Bufé, la primera novela de Yvonne Denis
En su primera novela, Bufé (Isla Negra Editores, 2012) , Yvonne Denis Rosario propone una detallada radiografíadel mundo legal corporativo puertorriqueño. La novela está construida con la yuxtaposición de dos planos narrativos. El primero conforma los recuerdos en primera persona de la niñez de la protagonista, Marina Algas; el segundo, narrado en tercera persona, su incursión y ascenso en el Bufete Corporativo McCormick.
La primera persona nos permite atisbar en la felicidad de la infancia de la protagonista. De sesgo poético, el relato de Marina, rememora sus vivencias en una familia mestiza de clase trabajadora, que poco a poco va cediendo a las ilusiones de la buena vida que promete el capital, y que, gracias a un negocio propio (una lavandería), logra ascender económicamente a la clase media puertorriqueña. El recuerdo fundante de la narración, la primera vez que Marina limpió un pescado, propondrá el espacio marino como alegoría de la sociedad que se quiere presentar. Además, en esta sección se evocará con alegría y cierta nostalgia, la figura del padre pescador, quien “sólo tenía un noveno grado y muchos deseos de superarse”. Es a partir de esta figura que se organizan las vivencias de la familia. Desde ese pasado idílico Marina reconstruye la forma de vida de una familia de la desparramada ciudad de San Juan que va cediendo a las demandas del capital y que negocia el vínculo familiar por la posesión material. La memoria del pasado se detiene justo con la muerte del padre.
En contrapunteo con el relato memorioso, se presenta la tercera persona que relata a modo de thriller la inserción de Marina en el mundo legal corporativo puertorriqueño. Marina, quien viene del servicio público, asciende en este recinto legal gracias a su capacidad e inteligencia y a las intenciones de uno de los socios administradores del bufete McCormick, el Lcdo. Garza. De corte mayormente realista, la narración reconstruye ese espacio del bufete corporativo a través del lenguaje de los gestos, las acciones, los objetos, marcas y maneras de actuar que definen a los protagonistas de este orbe corrupto. Sobre todo, presenta el bufete como un laberinto, un callejón sin salida para la protagonista, quien al entrar en dicho espacio puso en juego mucho más que sus convicciones.
La recreación de este mundo corporativo nos recuerda el lugar de los sujetos en esta estructura de acumulación y concentración desregulada de capital emblemática de la globalización económica y del neo-liberalismo. Lo interesante aquí es como Bufé da cuenta de la producción de la diferencia social en el mismo sistema de justicia del país. A través de la reconstrucción de la reproducción y ampliación progresiva de la jerarquía hasta el punto del exterminio de algunos de los personajes como expresión de su éxito, Bufé explicita la relación entre capital y muerte, necesaria a la corporación1 La presentación del bufete de abogados MacCormic , a veces hiperrealista, otras grotesca y bufa –como apunta el mismo título de la novela-, explicita la brecha abismal entre los que poseen las riquezas y el poder y los que no en una jerarquía armada desde la corrupción y la impunidad; estrategia clásica de una clase profesional que parece encontrarse más allá de la ley. La novela presenta, a veces maniqueamente, un mundo infernal donde los sujetos están comprometidos a mantener a toda costa la jerarquía, para lograr la efectiva explotación de los sujetos. Como bien ha apuntado Rita Laura Segato: “Es en la exclusión y su significante por antonomasia: la capacidad de supresión del otro, que el capital se consagra” (Segato, 16). Y no es casual que en el cuerpo donde se exprese el lenguaje de violencia del capital sea precisamente en el de Marina, cuerpo de mujer mulata que funciona alegóricamente como el territorio sacrificial de la maquinaria explotadora de la corporación en ese mundo sin redención del bufete.
La novela, además, dibuja una cartografía del devenir del San Juan metropolitano de las últimas décadas. Recorremos los espacios vitales de la protagonista- Piñones, Cantera, Carolina, Santurce, Río Piedras, Hato Rey. Los ecos de “En el fondo del caño hay un negrito” se dejan escuchar en Bufé. José Luis González magistralmente recreó y cuestionó el proceso de modernización del San Juan de los cuarenta y cincuenta a partir de la revelación de la situación de miseria en la que vivían los personajes del Caño Martín Peña, uno de los espacios marginales de esa ciudad sorda a la pobreza y el hambre.
En Bufé, justo del otro lado de Hato Rey, en la Milla de Oro, Yvonne Denis Rosario retrata el inhóspito y aterrador mundo corporativo contemporáneo desde los ojos de quien logró la entrada temporalmente al San Juan del tardo-capitalismo. Si allá el caño era la metáfora de la podredumbre de una sociedad que imposibilitó la integración de un sector social y no ofreció salida al negrito Melodía, acá el bufete y sus cañerías son el espejo de lo putrefacto de la sociedad corporativa. Pero el eco de “En el fondo…” también se siente en la reconstrucción material del espacio, en la importancia de las condiciones materiales de sus personajes, en la mirada de la narradora y protagonista, quien busca su lugar en una ciudad caótica, insensible a la pobreza y las diferencias. Al igual que Melodía, Marina se interna en las aguas podridas de una sociedad, quizás también buscando un reflejo, y no encuentra salida.
- Para un lúcido análisis de la relación capital-muerte, ver el ensayo de Rita Laura Segato, La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía y crímenes de segundo Estado. México, DF: Universidad del Claustro de Sor Juana, 2006. [↩]