Basura: (así, con dos puntos)
El artista parece un loco obseso. Se mete en la playa y busca y recoge y descarta y guarda. De lejos la gente también lo mira. «Ah, sí, es un artista del Viejo San Juan.» o «No sé quién es. Algún loco más.» La búsqueda no cesa. Los sonidos del mar apaciguan los demonios del artista. El calor y el sudor lo aderezan y estimulan. La arena, las rocas, las algas, los árboles blancos y suavecitos. Y ese sol que de momento se mete en los ojos y arrebata cegando y alumbrando la pieza esa, la pieza otra.
El camino al taller se transforma. Esas cosas, esas exbasuras pesan. Muchas son difíciles de cargar. Otras son livianas y juguetonas. Las paredes de las casas, los adoquines de las calles un poco desaparecen. El espacio es ocupado por esa única imaginación que se activa cuando uno camina pensando, imaginando, embelequeando. Todo se obnibula. Y al artista lo entretiene una música que le sale de adentro y lo hace bailar con sus cachivaches nuevos.
Llega al taller de momento como si lo hubieran teletransportado. La cuesta, los pasos, el sudor, el esfuerzo nunca fueron. Está allí inmediatamente frente a su puerta. Mira la oscuridad de adentro. La pupila encogida puja para hacerse grande y desalojar los residuos de sol que todavía doblegan sus párpados. Entra con sus tereques. Se sienta frente a ellos. Los remira. Se ven diferentes. Lo oscuro le descubre otras cualidades. A veces parecen otros objetos. La luz entra rectangulizada por la puerta y los siluetea. El poderoso sol cenital ya no los pinta. Sin los sonidos del mar se transforman aunque preservan su maravilla original. La original que obtuvieron con la mirada original del original artista.
El artista mira a su derredor. Allí están sus últimos cuadros conviviendo con soldaditos de plástico mutilados por la fatalidad (¿por la guerra?), con suelas de zapato esmeriladas, con plastiquitos de origen desconocido, con enchufes pulidos, con y con y con…
A veces es el color. Otras, las formas, la combinación de formas. De vez en cuando son accidentes. Pura casualidad. Otras veces es la razón de una idea vieja y profunda cargada en el corazón. Muchas veces es puro juego. Pura puerilidad. No importa la razón que sea, las exbasuras se agrupan por la mano del artista. Dialogan entre sí a través de sus dedos.
Reivindicadas se erigen como obras de arte. Nos hablan de su pasado. Nos hablan de la sociedad de consumo que las creó y las desechó. A veces recuerdan el mar que las acarició. Nos hablan de la posibilidad de llegar a ser otra cosa después de su antigua basurilidad. Son otra cosa. Han adquirido futuro. Proponen futuro. Hablan del futuro. Son prueba de que el futuro es posible. El desecho transformado en posibilidad.
Este texto pretende ser un mapa, limitado e insuficiente, que marca las coordenadas de lo que será Basura: (así, con dos puntos). Un documental lírico sobre Nick Quijano y sus basuras y sus futuros.