Días
Relato 118
Franqueó el limite que la puerta ofrecía al exterior. Salió como quien pasa de una edad a otra. Vacía de caminantes, la calle estaba rodeada de un tiempo nuevo, sin palabras. La definía sí, un instante exacto regresado desde no se sabe dónde. Avanzó un poco. Nadie circulaba por allí. Tuvo la duda de si retornar sería lo mejor. Volver mas bien a casa a contemplar otra vez los enormes árboles desde su ventana. Por ahora estaba solo debajo de su fronda, como si estuviera atornillado en otra época desconocida del presente y quisiera esbozar a tientas otra que calzara en un imposible futuro. Lo distinguió la absoluta soledad envolvente. Un latigazo, de sol naranja grabó el arcoiris en su cara. Sintió que pese a todo permanecía allí indefenso frente al resplandor yacente que desprendía la caída de la tarde.
Relato 119
Él se queda a la espera de los días que supone llegarán, aunque estos no lo hagan de inmediato sino que van depositándose en el cristal de las ventanas. Así es el tiempo que lo lleva a estar desde hace días confinado entre los muros de la casa. A veces camina, pasa cerca de la puerta principal. Evoca en su mente el exterior detrás del umbral, sin embargo no lo atraviesa, prefiere seguir, ver los cuadros que tantas veces ha visto aunque ahora le parecen diferentes. Circula entre los muebles, sillones y mesas, como si quisiera grabar para siempre un recorrido imaginario que ha sido bruscamente detenido. Lleva siempre las llaves en el fondo de su bolsillo que no usará, sino en la medida que le aseguren una posibilidad de salida. Abre con timidez un pequeño postigo. Recibe un hilo de luz acompañado de brisa, la de hoy, que también es similar a la de ayer. Las cosas a su alrededor parecen no cambiar con cada día que pasa. Se detiene ante el sofá cercano, ocupa con lentitud un sitio entre cojines desarreglados. Vuelve a meditar sobre lo que sucede afuera, esta vez solo contempla la fronda enmarañada del árbol donde las nubes se atascan. Por su pensamiento escala a paso incierto aquello que se presume vendrá, pero que no alcanza a constituirse en un simple instante, aquello inasible que no sabe si estará en ese tiempo y en un lugar o si estará en un espacio y en otro lugar. Regresa a la cama que es la más arreglada referencia de su estancia. Un rectángulo indudable. Se pregunta si ha sido él mismo que salió a deambular hace un rato, el mismo que recorríó los territorios de la casa. No hay respuesta, solo más vueltas entre sábanas sin orden. La única certeza por ahora, mientras los días ya no son días. Son más bien una masa transparente colgada en los inútiles vacíos abiertos en cada calle. Sentado ya al borde de la cama lo ilumina el polvoriento haz desprendido por el amanecer como un fajo desatado por la pesadilla.
Relato 120
A medida que los días pasaban la sensación de vacío crecía sin detenerse. No sabía a qué atribuirla, tal vez no era vacío la palabra exacta, sino otra de significado más preciso. No lo sé aunque me parece que dejó de ser una palabra, para ser mas bien una evocación vaga similar al desasosiego. Algo que a tientas buscaba un lugar en la ciudad y en sus habitaciones aparentemente desmanteladas. Algo indescriptible que luego de muchas vueltas ví cómo entraba silente en un profundo pozo donde ya no había nada. Esperé, pero de allí no salió jamás, sepultando aquella sensación inicial y mi deseo de atraparla con mis manos.