«American Sabor»: estampas de latinos en la música popular de Estados Unidos
Esa y otras escenas de Our Latin Thing representan parte de la «invasión» latina en Nueva York, con la subcultura de la salsa como la esfera que aglomera comunidades puertorriqueñas, dominicanas, cubanas, negras, blancas, judías…
“La salsa no es un ritmo, es un concepto de inclusión”, dice Willie Colón en otro filme, el cortometraje The Palladium Ballroom, el cual forma parte de la exhibición “American Sabor: latinos en la música popular de EE.UU”, expuesta actualmente en el Museo de las Américas del Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan.
En Nueva York, la inmersión de la música latina ya tenía sus antecedentes previo a la aparición de la salsa. De la misma forma, en el resto de los Estados Unidos la música de las comunidades latinas en fusión se fue difuminando de forma fragmentada y con manifestaciones tan heterogéneas como la gran diversidad de personas y culturas que quedan sintetizadas bajo el término de “latino”.
«A través del siglo XX, la inmigración del Caribe de habla hispana dio forma al panorama musical neoyorquino. Los músicos cubanos impactaron con la rumba, el mambo y el cha cha chá, y los puertorriqueños fueron innovadores en el mambo, la salsa y, más tarde, el hip hop. A finales del siglo XX llegaron muchas personas de la República Dominicana y trajeron consigo sus propias tradiciones musicales».
Así se explica en uno de los volantes informativos de la exhibición «American Sabor», la cual ofrece un recorrido visual que busca evocar el sonido y la estética popular de lo latino en la música de Estados Unidos desde 1940 hasta el presente. Para esto cuenta con una amplia documentación compuesta por fotos de prensa e ilustraciones de discos, acompañada por textos que narran la historia de sus múltiples manifestaciones, desde el cha cha chá, el merengue, el mambo, bugalú, salsa, folk y el corrido.
El material visual de la muestra está montado en paneles de por lo menos tres piezas que constituyen cada cual un espacio, un fragmento de ciudad y un momento histórico plasmado en imágenes y textos que pretenden sonar lo latino, trasformado aquí en objeto cultural de en una muestra de carácter didáctico.
No es necesario seguir una dirección o un orden en la muestra, los 2,500 pies cuadrados de la Sala 3 donde se exhibe se pueden recorrer saltando de secciones a gusto, atravesando escenarios, personajes y relatos como si se pasaran las páginas de una revista de la cultura pop, o como sintonizando distintas emisoras de una radio que solo transmite música latina. De hecho, también hay una estación con audífonos que permite literalmente escuchar música, dividida de acuerdo a su ciudad de procedencia.
La sección de Nueva York debe resultar bastante familiar en Puerto Rico, pues va de la Fania All Star al hip hop y el reggaetón. En la de San Francisco, California, se explica que antes de 1848, cuando California y el Suroeste Americano eran parte de México, el área de la Bahía de San Francisco continuó atrayendo a muchos inmigrantes mexicanos. Después de la Segunda Guerra Mundial, los clubes de música latina de la ciudad presentaban muchos actos mexicanos y caribeños.
“A mediados de la década de 1960, el activismo político en el área de la Bahía encontró su equivalente musical del rock latino. Bandas muy innovadoras y racialmente integradas como Santana, Sly and the Familie Stone y Tower of Power dominaban el panorama”.
Por otra parte, en Los Ángeles fue el rock ‘n’ roll el género que influenció por décadas, con bandas como Los Lobos y las aportaciones de mexicanos en los géneros del R&B, el punk y el hip hop en el Este, que hasta hoy continúa experimentando fusiones gracias a la imparable llegada de inmigrantes con nuevas ideas musicales.
En la sección de San Antonio Texas, se narra que en la parte baja del Valle de Río Grande predominó el “corrido anecdótico” y el “conjunto” basado en el acordeón, los cuales ya para la década de 1970 se habían mezclado con el country-western y el swing. En los 80’s y 90’s se consolidó la millonaria industria musical tejana alrededor de figuras como Selena y los Texas Tornados.
Pero el centro de la industria de la grabación de música latina se consolidó en Miami Florida, donde músicos incorporaron elementos del rock, pop, disco y funk con la música cubana. A mediados de los 1980, se dispara a nivel mundial el famoso Sonido de Miami, el Miami Sound, con influencias de disco y Freestyle.
Hoy en día son incontables los nombres de latinos y latinas representativos de la música popular en los Estados Unidos, convertida en una verdadera máquina industrial de representación sonora, cuyo evento cúspide son los Grammys Latinos: Ricky Martin, Marc Anthony, Jennifer López, Calle 13, Carlos Santana, el Pitbull, las leyendas Celia Cruz y Selena, la Fania All Star y Tito Puente, los Tigres del Norte, Gloria Estefan, etc.
Luego del recorrido por esta exposición, vienen a la mente varias preguntas. En primer lugar ¿quiénes faltan aquí? ¿Qué estarán haciendo los nuevos latinos y latinas, los que llegaron a Estados Unidos en medio de la nueva crisis del siglo XXI? ¿Cómo será su sonido? ¿Habrá block partys con nueva musía?, como los que se ven en Our Latin Thing. ¿Habrá algo nuevo sucediendo fuera del marco popular de lo latino, algo tan innovador que no sea percibido por el radar de las grandes disqueras, de la cultural popular y la industria del entretenimiento?
La muestra «American Sabor», fue creada por la Universidad de Washington y el Experience Music Project y organizada como exposición itinerante por el Smithsonian Institution Traveling Exhibition Services y estará expuesta hasta el domingo 6 de julio de 2014 en la Sala 3 del Museo de las Américas en el Cuartel de Ballajá, Viejo San Juan.