Cartas del otro lado…: puertorriqueños en Hawai‘i (Segunda entrega)
El “Puerto Rican Diaspora Documentary Project,” es una intervención foto-etnográfica financiada por el NEH en 1979-1982. Desde sus orígenes, el proyecto dialoga con los estudios caribeños y latinos, ya que fue informado por la propia experiencia de Frank Espada, miembro de una familia de inmigrantes puertorriqueños en Nueva York que tuvo su propia trayectoria como defensor de los derechos civiles y activista. [1] Espada también dialoga con los estudios africanos y judíos a través del uso de la noción de diáspora –concepto también central en el trabajo fundacional de Vêvê Clark (1991), Stephan Palmié (1995), Colin Palmer (2000), Brent Edwards (2003) y Yomaira Figueroa (2020a, 2020b)– pero resignifica el término al referirse a las migraciones coloniales en la comunidad puertorriqueña, una elección que generó controversia mientras la exposición viajaba a múltiples lugares de Estados Unidos entre 1981 y 1996 (Martínez-San Miguel y Ramos 1997).
Este proyecto fotográfico-documental fue archipelágico desde su comienzo. En primer lugar, Espada documentó la migración a «30 comunidades puertorriqueñas en todo el continente y en Hawai», redefiniendo los límites de los estudios sobre la diáspora afrolatina y caribeña en Estados Unidos. En segundo lugar, esta colección de imágenes e historias orales viajó a 40 sitios diferentes durante 15 años y finalmente se convirtió en un libro titulado The Puerto Rican Diaspora: Themes in the Survival of a People (2006). Por último, Espada incluyó la migración puertorriqueña a Hawai como una de las varias dimensiones archipielágicas en la articulación de la boricuidad diaspórica en los Estados Unidos.
Espada visitó Hawai‘i entre 1982 y 1983 y tomó cientos de fotografías y recogió aproximadamente 12 historias orales de miembros de la comunidad Borinki. Una de las principales contribuciones de Espada es su amplia comprensión de los complejos patrones de la colonialidad de las diásporas. En mayo de 2009, el Smithsonian National Museum of American History adquirió 83 impresiones fotográficas de la colección de Espada, mientras que desde 2010 las Bibliotecas de la Universidad de Duke tienen papeles, historias orales y fotografías de materiales que datan de 1946-2010 . El legado de Frank Espada fue el de preservar las voces e imágenes de los Borinkis a quienes entrevistó en Hawai‘i en la década del 1980. Gracias a este ejercicio de hacer visibles y audibles los relatos de los puertorriqueños en Hawai‘i, hoy nos llegan sus historias orales como ese mensaje que cruza desde el pacífico para reconectar a estos emigrantes boricuas con sus compatriotas en el archipiélago caribeño. Las historias que nos relatan estos compatriotas trascienden la melancolía y la tristeza para referirse a la formación de una comunidad boricua en Hawai‘i, que hoy tiene sus calles, restaurantes, archivos y hasta su propio libro de cocina. El proyecto monumental de Espada nos deja las historias, las voces y las imágenes de algunos miembros de la comunidad puertorriqueña en Hawai‘i como testimonio que todavía aguarda mayor estudio y difusión. Su aporte más significativo es visibilizar a los Borinkis como un elemento vital de la colonialidad de la diáspora boricua, pues en su libro este eslabón aparece conectado a las otras migraciones masivas más conocidas y estudiadas.
IV.
El próximo caso que me interesa comentar es “Vivir del cuento”, cuento en el que Manuel Ramos Otero explora una narración en tres voces: la de un escritor en un presente que tiene lugar en la década del 1980 y que se centra en su relación con Magali García Ramis a partir de la pasión compartida por los cuentos; el testimonio recogido en una carta escrita a fin del siglo 19 por Montserrate Álvarez, quien relata la experiencia de los puertorriqueños que fueron llevados a Hawai‘i como parte de un esquema laboral que ilustra la colonialidad de la diáspora archipelágica a principios de siglo veinte; y una narración histórica en la que se relata la colonización de Hawai‘i por los Estados Unidos. Lo que une estas tres voces narrativas es el dato histórico de la migración de puertorriqueños a Hawai‘i compartido en una presentación de Norma Carr en la conferencia “Imágenes e Identidades: el puertorriqueño en la literatura”, organizada en 1983 en Rutgers Newark por Asela Laguna. En otros lugares analizo diferentes aspectos narrativos de este cuento (Martínez-San Miguel 2021, Figueroa y Martínez-San Miguel); sin embargo, lo que me interesa para fines de esta intervención es comentar motivo de la carta en este relato.
