Amigas del alma
A ellas que me han dado tanto…
Si quieres ir rápido, ve sola;
si quieres llegar lejos, ve acompañada.
-Proverbio africano
Sobre mis columnas en 80grados me dice una lectora: “…Sé que estás bregando con la triste dimensión de la sociedad, pero me gustaría que incluyeras en tus profundos pensamientos (no apenamientos) la oportunidad de tener amigas del alma como tú…” La que me hace esta observación no es una lectora cualquiera. Es Eneid Routte Gómez, alguien que escribió por vocación, y escribiendo se ganó la vida y de paso, el respeto de los vivos y las vivas que tantas veces “la leímos” en sus columnas y reportajes del diario The San Juan Star.Eneid, la buena amiga y siempre periodista, me recuerda que no solo se me nota en lo que escribo los afanes y los temas que más duelen en la vida, sino que se me repiten y se me derraman en los textos. Hoy quiero complacer a mi amiga, compartiendo algunas ideas sobre la oportunidad de tener amigas del alma… como ella.
No me queda la menor duda de que es en la amistad donde las personas podemos tejer los afectos más genuinos y duraderos que tan imprescindibles son para el desarrollo. El psicólogo humanista Carl Rogers identificó cuatro requisitos de la amistad: la autenticidad, la empatía, la cordialidad y la disposición de apertura hacia el otro ser humano. Estas características suelen estar presentes en mayor o menor grado en las experiencias relacionales de convivencia en las familias, en los vecindarios, en las comunidades y en los escenarios laborales. Es, sin embargo, la posibilidad de profundizar y perfeccionar esas cualidades dentro del continuo de reciprocidades íntimas, lo que hace únicas las relaciones de amistad.
La amistad es un tipo de relación interpersonal, un sistema particular de correspondencias que opera desde los ejes del afecto y la confianza. Este vínculo se construye desde las necesidades y los valores solidarios. Se consolida en la consistencia de las prácticas de dar y recibir que van conformando una historia común entre las personas que se hacen amigas.
Viviendo en una cultura patriarcal que continúa minada de bloqueadores –no siempre evidentes- para la amistad entre las mujeres, una cultura que hace ver que cuando las mujeres se casan deben dejar a un lado sus amistades como indicador de madurez y de respeto al matrimonio, y que nos sigue mostrando en las películas y en las novelas que las mujeres competimos entre nosotras y somos nuestras peores enemigas, ciertamente es un gran logro el desarrollo de relaciones de amistad significativas y duraderas. Sin embargo, es evidente que las trasformaciones de las tradicionales y rígidas estructuras de la familia han sido propicias para el desarrollo de nuevos y valiosos vínculos relacionales desde la amistad, especialmente entre las mujeres.
Las amigas de hoy, en la mejor tradición del comadrazgo, compartimos los amores, los sentimientos y las responsabilidades de criar hijos, hijas, sobrinos y sobrinas; y según vamos sumando años, compartimos los desafíos del cuidado de nuestras madres y nuestros padres, así como los afanes más recientes de los nietos y las nietas. Es así, sosteniéndonos con las experiencias de vida compartidas, que nos vamos haciendo familias y nos reconocemos como amigas del alma.
Las amigas del alma, además de hacernos más hermanas caminando unidas en las luchas sociales, también podemos compartir una buena película, un par de copas de vino tinto o una taza de café –no siempre en ese orden- mientras cantamos boleros viejos o música de la nueva trova -que sigue tan nueva como todas nosotras. No nos molesta volver a contar las historias de lo que hemos pasado juntas, los errores que hemos cometido y las salidas y las entradas por donde nos hemos colado en distintos momentos de nuestras vidas.
En la amistad, entre risas y llantos, hemos sabido compartirlo todo: accidentes, enfermedades, sanaciones, corajes, desengaños, pérdidas, búsquedas, promociones, despedidas, homenajes, compromisos, cumpleaños, bodas, bautizos, separaciones, divorcios, rosarios de difuntos y toda clase de sueños. También, compartimos ropa, gangarrias, libros, recetas, flores, la mesa de los alimentos y la de la fe, techo, carro y, de vez en cuando, en lo que el hacha va y viene, nos hemos prestado dinero. De tanto procurarnos, acompañarnos, preocuparnos, buscarnos la vuelta, alegrarnos y querernos, sabemos que somos amigas del alma.
El alma, hemos creído y así lo registran los diccionarios –y que para bien sea-, es esa parte intangible, espiritual, que en unidad con el cuerpo, integra la esencia de lo que somos. En una discusión teológica memorable, un grupo de amigas nos enfrascamos por horas en un inquietante, profundo y sabroso conversatorio sobre la existencia del alma. Como buenas y diversas amigas, no nos pusimos de acuerdo. Pero, en lo que sí quedamos de acuerdo es en que si algún día nos convencemos de que el alma no existe, o si alguien nos la quitara alguna vez o si, por esas cosas de la vida, se nos perdiera el alma en algún camino, la tendríamos que inventar desde la amistad. Una vez llegamos a este nivel de amigas del alma, no hay nada ni nadie que nos quite lo vivido sabiendo que lo hemos vivido desde el supremo Amor que es la amistad.
Contar de verdad las unas con las otras, poder hablar por “nosotras”, reconocernos en lo que sentimos como en lo que pensamos, sabernos entre nosotras buenas personas por lo que somos, sentirnos seguras aun en medio de las dudas, querer amarnos para siempre, celebrarnos como incondicionales en la amistad, nos hace irremediable y felizmente, amigas del alma. ¿Qué te parece, Eneid, si lo decimos cantando? A la manera de la Canción de Caminantes de María Elena Walsh: “Ánimo nos daremos a cada paso, ánimo compartiendo la sed y el vaso…”
Canción de caminantes
de María Elena WalshPorque el camino es árido y desalienta.
Porque tenemos miedo de andar a tientas.
Porque esperando a solas poco se alcanza,
valen más dos temores que una esperanzaDame la mano y vamos ya,
dame la mano y vamos ya.Si por delicadeza perdí mi vida
quiero ganar la tuya por decidida.
Porque el silencio es cruel, peligroso el viaje,
yo te doy mi canción, tú me das coraje.Dame la mano y vamos ya,
dame la mano y vamos ya.Ánimo nos daremos a cada paso,
ánimo compartiendo la sed y el vaso.
Ánimo, que aunque hayamos envejecido,
siempre el dolor parece recién nacido.Dame la mano y vamos ya,
dame la mano y vamos ya.Porque la vida es poca y la muerte mucha,
porque no hay guerra, pero sigue la lucha.
Siempre nos separaron los que dominan
pero sabemos hoy que eso se termina.Dame la mano y vamos ya,
dame la mano y vamos ya.