo muchas circunstancias que le subirían la presión arterial a cualquiera. A pesar de eso, Roy vive atormentado —pero tranquilo— por la distancia que lo separa de la gente que quiere: su padre y su esposa.
Los efectos especiales de la cinta son de los mejores que se han visto recientemente. En First Man, (80grados, 19 de octubre de 2018), The Martian (80grados, 16 octubre de 2015), Interstellar (80grados, 5 de diciembre de 2014) y Gravity (80grados, 18 octubre de 2013) los efectos especiales son estupendos y sorprendentes, pero en esta alcanzan un nivel que acerca el filme a ser pionero junto a 2001: Space Odyssey (1968) sobre el tema de la supervivencia en el espacio. Las escenas en las naves, en las que la ausencia de gravedad hace que los humanos (y todo lo que no está fijo) flote, son de las más impresionantes porque en ningún otro filme de este género han durado tanto ni han tenido tanto suspenso (perdonen el retruécano). En una escena, que no puedo divulgar, esa distinción espacial (el vacío) se usa para enfatizar la fragilidad de la vida y de sus peligros.
Sin embargo, lo que fascina de la película son sus mensajes escondidos y sus paralelismos (son obvios) con Heart of Darkness de Joseph Conrad y, si quieren empujar la mano, Apocalypse Now (1979), ya que esa proviene de la otra. No solo el tema es parecido al de Conrad, el lugar a donde Roy está viajando, es el más oscuro de nuestro sistema porque es el más apartado del Sol. Mas, hay otra referencia importante que nos da una pista. Antes de ir a Marte, Roy tiene que ir al lado oscuro de la luna, y en camino en esa dirección, son atacados por bandidos que quieren robarles. La oscuridad es tan ominosa y terrible como lo es una calle oscura en ciudades donde el crimen acecha escondido en las sombras. Conrad usó su novella (también en parte) para criticar el imperialismo. Los EE.UU. no solo tienen bases en la luna y en Marte, sino que tal parece controlan esos cuerpos: en el futuro el imperialismo yanqui no se detendrá.
En la película, la búsqueda de vida inteligente, sea o no humana, es una obsesión que tiene su origen en la falta de empatía de algunos humanos por sus semejantes. Viajar, si fuera posible, lo más lejos y no volver a tener nada que ver con ellos se presenta en el filme como un ideal. La paradoja es que, lo que amenaza al planeta está hecho por el hombre y es el análogo de la contaminación ambiental por la quema de materia de fósiles (gasolina, carbón, etc.). Es el humano el responsable de que el globo esté en peligro.
Un aspecto que me pareció nuevo para este género de cinta es la relación hijo y padre, no por conflictos de violencia ni abuso, sino por separación y distancia. Roy ha perdido un padre que ha sido su inspiración durante toda su vida. Un padre que ahora está física y emocionalmente a 2.7 billones de millas de él. Los guionistas nos dicen que la pérdida del padre causa el mismo dolor si la distancia es entre pueblos o interplanetaria.
Como Roy, el astronauta que busca a su padre, Brad Pitt muestra su madurez como actor y nos invita, indirectamente, a comparar su turno como el vengador de la ganga Manson en Once Upon a Time in Hollywood (80grados, 30 de agosto de 2019) con su astronauta agobiado. Nos deja muy claro que, ahora —llegando a los 60; tiene 55— es un actor de gran calibre y que la promesa que mostró de joven en otras películas se ha materializado. Por él, por la intensidad de los mensajes y la sutileza de las introspecciones de los personajes, este es un filme que hay que ver.