Como es arriba es abajo
¿Cree usted en la astrología? No, yo soy Leo y los Leos no creemos en la astrología.
De las formas de predecir el futuro mediante la astronomía, dos figuran entre las más importantes y poderosas: la primera, que es tanto lógica como práctica, es aquella mediante la cual aprendemos acerca de las siempre cambiantes configuraciones – producidas por sus movimientos – del Sol, la Luna y las estrellas en relación consigo mismos y con la Tierra; la segunda es aquella por la cual examinamos los cambios ocasionados en el mundo a través de los estados naturales específicos de dichas configuraciones. La primera tiene su propia teoría y método, y es plausible en si misma a pesar de que no logra los resultados que obtiene en combinación con la segunda.
Claudio Tolomeo, Tetrabiblos.
Es un tema de nunca acabar, el tema de las creencias sin fundamento que tantos mantienen, creencias que no le hacen bien a nadie (exceptuando a los practicantes) y bastante daño a muchos – errores que pueden desembocar en horrores, especialmente cuando nos enteramos que hasta un presidente de los EE.UU. consultaba a un astrologo. No es bueno tomar por cierto lo que es falso, no solo por principio sino porque en nombre de muchas creencias falsas se cometen fraudes y alguna que otra salvajada. Lo siguiente no es para que usted dude de la astrología, ya que no dudo que los lectores de este sitio no creen estas cosas, pero le ofrezco algunos argumentos que le servirán para aclararle el asunto a algún pariente o amigo suyo que no lo descarte por completo.La milenaria astrología es una de las creencias más populares, junto a las visitas por alienígenos, (NO, no nos visitan). En tiempos pasados que se pierden en la prehistoria, las observaciones del Sol, la Luna y las estrellas demostraron una relación entre sus posiciones en el cielo con las estaciones y las mareas. Una vez al año el cielo nocturno mostraba la misma configuración de estrellas y estas regularidades permitieron predecir ciertos eventos astronómicos y terrestres – el universo era ordenado y predecible. Fue natural extender estas influencias de los astros sobre eventos terrestres a la influencia sobre el comportamiento humano con la intención de predecir nuestros destinos y así escapar del horror de la incertidumbre.
Sin duda hay eventos astronómicos que nos afectan: el Sol nos calienta con su luz y nos broncea la piel, y la luna llena en la noche oscura nos sobresalta con su luz pálida de muerte. Quizá, esa luz fuerte en el mundo oscuro pasado, privaba del sueño a algunos con problemas mentales que dormían al sereno, y al otro día se comportaban como “lunáticos”. Las constelaciones astronómicas fueron inventadas como forma fácil de recordar y orientarse en el cielo, y mantener una contabilidad de las estaciones, y era natural que en cierto momento se dijera, por ejemplo, que “el Sol se encontraba en Leo”. En particular, en su recorrido aparente por el cielo durante el año, debido al movimiento de la Tierra (eppur si muove, como no dijo Galileo ante sus acusadores), el Sol cruzaba delante de doce constelaciones, una por cada mes del año, que forman el Zodiaco (del griego «zodion» diminutivo de zoon, animal). Con el tiempo se comenzaron a notar regularidades, como que una vez al año el cielo nocturno volvía a ser igual y que la luna llena salía cuando el sol se ponía, y a poder predecir ciertos eventos astronómicos. Era natural extender estas influencias de los astros sobre eventos terrestres a la influencia sobre el comportamiento humano tratando de predecir nuestros destinos al igual que el de los eventos celestiales.
La identificación de los planetas con distintos dioses y los fenómenos relacionados a los eclipses de Sol y Luna abanicaron las llamas de la superstición. La irregularidad de éstos fenómenos implicaron una voluntad sobrenatural que por estos medios mandaba mensajes portentosos. El “Tetrabiblos (Los Cuatro Libros de los Juicios de los Astros)” es un tratado escrito por Claudio Tolomeo hace dos mil años y es el manual fundamental de la astrología, que todo buen astrólogo debería estudiar. Tolomeo dice (Tetrabiblos I.3): Incluso respecto a las cosas que habrán de suceder por necesidad, su impredecibilidad normalmente ocasiona una confusión demencial o una alegría inconmensurable, mientras que la presciencia acostumbra y sosiega el alma mediante la representación de aquello que ocurrirá como si estuviera presente, y la dispone para recibir cualquier cosa que aconteciera con serenidad. Cierto es, la incertidumbre nos genera ansiedad y todos quisiéramos saber qué ocurrirá en el futuro, aunque no estoy tan seguro que nos daría serenidad saber el día exacto de nuestra muerte.
