El cibersexo como alternativa ante el Covid-19
La inauguración revitalizadora y transformadora de la sociedad digitalizada ha traído consigo unas nuevas formas de control moderno las cuales ocasionan una mutación del sistema capitalista globalmente. Con este advenimiento bajo estado pandémico se ha hecho mucho más que crítica y virulenta la situación interpersonal que hay entre la sociedad informática con su otredad[1], dado a las rígidas políticas protocolarias de distanciamiento. Este aislamiento forzado de supervivencia implica en otras palabras una rampante capacitación para las personas más aptas lograr adaptarse a dichos condicionamientos. De acuerdo con este planteamiento menciona Zizek (2020) que: “el estar aislados, el teléfono e internet pasan a ser nuestro vínculo principal con los demás, y ambos están controlados por el Estado, que puede desconectarnos a su voluntad” (p.103). A pesar de que, este efecto ya lo veníamos observando durante unos años atrás mucho más concertado que hoy día. Lo particular de este suceso es que bajo estado pandémico el orden social a nivel estatal e ideológico busque operacionalizar al disciplinamiento biopolítico[2] de una forma muy única en la que se le ejerce mayor vigilancia y control fenoménico a lo que el sistema le compete y conviene.
Trayendo este tejido argumentativo a analizar filosófica y psicosociológicamente hay que delinear que, tanto Chul-Han (2020) como Zizek (2020) entienden que el coronavirus si ha logrado cambiar el orden mundial. Esta apuesta por lo digitalizado en los ámbitos de lo securitario y biopolítico desde el modelo asiático, e incluso norteamericano ha trascendido llegando a perforar el aparato psíquico esparcidamente. La mejor representación de este estadio lo ha sido durante unos quince a veinte años hasta hoy el embate revolucionario del cibersexo y productos fármaco-pornográficos (páginas pornográficas, píldoras mágicas para incrementar el rendimiento sexual, producción de contenido autogestionado de todo tipo, juguetes sexuales, entre otros) vía multidimensional. Así que, más allá de estar permutando nuestro estado socioeconómico mundial a su vez va desplegándose la silente destrucción de las relaciones interpersonales vía el efecto hiperreal y plus de goce que cargan estos artefactos electrónicos.
Este escenario impone de forma paradojal al ser social moderno a una sofocante e imparable hipersensaciones de imperativos de satisfacciones inmediatas que hoy bajo Covid-19 son tornadas en los siguientes efectos: crisis socioeconómica, esquizofrenia colectiva, choque de civilizaciones y descomposición psicosocial. Todos estos estadios a los que se sitúa hoy la naturaleza humana advienen de la política austera de que nuestra sociedad debe estar siempre feliz y que todo va a regresar a la normalidad. En efecto, este reflejo contemporáneamente es ilustrado al estar en contacto con un plus de gozar recurrente como medio de disuasión (Alemán, 2014) cuyo caso sería la dinámica del ser social moderno con lo maquínico (aparatos tecnológicos).
Por tanto, independientemente sea cual sea la situación, la fórmula de siempre buscar saciar nuestros deseos pulsionales, desde nuestro punto de vista jamás cederíamos el paso de estarnos gratificando por las altas demandas que le genera su objeto de deseo. Es por ello, que a la industria del sexo la cual atraviesa todas las esferas de lo material (modos de producción) e inmaterial (modos de subjetivación) le compete resignificarse para calar hondo en nuestro aparato psíquico. La gran eficacia de esta transformación del dispositivo sexual en el entorno ciberespacial ha sido la instauración del libre intercambio que descansa en la lógica del capital según Marx (1958), que nos dice: El capital, por naturaleza, tiende a superar todo límite espacial. Por consiguiente, la creación de condiciones físicas del intercambio de medios de comunicación y de transporte se convierte, para él, en una necesidad absoluta: necesita aniquilar el espacio y el tiempo (p.423).
De esta forma claramente, vemos cómo se cristaliza la configuración sofisticada que tiene lo cibernético con lo biopolítico en sus máximas expresiones. Por ello es que la industria del sexo reinventó toda su ingeniería y juego semiótico para hacer más sublime ese encuentro con el objeto de deseo el cual el ser social moderno idealiza como fetiche y proyecta sobre el velo como elemento funcional simbólico (Lacan, 1957).
