Carta abierta a mis compañeros y compañeras de la huelga estudiantil 2017

Asamblea Estudiantil UPR. Huelga 2017. Foto por Pablo Pantoja.
Antes de comenzar, quiero dejar claro que esto no es un documento de análisis del proceso huelgario de 2017 ni nada por el estilo. Tampoco pretendo adjudicarnos exclusivamente la botá que le dio el pueblo a Ricky Rosselló. Aclarado el asunto, vamos a lo que vinimos.
Hubo días en la huelga estudiantil de 2017 en los que pasaba mucho, pero no pasaba nada. Días en que el silencio en el recinto era desesperante. En uno de esos, recuerdo ver una compañera cerca del área de Servicios Médicos y el Centro de Estudiantes llorando. Le pregunté si estaba bien, a lo que me respondió que su familia la había botado de su casa por participar de la huelga. Ese hecho me voló la cabeza. Es el tipo de cosas que sabes que suceden, pero que cuando las tienes de frente son un ‘reality check’. No recuerdo bien lo que le contesté, pero ciertamente me quedé con ese momento grabado. Tengo vivito en la memoria cuestionarme esa tarde si estábamos haciendo los correcto. Esa pregunta no logré responderla en ese instante, pero lo que si concluí fue que estábamos solos. Pensé que éramos estudiantes hablándole a un país que, por la razón que fuera, no le interesaba escucharnos.
En ese entonces, fueron muchas las cosas que intentamos transmitir al país. Recuerdo que tomamos la auditoría de la deuda como una de nuestras banderas. Repetíamos casi como un mantra que era imposible que la juventud pagara una deuda sin nombre. Una deuda de otros. Una deuda que separa familias al forzar la migración. Una deuda criminal. Eso era simplemente inaceptable.
También le hablamos al país sobre las mafias de políticos, banqueros y amigos que se enriquecían de la crisis. La crisis de la mayoría, no ha sido otra cosa que la opulencia de los Elías Sánchez, los Anaudi, los Isoel Sánchez, los Alberto Velázquez Piñol, los Miguel Sosa Suárez y muchos otros pillos de manga y corbata. En numerosas ocasiones fuimos enfáticos en que el país era operado por grupitos corruptos inescrupulosos, que salivan por dinero. Inclusive, añadimos que eran ellos quienes realmente estaban en deuda con el pueblo. Por ello la consigna de “auditoría y cárcel a los responsables”.
Tampoco se me olvida que fuimos vocales señalando que había medios de comunicación y comunicadores que eran parte de la mafia institucional. Esto nos costó muchísimo, pero lo hicimos de frente y sin miedo. Recuerdo las energías que se gastaban tratando de impulsar una narrativa alterna a la de estos grupitos poderosos con acceso directo y control de ciertos medios y programas específicos.
El tiempo, el cansancio y la frustración nos fueron desgastando y nunca quedó claro si habíamos ganado o perdido la huelga. La realidad es que eso de ganar o perder en los procesos de lucha es demasiado limitado. No es posible que sea la una o la otra. Hay contradicciones entremedio. De hecho, creo que el mal manejo de las contradicciones y complejidades de la sociedad contemporánea fue la principal fuente de desgaste. De todas formas, era injusto decir que habíamos ganado, pero más injusto era decir que habíamos perdido.
Veo lo sucedido en días recientes en nuestra Isla y siento orgullo de todos los errores y aciertos que cometimos en ese proceso. Siento orgullo de no haber sido de esos que el ex secretario de Departamento de Estado, Luis Rivera Marín, les otorgó una medallita por su trabajo como emisarios del Partido Nuevo Progresista durante la huelga. El tiempo mostro que esa medallita no es otra cosa que un trofeo a la falta de dignidad. Hoy queda probado que esa medallita no es otra cosa que una oda al acto de arrodillarse y humillarse por un par de migajas.
También siento orgullo de haber denunciado los intereses de aquellos llamados Profesores de Blanco, quienes planteaban que lucharían por nuestra universidad con los portones abiertos. ¿Alguien ha vuelto a saber de ellos? ¿Acaso convocaron aquellos congresos por la UPR que dijeron que harían? ¿Les han visto organizando actividad alguna para defender la UPR? La pregunta se contesta solita. No han hecho más que lanzar columnas desde sus escritorios mientras la Universidad que nosotros y nosotras defendimos a honra, se desborona en sus propias narices. El tiempo ha mostrado que no fueron otra cosa que jinetes de poca monta de la administración Rosselló. Administración que quedó al descubierto y que el país le pasó factura. Esos que vestían de blanco y que la pitaban cuando les tocaba debatir de frente, han quedado retratados para la historia. No hicieron otra cosa que hacerle el trabajo sucio a un gobernador y una administración que quedó desenmascarada en un chat.
En contraste, pienso en nuestros actos de desprendimiento por las causas justas durante dicha huelga. Recuerdo cómo nos movilizaba la dignidad y la indignación. Rápidamente me viene la Asamblea Nacional. Ese evento, con toda probabilidad ha sido el suceso más importante para la juventud puertorriqueña. Casi 15 mil jóvenes indignados. El Roberto Clemente no dio abasto. Pienso también en ese 1ro de mayo, en las asambleas rompiendo récord de asistencia, en la gente que se expuso por primera vez a un proceso de lucha y en la gente que desarrolló su consciencia gracias al proceso. Es esa la gente que está hoy en la calle, pero en esta ocasión con sus familias, vecinos, colegas profesionales, en fin, están en la calle con Puerto Rico.
Entonces, veo lo que ha sucedido en nuestra isla, veo la rabia, la indignación, la alegría de luchar, lo lindo de la amplitud, el triunfo y no me resta más que decir: “felicidades compañeros y compañeras, hicimos el trabajo”.