Ai Weiwei: semillas y metáforas de la China hoy
La impresionante y gigantesca sala de turbinas de la Tate Modern de Londres se ha llenado de semillas de girasol: pipas de girasol, uno de los snacks preferidos por los chinos. Se dice que las pipas de girasol fueron un sustento material y sostén espiritual de la revolución de Mao. El artista que ha decidido inundar el espacio con este elemento es el disidente chino Ai Weiwei que ha usado millones de pipas de porcelana pintadas a mano por cientos de artesanos. Alrededor de 1,600 personas pintaron unas 60,000 pipas.
Indudablemente, la obra tiene varias lecturas y todas ellas nos remiten al contexto político y social de China, la China comunista. Comencemos por el objeto elegido: las pipas de girasol que alimentaron a millones de chinos que siguen comiéndolas con fruición a todas horas y en todas partes. Mao muchas veces era representado como un icono sonriente rodeado de girasoles: una metáfora fácil de identificar y de interpretar. Por tanto, el objeto de la instalación tiene una primera lectura vinculada al poder, a la imagen del poder y a la revolución.
Otra lectura es la relacionada con el número. Cifras astronómicas en todos los registros de la obra: miles de personas para crear millones de unidades. Cifras astronómicas en un país de 1,600 millones de habitantes con una capital, Pekín, de más de 22 millones. El individuo no tiene importancia, nada es sin la colectividad.
Otro elemento conceptual es la forma de trabajar la obra, quiénes la trabajan, dónde y cómo. El esfuerzo de la producción de este extraño paisaje de pipas de girasol es extraordinario. A lo largo de dos años, los artesanos de Jingdezhen, un lugar a unos 1,000 Km. de Pekín, donde se realizaba la porcelana tradicional de los emperadores chinos, iban recibiendo las pipas de porcelana y, en sus casas o en talleres, las iban pintando. Se trata sin duda de un trabajo tedioso que el artista ha querido conectar de forma romántica con la artesanía y con la tradición. La porcelana es un material tradicional en China, pintada a mano desde tiempos inmemoriales con exquisito cuidado y minuciosidad. Millones de semillas de porcelana, una a una, con un pincel diminuto se han pintado las pipas que en apariencia son todas iguales, pero que obviamente, no lo son. El artista reconoce de forma anecdótica que él no ha pintado más de tres de las semillas. Como en los viejos tiempos, los habitantes del pueblo, casi todos, especialmente las mujeres han participado en el proyecto.
La propuesta de Ai Weiwei tiene que ver también con el modo de producción actual “made in China” que vemos en tantos y tantos productos de consumo, realizados a destajo en talleres donde cientos de personas en pésimas condiciones trabajan hasta la extenuación, sin límite de edad. Un trabajo mecánico por la repetición, aunque no intervenga maquinaria de ningún tipo.
El resultado es un paisaje fantástico que desconcierta al espectador. En una primera mirada no se descifra lo que tenemos delante: la verosimilitud, el realismo de la apariencia de las pipas es tan grande que parece que son “de verdad”. Tanto que tenemos la tentación de tomar un puñado y comerlas. Después descubrimos con sorpresa la dureza de la porcelana. Caminar por las semillas produce un ruido que no se parece a ningún otro: nuevo desconcierto. Silencio sonoro en la sala de turbinas de la Tate.
Ai Weiwei es adicto a Twitter, así que recibe y contesta los mensajes que le envían: diálogo global, lo llaman los responsables de la Tate Modern londinense. Todo esto unido al arresto domiciliario que ha sufrido el artista estos últimos días y la prohibición de tener un blog por sus ideas disidentes, hace que la polémica esté servida.
Visite la página oficial de la instalación
The Unilever Series: Ai Weiwei
Sunflower Seeds 2010
Tate Modern de Londres