Alexandria Ocasio-Cortez: «socialismo» o muerte
Creo que la clave de AOC está en su habilidad para sintetizar varios personajes —la semi-hipster millennial; la Downtown waitress, el ícono de la moda, la nerd de economía política de Boston University, la Boricua homegirl bailarina— y en haber construido una identidad coherente que tiene como misión la verdadera democracia y la justicia social. Ha adoptado un estilo feroz de ataque a través de las redes sociales y defiende sus posiciones de una manera más diestra de lo que se podría esperar de alguien que todavía no ha cumplido los 30 años. Pero la identidad más importante que revela Ocasio-Cortez, como la apariencia de un camaleón que cambia de colores, es la de social-demócrata.
Es esa etiqueta, más allá de la de latina sabia propuesta por la jueza Sonia Sotomayor, la que más le molesta a los medios de derecha, y hasta al mismo Presidente. Para mí el momento más significativo de toda la pesadilla del discurso del Estado de la Unión de Trump fue cuando, con toda la gravedad absurda que lo caracteriza, dijo: “We renew our resolve that America will never be a socialist country.” Aunque se puede argumentar que acusar a alguien de ser marxista es la manera con que “gana” la derecha, en este momento de pseudo-fascismo neoliberal, ese puede ser el miedo masivo que los mueve.
Hay miedo porque las dos áreas en que Ocasio-Cortez se ha concentrado —la obscena prominencia de “dark money” en las campañas electorales y la crisis climática causada por la ciega dependencia de combustibles fósiles para generar la mayor parte de la energía del planeta— son puntos clave en la dominación neoliberal. Trump logró su victoria en parte al apropiarse del conflicto entre clases sociales, que yace en la ideología de Make America Great Again. Si surge ahora un verdadero discurso de socialismo en la consciencia popular, quizás tendría la capacidad de exponer el doble discurso y la ineptitud de Trump y sus funcionarios.
En este punto, es evidente que la propuesta de Ocasio-Cortez con más apoyo es el “Green New Deal.” Lo que propone en esencia es transformar la dependencia en combustibles fósiles por la generación de energía limpia, que a la vez permita crear trabajos para desarrollar las nuevas tecnologías. El hecho de que ha recibido apoyo de un gran porcentaje de votantes y también varios miembros del Congreso, muestra que la intersección entre una reforma de la economía y la necesidad de evitar un potencial desastre ecológico tiene sentido políticamente. Implica además que, si implementamos una versión de socialismo, evitamos la muerte.
Pero, ¿qué es exactamente ese socialismo del que hablan Trump y Ocasio-Cortez? Para Trump no se trata de restructuración económica sino una política de “coerción, dominación, y control”. Irónico, por supuesto, cuando te das cuenta de que eso es exactamente lo que él mismo quiere imponer. Para Ocasio-Cortez, tiene muchos sentidos. “Es parte de lo que soy, no todo lo que soy”, dijo una vez. Es “garantizar un nivel básico de dignidad”, dijo en otra ocasión. No exactamente la dictadura del proletariado, o la eliminación de la propiedad privada, ni el planeamiento colectivo de la economía.
El uso de términos como “New Deal” y “Marshall Plan” (que últimamente se ha usado en referencia al rescate de la economía de Puerto Rico) sugiere que el socialismo del que habla Ocasio-Cortez fue parte de la política antes promovida en los Estados Unidos. De hecho, cuando Chuck Todd, el locutor del famoso programa Meet the Press, le preguntó “Can you be a socialist and a democrat”, no fue sorpresa que ella respondiera: “I think it’s possible”. Se puede decir que ella asume una postura más radical cuando dice que los obreros deben participar más en las decisiones que toma un negocio y deben recibir más de las ganancias.
Algunos pueden cuestionar si este tipo de empoderamiento es posible en el capitalismo, o por lo menos el capitalismo que vivimos hoy día. Para Ocasio-Cortez el punto es que se tiene que modificar ese capitalismo. Parte de su progreso se evidencia en el fuerte rechazo hacia la clase multimillonaria, en la reciente decisión de Jeff Bezos, el hombre más rico en el mundo, de retirar la propuesta de construir una sede de Amazon en Queens, como consecuencia de la oposición del activismo político en el área. Ocasio-Cortez celebró esto como una victoria, aunque otro boricua, Héctor Figueroa, líder del sindicato 32 BJ Service Employees International Union, la criticó indirectamente al decir que la pérdida de los trabajos que proponía Amazon se sentirá fuertemente en las comunidades obreras a las que él representa.
Cómo construir la victoria sobre el capitalismo descontrolado con reformas “socialistas” es el gran debate dentro el Partido Demócrata, de cara a las elecciones del 2020. Al identificar la desigualdad como clave en su lucha, Ocasio-Cortez ha logrado crear una nueva política a través de una fusión basada en el conflicto de clase social y la política de identidad. Ella representa la agenda de Bernie Sanders reencarnada en el cuerpo de una mujer boricua de El Bronx, superando así el conflicto entre Sanders y Hillary Clinton que dividió al partido en la campaña del 2016.
No obstante, esta socialista democrática no ha mencionado su posición sobre la aprobación de la restructuración de la deuda de COFINA ni ha hablado de la crisis en Venezuela. Por ahora, lo que representa Ocasio-Cortez junto a sus nuevas colegas del Congreso (como Ilhan Omar, quien recientemente acabó con el desgraciado Eliot Abrams, citando sus crímenes de guerra en una vista en la Cámara de Representantes) es por lo menos una revelación de que “business as usual” está matando al planeta. Lo que no se sabe es qué nivel de cambio podemos lograr en el sistema económico, y si todo este discurso del “socialismo” ha llegado a tiempo para salvarnos la vida.