Aun cuando creemos que no queda nada, si nos apretamos un poquito, si buscamos donde no hemos buscado antes, siempre nos queda algo, alguito que podemos sacar.
Aun cuando creemos que no queda nada, si nos apretamos un poquito, si buscamos donde no hemos buscado antes, siempre nos queda algo, alguito que podemos sacar.
Las amigas del alma, además de hacernos más hermanas caminando unidas en las luchas sociales, también podemos compartir una buena película, un par de copas de vino tinto o una taza de café –no siempre en ese orden.
La oportunidad está servida. Lamentablemente, también está servido el oportunismo. Tenemos la opción de escoger y la responsabilidad moral y profesional de hacerlo bien.
Te celebro como padre y como abuelo Oscar y quiero pensar que tu ejemplo de hombre amoroso, sincero y sencillo, se pueda convertir en una convocatoria.
Lo único bueno que trajo el embarazo a la vida de esas niñas fue la posibilidad de “dar a luz”, visibilizar y lograr que cesara una historia de abusos sexuales que había estado escondida en la privacidad y sacralidad de dos familias tradicionales.
Las prácticas de la violencia se han vuelto tan “familiares” y “normales” como los gestos y las caricias propias del amor. En las recetas tradicionales de crianza y convivencia, la violencia sazona el amor.
Evidentemente, las feministas, esas “mujeres inmorales”, han hecho algo muy malo: quebraron el sistema y “amenazan” con hacer la paz con justicia.
Lo habitual, chismear, especular y derramar sobre la vida de las víctimas nuestros prejuicios, no le hace justicia ni bien a nadie, ni como individuos ni como pueblo. Las víctimas –todas- merecen respeto y justicia.