Canción neonazi
Cuando hablo con mis amigos o mi familia en Puerto Rico y me cuentan sobre la violencia en el país, me parece una situación terrible–guerra sobre control de puntos de drogas, secuestros, violencia contra mujeres y personas LGBT. Pero acá en los Estados Unidos tenemos otro tipo de problema: te matan por estar sentado en un cine esperando para ver la película de Batman, o rezando en un templo porque pareces árabe, aunque no lo seas, y si fueras árabe igual es un crimen que le resulta inimaginable a cualquier persona con un mínimo de consciencia humana.
Los dos actos salvajes que ocurrieron con una semana de distancia entre uno y otro, fueron perpetrados por hombres blancos que evidentemente padecen de enfermedades mentales, pero también surgen de una tendencia que va empeorando con la crisis política, económica y social que estamos viviendo en este momento. Este deterioro se puede atribuir a un fracaso casi total de lo que llaman el sueño (norte)americano, que le da fuerza a unas tendencias que han existido en la era (pos)moderna desde la década de los ’80. Existen grupos de individuos enajenados del país en que viven, un país que se está transformando en uno con una población multicultural. Hay una tendencia que está basada en el convencimiento de que todo lo que dice en la Constitución de los Estados Unidos, después de aprobada la enmienda 14, no es válido para justificar todas las posiciones contra los impuestos, el control de armas, y el gobierno federal que provienen de un racismo profundo que pretende definir lo que es el verdadero (norte)americano.
Es cierto que no podemos vincular los asesinatos de los asistentes al midnight show de Batman en Aurora, un suburbio de Denver, Colorado a un movimiento separatista o racista, pero ese crimen se puede entender como un síntoma del ambiente que permite el que cualquier persona tenga acceso a armas que se usan en operativos militares. El acusado en este caso, James Holmes, no es necesariamente un racista, pero aparentemente creía que podía resolver sus problemas con el uso de un Smith & Wesson M&P 15 que le permitió herir a 70 personas en dos minutos.
En su columna publicada en nbclatino.com, el professor Stephen A. Nuño sugiere, medio en broma, que quizás ya es tiempo de considerar internar hombres blancos bajo sospecha de que pueden cometer actos de terrorismo. “I know a lot of white people. Some of my best friends are white, and they are overwhelmingly peace-loving people,” escribe Nuño. Pero tipos como “Wade Michael Page, JT Ready and Jared Loughner all have an overwhelming sense of entitlement. Even liberal white males, folks like James Holmes, can be dangerous when they feel this sense of entitlement slip through their fingers.”
Referiéndose a Holmes en la misma oración en la que se menciona a Wade Michael Page, el neo-Nazi que mató 6 Sikhs y un policía en un suburbio de Milwaukee, Wisconsin; Jared Loughner, el que hirió a la representante Gabrielle Giffords in Arizona, y JT Ready, otro neo-Nazi que mató a su familia en Arizona; Nuño hace una conexión entre actores explícitos en su racismo y los que simplemente se sienten con derecho a expresarse de una manera súper violenta con armas militares. (Hay un comentario interesante sobre el subtexto racial en Aurora aquí pero no se sabe, y no sé si se va a saber, si las dinámicas raciales de Aurora afectaron de algún modo los actos de Holmes.)
Al fenómeno de los movimientos racistas y anti-gobierno federal se les relaciona con grupos tan antiguos como el Ku Klux Klan, pero se puede decir que los payasos se han cambiado de ropa. Desde la década de 1980, un periodista llamado James Ridgeway estaba reportando sobre un movimiento que empezó con un el grupo extremista Posse Comitatus, que tenía como filosofía que la constitución ya no era válida y que solamente el documento original aplicaba y que la libertad tendría que ser obtenida exclusivamente a través de las leyes de los estados y no la ley federal. Estos grupos formaron lo que se llaman militias, pequeños ejércitos imitando a los que ganaron la independencia en el siglo 18, para defender terrenos de campos aislados, y produjeron literatura y hasta un “género” de música que inspiró al mismo Timothy McVeigh, el líder del ataque contra el edificio del gobierno en Arkansas en 1995.
El crimen perpetrado por el acusado Wade Michael Page contra los Sikhs en Wisconsin fue claramente precedido por un reporte generado por la oficina de Janet Napolitano del departamento de Homeland Security llamado “Right Wing Extemism: Current Economic and Political Climate Fueling Resurgence in Radicalization and Recruitment.” En este reporte mencionan que el Southern Poverty Law Center advirtió que “large numbers of potentially violent neo-Nazis, skinheads, and other white supremacists are now learning the art of warfare in the [U.S.] armed forces.” Y eso fue exactamente lo que pasó en este caso. Page pensaba que los afroamericanos eran los que mandaban en el ejército, se emborrachó, regresó a su pueblo, perdió su casa, formó una banda de rock racista, y decidió “defender” a su raza de la extinción. La canción neoNazi.
Pero aunque personas como Page matan gente con impunidad, es necesario recordar que cuando salió este reporte fue denunciado por el líder respetable del partido Republicano, el senador John Boehner, y en un país donde uno puede ser considerado sospechoso simplemente por el color de su piel, no hay reclamos para rechazar estas políticas racistas y violentas. Incluso, se ha reportado recientemente que hay una cantidad de racistas abiertas en las fuerzas armadas hoy día debido a la dificultad de reclutar soldados para las guerras en Iraq y Afghanistán, y cuando alguien se queja de esto, lo ignoran o lo tratan de silenciar.
Pero los racistas explícitos ocultan otra práctica del “racismo casual” que se encuentra en la variedad de insultos que le dan al Presidente Obama, que se justifica por razones políticas. En Puerto Rico, la influencia de esta tendencia de los Estados Unidos se encuentra en la Heidi Wys y su ahora famoso tweet, típico de la propaganda del “Tea Party,” así nombrado por su dedicación a retornar al siglo 18. Pero en realidad ellos quieren retornar al siglo 19, antes de que se aprobara la enmienda 14, que dio una forma de igualdad a todos los ciudadanos, muchos que antes se consideraban menos que humanos. Aquí como allá, el público esta bostezando, y no se denuncia esta política como parte de un sistema de pensamiento podrido y abominable para los que se consideran seres humanos.
Debido a estas tácticas, todos en los Estados Unidos y Puerto Rico estamos en peligro de convertirnos en una ignorancia y pobreza de humanidad que caracteriza lo peor de los días de la segregación del sur de los Estados Unidos, como se puede ver en este anuncio que me mandaron el otro día:
Aprenda a usar su arma, que es su derecho garantizado por la constitución para defenderse contra los que amenazan su libertad, y si es necesario, matarlos: su vecino, negro, latino, árabe, socialista, o cualquier zángano que votó por Obama. Bienvenidos al mejor país del mundo, donde la libertad se consigue con balas entendidas.