La hipótesis astrológica “genérica” postula que el macrocosmos (el universo) y el microcosmos (el humano) están íntimamente relacionados: como es arriba es abajo dice el mítico Trismegisto. Del mismo modo que el universo contiene al humano, el humano contiene al universo. Esto se cualifica diciendo que “los astros inclinan pero no determinan” (en realidad una admisión de la falsedad ya que cubre todas las posibles incongruencias), o que las astros «significan” (pero no causan). Como sea, se espera algún tipo de correlación entre eventos astronómicos (fundamentalmente la posición del Sol y los planetas con respecto a las estrellas) con eventos humanos.
Esto lleva a la siguiente tesis básica de la astrología1, (aunque hay una variedad de astrologías): la posición de los planetas, el Sol y la Luna con respecto a las estrellas en el momento del nacimiento de una persona puede ser utilizada para establecer las cualidades básicas de la personalidad de un sujeto, sus tendencias de temperamento y comportamiento y para indicar los problemas más importantes a los cuales se enfrentará. Estos cuerpos también tienen influencia sobre los eventos cotidianos a los cuales se enfrentan individuos y grupos. El método de adivinación se llama horóscopo (del griego «ορός» (oros), horizonte, y «σκόπεω» (skopeo), examinar).
La variedad más común de astrología, la que se presenta en los diarios, revistas y programas de televisión, es la que se basa en los doce signos zodiacales, con fechas que indican que el Sol se encontraba proyectado frente a uno de ellos en la época de Tolomeo. En aquella época el Sol se encontraba en Leo entre el 23 de julio y el 22 de agosto, es decir que si su fecha de nacimiento caía dentro de este período usted era “Leo”. Para el caso de un horóscopo individual, se prepara una complicada “carta natal” (en nuestros tiempos se prepara por computadora, lo cual además lo hace más científico) para la fecha, hora exacta y lugar de nacimiento del individuo. Nadie define esta hora exacta ni piensa si el día antes del parto no había efecto, pero para colmo, en algunos sitios se realizan cesáreas en el momento astrológico favorable. De la posición del Sol, la Luna y los planetas y sus relaciones (se calculan conjunciones, cuadraturas, oposiciones y otros “aspectos”) se determina su personalidad y trayectoria por la vida. Se definen además doce “casas” («los campos de la vida donde las fuerzas planetarias se manifiestan, las áreas donde invertimos nuestras energías”.), que se relacionan con ciertos campos de experiencia (identidad, valores, introspección, etc.) asociadas con los signos zodiacales.
Cada uno de los doce signos corresponde a ciertos rasgos de personalidad como el siguiente:
Leo, es un signo de fuego, fijo, masculino, positivo. En este signo, el yo descubre su poder de crear, y proteger o protegerse.
Su figura: El león. Su lema, por excelencia: (Yo soy el centro). Tiene como su principal objetivo completar la estructura personal, afirmándose en sí mismo, sabiendo donde quiere y dándose la orden para actuar. Su principal objetivo, es: Yo quiero, y su interrogante: ¿Sé lo que quiero? ¿Cuánto valgo?
La estación es el verano (en el hemisferio norte) La maduración del fruto. Físicamente, rige: el corazón, columna y espalda. La persona superior: Irradia luz.
La persona inferior: es egoísta, déspota, arrogante, sumamente histriónica, hace el show, para lucirse. En el signo de leo, se comienza a ver una parte del individuo en cada cosa que hace. El yo soy comienza a mostrase y necesita dejar su marca a partir de la casa, donde está el Sol, ya que es su regente.