Para pensar el trabajo que Ramos Otero hace con las cartas en este relato, me gustaría dialogar con el trabajo del conocido poeta, ensayista, novelista y crítico literario caribeño Kei Miller en su tesis doctoral “Jamaica to the World: a Study of Jamaican (and West Indian) Epistolary Practices.” Miller propone la carta como un género central para el Caribe diaspórico y archipelágico, porque las cartas ponen en práctica un discurso de la separación que responde a la fragmentación de la insularidad y al contexto de múltiples desplazamientos de los habitantes de esta región. En su tesis, Miller traza el origen del género epistolar en el Caribe colonial, a partir de las múltiples cartas y relaciones que se escribieron desde y sobre el Caribe desde la llegada de Colón a la zona en 1492. En las cartas caribeñas recorremos la emergencia de la voz local caribeña como parte del proceso poscolonial que informa a gran parte del Caribe:
La pregunta que plantea mi tesis no es la sociológica de las causas (¿qué explica estos múltiples movimientos?), sino la literaria y estética del género (¿cómo podemos dar cuenta de estos múltiples movimientos? ¿A qué forma de escritura puede recurrir el autor antillano para hablar de esta historia y esta geografía únicas?) La respuesta rotunda es la carta. Porque si el Caribe, por un lado, ha experimentado una larga historia de separaciones, la carta, por otro, es el género más evidente de esa separación. […] Sin embargo, mi sugerencia de un vínculo entre una tradición epistolar y la realidad caribeña debe ser cuidadosamente matizada –pues que el Caribe, por su particular historia y presente, haya llevado a cabo un discurso de separación no significa que la forma principal de ese discurso haya sido la epistolar. No lo ha sido siempre. Lo que quiero decir es simplemente que existe un profundo vínculo entre la cultura y la historia del Caribe y la forma de la carta. (Miller 13, mi traducción)
Propongo entonces que en el relato de Ramos Otero se utiliza la carta ficcional como referente histórico al discurso solidario que emergió por medio de las cartas de los Borinkis a sus contrapartes en la isla de Puerto Rico que le permite al narrador reflexionar sobre los vacíos en la memoria e historia colonial.
El cuento empieza con la carta de Monserrate Álvarez: “Me llamo Monserrate Alvarez y nací por el 1895, en un barrio de Manatí llamado La Florida que ahora me han dicho que es un pueblo… Hace más de treinta años que vivo aquí, en Molokai, con los leprosos. Llegué a Hawaii con el segundo embarque de puertorriqueños que trajeron para trabajar en las plantaciones, por allá por el 1901.” (49). Monserrate relata su experiencia en Hawai‘i, sobre todo el resentimeinto que los japoneses tenían contra los puertorriqueños en Hawai‘i, y el miedo que tenían las autoridades por haberse sublevado durante el viaje.
