Del periodismo público y su futuro
Ambos proyectos, Radio Universidad y Diálogo configuran junto a la vieja WIPR lo más trascendental que se haya fundado en Puerto Rico como medios de comunicación públicos. Los tres pasan hoy por su peor momento. “Sin rumbo”, como sostiene Claridad en un reportaje, pero también con pocas esperanzas.
Radio Universidad, de la mano de una dirección dislocada, sujeta a toda clase de arbitrariedades, corre el peligro hoy de perder su licencia si no empieza por cumplir y hacer cumplir su misión informativa. Y a saber qué pasará si prosperan en los tribunales las querellas por hostigamiento laboral radicadas por tres empleados. En dos años, mediante una decisión unilateral del Director que comenzó por eliminar de golpe el programa diario de noticias, se ha desmantelado el departamento dedicado a periodismo. Adjunto una foto que da cuenta de la desolación que reina en sus oficinas en un día cualquiera y a cualquier hora. Un lugar vacío, dotado de todos los equipos necesarios para la producción de un diario, que se queda en un limbo inmerecido, escandaloso ante los ojos de cualquiera que ame el periodismo y el servicio público.
Mientras universidades y empresas deliberan afanosamente sobre su inserción en el vertiginoso mundo de cambios que implican lo digital y las nuevas tecnologías, acá andamos empantanados en un conflicto inútil entre la comunidad y el Director de la Escuela de Comunicación, jefe supremo además de Radio Universidad. Así es: la mayoría de los docentes pide desde hace más de un año la reanudación del programa de noticias diario. Lo piden también los estudiantes y los empleados. Los senados académicos. Los profesionales representados en la ASPPRO. Los oyentes de Radio Universidad… y no pasa nada, sino algo peor.
Durante el mismo año que no escuchamos el programa diario de noticias se invirtieron $36,000 dólares en un nuevo programa semanal, de una hora, justo cuando se hacen cortes presupuestarios y se deja en la calle a docentes valiosos. Además de este gasto impropio, pues ningún programa semanal de radio en Puerto Rico paga $36,000 a su productor, la Escuela de Comunicación tiene otras querellas sobre decisiones que lesionan la reglamentación y el decoro académico. Se espera que la Rectora atienda esos reclamos de un momento a otro, pero el daño ya está hecho.
A Diálogo, por su parte, le vienen cortando las alas desde la Presidencia de la UPR hace ya años. Hoy cuenta con una tercera parte de lo que fue su presupuesto anual. Y su Directora es una funcionaria que sobrevive a base de la impostura, puesto que se trata de una persona sin las competencias mínimas para ese cargo.
WIPR, la corporación pública para la difusión, es la otra criatura abandonada a su suerte. Cada vez menos alternativa. Cada vez con menos sentido de dirección y rumbo.
En ninguno de los casos se trata de falta de potencial o de talento interno o externo. Son más bien víctimas de una lógica de poder que se asume más seguro mientras menos escrutinio público tenga. Por eso la primera víctima en Radio Universidad fue el programa de noticias diario. Esta es la venganza de un par de funcionarios, la ex Rectora incluida, por la función crítica que Radio Universidad cumplió durante la huelga universitaria de 2010-2011.
Se trata también de personas en posiciones de poder formadas bajo el imperio de los medios comerciales y que desconfían automáticamente de los medios alternativos. De autoridades que no creen en el periodismo público, en el periodismo cultural, ni tienen la capacidad de compartir un terreno transparente, en un ambiente de respeto y negociación como lo requieren esos espacios. Esta situación la empezamos a ver con Antonio García Padilla y ha terminado por imponerse con inusitada crueldad sobre un grupo de trabajo de estudiantes y periodistas de gran talento a quienes se les maltrata a diario en la medida que el destino de su trabajo se deja en manos de una persona incompetente.
De El Nuevo Día y El Vocero, de Univisión y Metro, podemos esperar un desplante perfecto si les reclamamos transparencia en sus procesos de toma de decisiones. Funcionan, antes que nada, para hacer dinero.
Pero cuando hablamos de “medios públicos”, hablamos de una extensión de la ciudadanía, de una dimensión política y cultural en la que prevalece el interés y el servicio público sobre cualquier otra consideración.
Mientras estas tres instituciones se gobiernen por decreto, al margen de la trasparencia y la colaboración que facilita el mundo digital y que promueve la cultura participativa emergente, no habrá esperanzas de cambio.