En la casa que está leo, se prueban ellos mismos, y necesitan ocupar un lugar central y además ser reconocidos y aplaudidos. Los leoninos pueden ser; perseverantes, déspotas, sinceros, creativos, resistentes al cambio. No le gusta la soledad, pues debe representar su show para los demás. Magnánimo, absolutista, irónico, mandón haciendo su voluntad. Hace las cosas a lo grande, le gusta el lujo y las diversiones etc. Dentro de las profesiones, puede ocupar puestos directivos, artísticos, todo lo que tenga que ver con el lujo, empresario, deportista, etc. Si a usted esta verborrea le significa algo me deja saber.
Es decir que se considera que todos los humanos (los sobre siete mil millones) se pueden catalogar en doce categorías de personalidad, cada una con unos seiscientos millones de personas, un insulto a la humanidad publicado por los diarios todos los días.
Muchas personas no entienden que las constelaciones no son unidades físicas sino que son figuras arbitrarias formadas por proyección. No existe además una frontera bien definida entre, digamos, Leo y Virgo, de modo que no existe nada que distinga exactamente cuando el Sol está en Leo y pasa a Virgo. Las estrellas que forman una constelación no se encuentran todas a la misma distancia y por ejemplo, la estrella más brillante de Leo (α Leonis = Regulus) se encuentra a una distancia de 77 años luz mientras que la segunda en brillantez (β Leonis = Denébola) se encuentra a una distancia de 36 años luz. (donde un año luz es la distancia que recorre la luz en un año a una velocidad de 300000 km por segundo). Vemos que el significado de “el Sol se encuentra en Leo”, o “la Luna en Acuario” es ambiguo y carente de significado ya que no es más que una descripción de algo que se ve en proyección y el Sol no está en Leo del mismo modo que usted no está en Nueva York, cuando se para frente a una foto panorámica de la ciudad. Las constelaciones se forman por las pocas estrellas más brillantes visibles a simple vista, pero hay millones que no vemos.
A pesar de estos errores conceptuales, y la probada inefectividad de la astrología, muchas (demasiadas) personas piensan que “algo hay”. Analicemos entonces la idea de un “efecto astrológico”, es decir algo que relaciona las estrellas con el Sol y la Tierra de tal forma que los humanos somos afectados. Sea cual sea la forma en que opera la supuesta influencia de los astros, por lógica caben solamente dos posibilidades para el efecto astrológico:
• Crece con distancia o no depende de ella, o
• Decrece con la distancia como todos los otros efectos que conocemos.
Si fuera lo primero entonces lo que importaría serían las estrellas y los objetos más distantes que nos rodean y de los cuales hay mayor cantidad ya que a medida que nos alejamos hay más espacio disponible (si suponemos que su densidad es constante, lo cual es razonable como primera aproximación). Los astrólogos tendrían que preocuparse por la posición del Sol con respecto a las estrellas más distantes e invisibles de la Vía Láctea, y hasta por las estrellas de la galaxia Andrómeda y por los Cuásares aun más distantes, en vez de las estrellas de las constelaciones que por ser las que son visibles a simple vista se componen de estrellas relativamente cercanas y brillantes. Podría inventarse una salida ad hoc, si se dice que crece con distancia hasta una distancia máxima luego de la cual no hay efecto, pero también así el argumento no cambia.