La carta pasa de la llegada accidentada de Monserrate a su gradual conversión en un residente de Hawai‘i:
Recuerdo que en Puerto Rico medíamos el tiempo por la frecuencia de los huracanes, pero aquí lo medimos por la erupción de los volcanes. Me han preguntado muchas veces si me siento puertorriqueño y siempre he dicho que sí; pero aunque no quisiera serlo no creo que me hubieran dejado olvidarlo. Hoy y desde que llegué a Hawaii he aprendido a sentirme hawaiiano: nos iguala la miseria del silencio voluntario del que espera una catástrofe natural que nos redima la culpa por estar desapareciendo del rostro de la Tierra, nos iguala el número. […] Siempre tuve la sospecha de que jamás regresaría a Puerto Rico… (57)
La carta de Monserrate relata su vida en Hawai‘i, incluyendo su reclusión en una colonia de leprosos en donde se casa dos veces y pasa 33 años. Al final del relato Monserrate tiene 88 años y descubre que no tiene lepra y ocurre aquí uno de los cruces típicos de los relatos de Ramos Otero:
Y entonces, de repente, llega una carta desde la colonia de Puerto Rico hasta la colonia de leprosos en Molokai devolviéndome de pronto la humanidad y ahora sí valgo como personaje de cuento, como trabajador inmigrante, como puertorriqueño, como leproso, y ya están revolcando la basura incoherente de mi historia para que esa tumba que todavía no reclama su inquilino reclame el epitafio que ustedes han escrito. (68)
El autor de la carta hace referencia al cuento de Ramos Otero como una carta que le llega de la isla de Puerto Rico y que lo valida como boricua y como ser humano. Carta y cuento se entrecruzan en la voz del cuentero para identificar otro hueco (o roto, como decimos en Puerto Rico) en la narrativa de la diáspora.
Sin embargo, en el cuento las cartas juegan un rol vinculado a la imaginación más que al testimonio. Al principio del relato el narrador escritor confiesa que no terminó de leer la carta de Monserrate, por lo cual el texto que leemos parece ser un ejercicio de la imaginación del escritor:
No terminé de leer la carta. Montserrate Álvarez es el tipo de hombres que son personajes de cuento, de esquina y de barra. Además, las cartas siempre reconocen la presencia inmediata de un lector que está dispuesto a creer todo lo que le cuentan. (50)
“Vivir del cuento” es una respuesta ficcional, un gesto de complicidad afectiva que transforma un vacío del conocimiento sobre la historia de Puerto Rico en un modo de recuperar una conexión entre el escritor y Magali, y entre ambos y su imaginario transgresor de lo puertorriqueño: “Yo solo sabía que tenía que contar algo por amor a Magali o al tiempo compartido con Magali, para que la distancia no fuera nada más que una llamada telefónica de Puerto Rico a New York, ni mucho menos la carta que Magali ni yo no nos escribiríamos aunque supiéramos que debíamos hacerlo” (60).
- …del otro lado
Nunca me ha interesado recuperar la genealogía biológica (que uno puede averiguar a través de las pruebas genéticas “23 and me” o en las pruebas del DNA mitocondrial que detectan la ascendencia materna y que en el Caribe hispano causaron furor porque prometían recuperar un pasado taíno (Martínez Cruzado; La Madrid, Brisu y Godreau) como si se tratara del último reducto de una identidad aborigen en una región del planeta habitada por muchas comunidades dislocadas. Prefiero los cuentos como esa alternativa donde es posible imaginar la otredad sin capturarla nunca.
En el caso de la migración boricua a Hawai‘i, las cartas e historias orales de los Borinkis pasan del testimonio que confirma que ocurrió tal evento al espacio en el que se imagina y reconstruye un relato de lo que parece remoto, pero no imposible. La carta es ese discurso que se emite desde un yo muy íntimo pero que se transforma en una “cierta fuerza comunicativa” (Rafael 93) dirigida a un tú que se desvía y multiplica en las resonancias polisémicas de la imaginación de un tercer receptor inesperado en el futuro. Y es precisamente desde ese lugar liminar del lector (esperado y accidental) donde escuchamos los murmullos y ecos de una boricuidad archipelágica que se manifiesta en ese trajín constante entre la escritura y la imaginación, entre el Caribe y otros mares, entre los que se fueron y los lectores a quienes se le dedicaron estas cartas del otro lado.
Referencias
Carr, Norma . (1987) “Image: The Puerto Rican in Hawai‘i.” Images and Identities: The Puerto Rican in Two World Contexts. Ed. Asela Rodriguez de Laguna. Transactions Books, pp. 96-106.
Clark, VêVê A. (1991) “Developing Diaspora Literacy and Marasa Consciousness.” \ Comparative American Identities. Ed. Hortense Spillers. Routledge, pp. 40-61.
Edwards, Brent. (2003) The Practice of Diaspora. Harvard University Press.
