Blade Runner 2049: ¿Quién es K?
Ahora en 2049, treinta años después, otro Blade Runner, el agente K (Ryan Gosling), un Nexus-9 (los que cazaba Deckard eran Nexus-6) va en una misión para disponer de un replicante más viejo, pues todos los viejos modelos han sido declarados “ilegales” y hay que “retirarlos”, un eufemismo para matarlos. Contrario a Deckard K trabaja solo porque tiene un dron que emerge de su auto cohete para fotografiar los alrededores en donde se conducen los arrestos y conservan las pruebas necesarias. De ese encuentro con el Nexus-8 Sapper Morton (Dave Bautista) K se topa con una muestra sorpresiva: una caja enterrada que contiene un esqueleto. No revelaré lo que contiene porque da lugar a la trama compleja de la película que de ahí en adelante se convierte en un thriller noir que requiere mucha concentración. Los que recuerdan bien el filme original podrán detectar algunas referencias críticas para resolver el misterio, pero aun sin tener ese conocimiento el espectador podrá ir descubriendo poco a poco lo que significan las pistas que K va acumulando hasta desenmarañar el rompecabezas.
La jefa de K, la teniente Joshi (Robin Wright) lo tiene en una traílla corta y lo manipula como le viene en gana porque K, por ser un replicante, no es bien visto por los otros policías, muchos de los cuales le dicen improperios cuando se cruzan con él en los pasillos de la jefatura policiaca. La gente que sabe que es un Blade Runner le dicen “Skinner” refiriéndose a que debajo de la piel vive alguien formado por ingeniería biológica. Dado su origen, K vive solo con Joi (Ana de Armas) una amiga-novia que es un holograma construido por la antigua compañía Tyrell que era la que formaba los replicantes. El emporio biotecnológico ha sido comprado y es ahora manejado por un hombre llamado Niander Wallace (Jared Leto). Este tiene una replicante llamada Luv (Sylvia Hoeks) que equivale a los matones de los gángsters de las películas de la época de oro de Warner Borthers. De hecho, según comienza la cinta a identificar las casas productoras y a los que la lanzan al público, la influencia de WB queda diáfanamente clara.
Hay nuevas avenidas filosóficas que explorar en el filme. En el original el creacionismo, el poder del creador, el fratricidio y el parricidio figuraron de forma prominente. En este hay referencias a todas esas, pero la otredad y la identidad se convierten en símbolos intensos que influencian la trama de forma inquietante. Joi, el holograma que convive con K necesita entrar al cuerpo de otra mujer para poder expresar físicamente su amor por él. Esta secuela en el filme resulta ser un gran logro de efectos especiales, el editor fílmico Joe Walker y la cinematografía del gran Roger Deakins. La posibilidad de habitar al otro (o a la otra, como es el caso aquí) ha sido un preocupación antigua que se manifiesta entre los religiosos como la posesión por un demonio. Además, lograr que una visión holográfica sea motivo de pasión y amor tiene sus contrapartes en la vida real. Alguien enamorado a lo adivino presto a escribir sonetos y poemas de amor (digamos Dante) es la versión sublime; alguien que le hace el amor a una muñeca inflable es una de las más vulgares manifestaciones.
No tengo dudas que la dualidad de la personalidad del policía, que es un tema crítico, casi dueño del filme, es una referencia al K de “El juicio” de Kafka y que el filme tiene un barniz kafkiano. Por supuesto la K puede ser tan sencilla como que es la inicial de Philip K. Dick, el autor de la novella en que está basada la película original.
Los guionistas Hampton Fancher y Michael Green sostienen esa pregunta de otredad o dualidad no solo con Joi sino con el mismo K cuya identidad se cuestiona él mismo, y que está complicada por el hecho que a los replicantes se le implantan memorias falsas. Pero, ¿es K quien él cree que es? Si no, ¿quién es K? Una razón para el implante de memorias es para que se sienta parte del mundo que le toca vivir y que tenga por lo menos el sosiego de la tergiversación que es vivir de las memorias de otro. La pregunta es obvia, ¿cuántos seres viven de memorias adueñadas que los hacen felices? Es un nuevo giro a las inquietudes filosóficas que el filme original trajo a la pantalla.
He visto este filme tratando de evitar las comparaciones, entendiendo que se tiene que sostener en sus propios logros y valores, pero los guionistas y el director Denis Villeneuve me han hecho la tarea difícil. Hay que recordar que Hampton Fancher escribió la original y eso parece dificultar la supresión de esa “memoria de artista” que se traduce muchas veces en repeticiones. La mujer que se funde con el holograma Joi parece una copia de Pris, Darryl Hannah en la cinta original, y hasta se parece a ella; Luv es una replicante más letal que Pris y Zhora (Joana Cassidy) juntas, las escenas casi al fin del filme transcurren en el edificio Bradbury (que figuró de forma importante en el anterior; y algunos otros detalles. También podemos culpar a los guionistas de que el filme está plagado hacia el final de luchas mano-a-mano demasiado prolongadas.
La dirección de Villeneuve está en la cresta de la ola en los intercambios entre K y otros personajes como Joshi y Deckard, y la relación de K con Joi. También sobresale su manejo del ritmo fílmico que convierte la cinta en un noir eficiente y misterioso.
Como grupo los actores son sobresalientes. Ninguno, sin embargo, como Ryan Gosling quien muestra un aplomo sincrético —¿es replicante construido o engendrado?— que nos convence de la dualidad que lo hace una especie de intruso en el mundo natural. Gosling puede ser tierno sin emoción y emocional sin dejar de ser un replicante con fuerzas sobrehumanas. Es parte del misterio de la cinta, que el espectador no le pierda la pista a cómo K responde a ciertas situaciones, pues en ellas está parte de la solución al misterio. La de Gosling es simplemente una actuación de altos quilates.
Salí del filme preocupado por la posibilidad que se quiera hacer otro capítulo de Blade Runner. Ya estaría demasiado alejado de Philip K. Dick y su inigualable apreciación de cómo el futuro se complica con el avance de la ciencia, no por la ciencia en sí, sino por que cae en manos inescrupulosas. Sería difícil sobrepasar los argumentos y las interrogaciones filosóficas del original y de este sin convertir el filme en algo que lo acercara demasiado y únicamente a lo alegórico. Peor: me sospecho que sería otro filme más de ciencia ficción en el que predominarían las luchas, las explosiones, los efectos especiales y que difícilmente tendría un efecto especial en nuestro cerebro.