Si entonces consideramos la segunda opción, más acorde además con los otros efectos que conocemos (por ejemplo la gravitación o la brillantez de una estrella) entonces debemos considerar que la distancia del Sol a la Tierra es 260,000 veces menor que la distancia a la estrella más cercana (que es de 4 años luz) y millones de veces menor que la distancia a otras estrellas, incluyendo la relativamente cercana Regulus en Leo. Podríamos entonces concluir que las estrellas no pueden tener ningún efecto sobre nosotros en comparación con el efecto astrológico del Sol y que la ubicación del Sol con respecto a las constelaciones no es relevante. Lo que ocurre es que para Tolomeo no era evidente que el Sol era una estrella como tantas (ni es evidente para muchos de nuestros contemporáneos ya que no es evidente)
Considere además que debido al fenómeno de la precesión de los equinoccios, el eje de rotación de la tierra, como si se tratara de un trompo, cambia lentamente de dirección y así cambia el polo norte celeste, describiendo un círculo completo en 25,700 años. En la época de Tolomeo, el Sol al comienzo de la primavera se proyectaba, (“estaba en”) la constelación Aries, pero debido a la precesión en el presente se encuentra en Piscis. Es decir que si hace dos mil años alguien era del signo Aries por haber nacido cuando el Sol estaba en Aries, en el presente es Piscis. Es decir que aquellos que dicen ser Aries (nacidos entre el 21 de marzo y el 19 de abril) nacieron cuando en realidad el Sol se encontraba en Piscis. En realidad, como las constelaciones no son todas iguales en extensión, el tiempo durante el cual el Sol transita frente a una de ellas (vea la tabla) no es una constante como se utiliza en la astrología. Para colmo, el Sol durante el año cruza delante de trece constelaciones del Zodíaco y no solamente de las doce clásicas que se utilizan en la astrología. La constelación adicional es Ofiuco, y si una persona nace entre el 30 de noviembre y 15 de diciembre, entonces su signo astrológico debería ser Ofiuco. Si usted nació un primero de diciembre, el astrólogo le dirá que es Sagitario, pero por la precesión en realidad usted es Escorpión, pero dado que tenemos a Ofiuco entre las dos, en verdad que usted es Ofiuco y se quedó sin horóscopo. Pero no se preocupe, da igual.
A pesar de todo lo anterior, se han realizado estudios para ver si acaso existe algo, ya que como dicen algunos, “la ciencia no lo sabe todo”, y es cierto, pero algo sabe. En 1985 se publicó en la revista Nature2 el resultado de un estudio doblemente ciego sobre la tesis que la “carta natal” (o astral) describe rasgos de personalidad. El estudio concluye: La conexión esperada entre las posiciones de los planetas y otros objetos astronómicos en el momento de nacimiento y las personalidades de sujetos no existe. El experimento claramente refuta la hipótesis astrológica.
Otros estudios han comparado las lecturas realizadas por distintos astrólogos de una misma carta natal. En 14 estudios con 400 astrólogos participantes la correspondencia fue de tan solo 11%, un resultado no muy halagador, equivalente a obtener unos ocho diagnósticos distintos por parte de diez médicos a los cuales se les presentó el mismo cuadro. Podemos descartar como mero entretenimiento los horóscopos publicados en los diarios, criticados hasta por los astrólogos “bona fide”.
Si todo lo anterior aun no convence a su interlocutor, de quien solamente solicitamos que acepte la súplica de Oliver Cromwell, en una carta del 1650 a la asamblea general de la Iglesia de Escocia: Les suplico por las entrañas de Cristo, pensar en la posibilidad de que estén equivocados, considere lo siguiente.
En cualquier relación de causa y efecto, si la causa no cambia el efecto tiene que ser el mismo.
Todas las estrellas son la misma cosa: gigantescas esferas de gas (mayormente hidrógeno y helio). Difieren unas de las otras en la cantidad de gas – su masa – que determina la luminosidad, y en las distancias a las cuales se encuentran, que para nuestra galaxia, la Vía Láctea, va de 4 años luz (para la estrella más cercana al Sol) a 50 mil años luz aproximadamente. La vía láctea es un gigantesco sistema compuesto de un millón de millones de estrellas , gas (mayormente hidrógeno), y polvo interestelar, en forma de un delgado disco cuyo diámetro es de cien mil años luz. El Sol se encuentra a unos treinta mil años luz de su abultado centro, en los suburbios, y le da una vuelta en unos 250 millones de años. Podríamos decir que la edad de la Tierra es de 18 “años galácticos”.
Se estima que dentro de una radio de dos mil años luz alrededor del Sol hay unas cien millones de estrellas. De lo anterior podemos concluir que si las estrellas tienen un “efecto astrológico” entonces todas lo tienen, aunque podríamos esperar, dadas las diferencias mencionadas, que para unas fuera más intenso que para otras.
Por otro lado, si tuviéramos un millón de estrellas en un cierto sitio y un millón en otro sitio, estadísticamente no se diferenciarían en nada (del mismo modo que no hay diferencias estadísticas entre dos grupos de mil personas escogidas al azar de una misma población), por lo que el “efecto astrológico” de los dos grupos de un millón de estrellas debe ser idéntico.