Espada, Frank. (2019a) A Short Story of My Life Until Now…. https://www.frankespada.com/about.html.
Espada, Frank. (2019b) The Book: The Puerto Rican Diaspora Documentary Project. https://www.frankespada.com/diaspora.html.
Espada, Frank. (2006) The Puerto Rican Diaspora: Themes in the Survival of a People. Clark Creative Group/Hemlock Printers.
Figueroa, Yomaira. (2020a) Afro-Boricua Archives: Paperless People and Photo/Poetics as Resistance. Post 45 Available from: https://post45.org/2020/01/afro-boricua-archives-paperless-people-and-photo-poetics-as-resistance/.
Figueroa, Yomaira. (2020b) Decolonizing Diasporas: Radical Mappings of Afro-Atlantic Literature. Northwestern University Press.
Figueroa, Yomaira y Yolanda Martínez-San Miguel. ““Afro-Caribbean and Latinx Archipelagic Connections: Boricuas in Hawai‘i” The Routledge Handbook of Caribbean Studies. Eds. Pat Noxolo, Kevon Rhiney and Ronald Cummings. Próxima aparición.
Lamadrid, Gil, Rima Brusi e Isar Godreau. (2007). ¿Somos Indígenas? Diálogo marzo-abril: 10–1.
Martin Robley, Laura, George Garcia and Julie Robley, eds. (1999) Recipes from the Heart from Hawaii’s Puerto Ricans. Morris Press. https://www.kaukauchronicles.org/recipes/recipes-from-the-heart-of-hawaiis-puerto-ricans-the-united-puerto-rican-association-of-hawaii-inc-1999
Martínez Cruzado, Juan. (2002) “The Use of Mitochondrial DNA to Discover Precolumbian Migrations to the Caribbean: Results for Puerto Rico and Expectations for the Dominican Republic.” KACIQUE: The Journal of Caribbean Amerindian History and Anthropology.
Martínez-San Miguel, Yolanda. “‘La puerta del mar’: ficción, historia y memoria en el imaginario decimonónico de Manuel Ramos Otero.” Homenaje a Manuel Ramos Otero a 30 años de su muerte. Cruce (May 2021): 98-121. https://issuu.com/revistacruce/docs/cruce_-_homenaje_a_manuel_ramos_otero_-_17_de_mayo
Martínez-San Miguel, Yolanda y Julio Ramos. (1997) “Liminares.” Special Section on “Displacing Citizenship/La condición puertorriqueña.” Revista de crítica literaria latinoamericana. 23(45), 219-228.
Miller, Kei. “Jamaica to the world: a study of Jamaican (and West Indian) epistolary practices.” PhD thesis. University of Glasglow, 2012. https://theses.gla.ac.uk/3597/
Palmer, Colin. (2000) “Defining and Studying the Modern African Diaspora.” Journal of Negro History 85(1-2), 27-32.
Palmié, Stephan. (1995) Slave Cultures and the Cultures of Slavery. University of Tennessee Press.
Rafael, Vicente. (2000) “The Undead: Notes on Photography on the Philippines, 1898-1920s” White Love and Other Events in Filipino History. Duke UP. 76-102.
Ramos Otero, Manuel. (1987) Página en blanco y stacatto. Editorial Plaza Mayor.
[1] Frank Espada (Francisco Luis Espada Roig) “nació en Puerto Rico en 1930 y emigró con su familia a Estados Unidos cuando tenía nueve años, estableciéndose en la ciudad de Nueva York. Estudió con el G.I. Bill en el Instituto de Fotografía de Nueva York, donde fue alumno del renombrado fotoperiodista Eugene Smith. Organizador y activista comunitario de toda la vida, Espada ha participado activamente en la National Welfare Rights Organization, la National Latino Media Coalition, la National Hispanic Manpower Association y la National Association of Puerto Rican Drug Abuse Programs. En la década de 1960, se involucró en el movimiento por los derechos civiles y trabajó para el Programa de Desarrollo Puertorriqueño de la Ciudad.” ( https://repeatingislands.com/2011/08/04/papers-of-puerto-rican-photographer-frank-espada-to-be-housed-at-duke-university/)..