Ahora, ¿Cuál es la diferencia cuando el Sol (o un planeta) se encuentra frente (“en”) Tauro o cuando se encuentra frente a Virgo? La única diferencia es que las millones de estrellas en la dirección de Tauro son otras que las millones en la dirección de Virgo, pero no hay otra diferencia, no difieren en su distribución espacial ni en sus propiedades globales o individuales. Y si no hay una diferencia entonces tampoco pueden tener un “efecto astrológico” que afecte de forma diferente los rasgos de personalidad o el destino de personas que hayan nacido cuando el Sol se encontraba frente a Tauro o frente a Virgo. Por lo tanto, que alguien nazca cuando el Sol se encuentra en un particular signo del zodíaco no puede tener efecto distinguible alguno.
Debemos agregar además que desde un punto de vista geométrico, en realidad cuando el Sol o un planeta “está” en Tauro, también lo está en las otras once constelaciones ya que la distancia entre la Tierra el Sol y los planetas es insignificante en relación de la distancia que media entre el Sol y las estrellas. Sería como pretender que hay una diferencia significativa con respecto a usted y la Luna en el horizonte, si usted se encuentra sentado a un lado de una mesa o a otro lado de la mesa.
Debería quedar claro que esas personas que continúan tendiendo fe en la astrología lo hacen a pesar del hecho de que no hay fundamento para sus creencias, y por cierto, contundente argumentación y fuerte evidencia de lo contrario. Pero eso es lo que quiere decir “fe”. El argumento de que a Fulano le funcionó, que el astrologo predijo algo que luego se cumplió, que le leyó su personalidad, se entiende como consecuencia del sesgo confirmatorio y la memoria selectiva y reconstructiva estudiado por sicólogos cognitivos (que aplica a todo tipo de predicciones por parte de “videntes”), junto a la generalidad y puerilidad de los pronósticos.
Frente a la evidencia refutatoria, frente al hecho que, por mencionar un ejemplo, las personalidades y destinos de hermanos gemelos son distintos, se puede responder con: “los astros inclinan pero no determinan”. Esta frase es simplemente un escape que permite mantener la creencia y la convierte en irrefutable. Sirve para atajar cualquier objeción y más que nada demuestra la invalidez de todo el asunto. Permite que el astrólogo se acredite los aciertos y excuse sus desaciertos sin poner a prueba la astrología. Además, nadie se acuerda de todas los vaticinios que no se cumplen.
Seguramente hay muchos que, al menos para justificarse, dicen que leen los horóscopos para entretenerse o divertirse. Es cuando van más allá de eso, aunque no lo admitan, que ocurre algo indeseable.
Quedan un par de asuntos . El primero es entender como, a pesar de todo lo anterior, sobre un cuarto (algunas encuestas dan un porcentaje bastante más alto) de la población de EE.UU. (y no dudo que es lo mismo en otras jurisdicciones) cree en la astrología y cree que la astrología es algo científico. Segundo, ¿si existen leyes para proteger al ciudadano del fraude, (los astrólogos cobran), porqué no las hay para tipificar al astrología, la homeopatía y otras prácticas fraudulentas como lo que son?
Todo surge de las disquisiciones de los textos herméticos supuestamente redactados por el mítico Hermes Trismegisto (el tres veces grande) y el dictamen: “como es arriba es abajo”. Lleva a argumentar que como Marte arriba es rojo, entonces Marte abajo significa sangre y guerra. Así cualquiera. Finalmente recurro a Shakespeare: «The fault, dear Brutus, is not in our stars, but in ourselves».
Concluyo con las siguientes opciones:
• Existen influencias astrológicas que contradicen la lógica y lo que conocemos del mundo, a pesar de la falta de datos y fundamento y las contradicciones internas a la astrología, o
• Los documentados sesgos cognitivos y errores de razonamiento, particularmente el sesgo confirmatorio y la memoria reconstructiva, explican las creencias astrológicas y el hecho que según algunos la astrología “funciona”.
Usted escoge.
- Jim Tester (1987). A History of Western Astrology. Ballantine Books. Historia de la Astrología Occidental. Siglo XXI editores. [↩]
- Shawn Carlson. A double-blind test of astrology Nature 318, 419-425 (05 December 1985). [↩]