A partir de este conspicuo despliegue transformativo, actualmente bajo pandemia se ha vuelto mucho más virulenta, progresiva y agresiva la alta demanda de plus de gozar inminente que arrastra a mi entender las políticas forzosas de distanciamiento social. Considero, que como bien nos presenta Ramos (2017) estamos afrontando un estado de goce, que no hace más que seguirse reproduciendo de manera auto-mimética para intentar hacer valer la inútil compensación de la insatisfacción que todos aspiramos, que es llegar a colmar al deseo. Sin embargo, según Ramos (2017) e igualmente Deleuze (1976) “el deseo sólo quiere seguir deseando” (p. 51). Así que, seguimos experimentando la imposible realización de nuestro desear en todos los ámbitos. Todos estos detalles que acabo de mencionar como son las dimensiones de lo sexual, corpóreo, intersubjetivo, plus de gozar, deseo, placer, psico- afectivo, relacional y biopolítico, más allá de tener puntos de convergencia producen otros de divergencia los cuales dentro del ciberespacio logran fusionarse funcionalmente. Gracias a esta reconfiguración de carácter psicopolítica como nos diría Chul-Han (2014) es que las redes sociales, páginas pornográficas, artefactos fármaco- pornográficos y otros espacios cibernéticos revisten e incluso reifican[3] sus verdaderas intencionalidades de auto- sometimiento o coacción esparcidamente.
Puede decirse que mucho antes que entrara el fenómeno y hecho social universal del Covid-19 el cibersexo se situaba en un estadio evolucionista- progresista. Sin embargo, a partir del acaecido suceso pandémico del coronavirus, Covid-19 o SARS-CoV-2 y los estudios sociodemográficos hallados en nuestro análisis de contenido acerca de los países Iberoamericanos como México, Colombia y España que recurren a la práctica del cibersexo, nos indican, que estos en específico han dado una subida abrupta para el porno-consumo y la prostitución vía virtual. Esto deja entrever, que en términos prácticos y socioculturales el sexo en sí se logró resignificar multidimensionalmente trastocando las dimensiones de lo real, imaginario y simbólico en tiempos de crisis como lo ha sido el estado pandémico estableciendo las debidas identificaciones con el objeto de deseo. De ahí la deconstrucción gradual de lo social con las nuevas tecnologías que se adquieren como la gran panacea, pero en su esencia dichas idealizaciones son hostiles ante el goce porque lo condicionan a su forma (Chul-Han, 2020).
Partiendo desde este lente y señalamiento, se hace más que necesario el traer a colación el pensamiento del Marqués de Sade (1795) que nos dice lo siguiente:
¡Qué encantadores son los placeres de la imaginación! En esos momentos deliciosos, el mundo entero es nuestro; ni una sola criatura nos resiste, devastamos el mundo, lo repoblamos con nuevos objetos que, a su vez, inmolamos. Los medios para cada crimen son nuestros, y los empleamos a todos, multiplicamos el horror por cien (pp. 84-85).
A raíz de este señalamiento, se refleja cuán enajenada y avasallada está nuestra psicología de masas mediante el caótico sistema de exigencias vía consumerista como lo es el exceso de positividad. Según Organización Mundial de la Salud (2017) “La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la pérdida de interés, placer, apetito, y concentración”.
No obstante, lo particular de esta modalidad psicopatológica hoy día es que según Chul- Han (2014) “La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre de excesiva positividad porque refleja una humanidad librando una guerra sobre sí misma” (p.67). Quiérase decir, que gracias al sortilegio del empate de lo sexual con lo cibernético bajo tiempos de Covid-19 se ha logrado efectuar una pluralidad de modos de producción cibersexuales muy atractivos para todo tipo de público más agresiva y accesible.
Cada una de estas proyecciones las he podido abstraer y dilucidar gracias a la herramienta metodológica del análisis etnográfico virtual el cual sirvió de brújula exploratoria-descriptiva para comprender el comportamiento psicosociológico de las páginas más neurálgicas de consumo como XVideos, PornHub, YouPorn, RedTube, entre otras bajo Covid-19. Debo delinear, que estas tienden a construir a diario otros aditamentos mucho más seductivos, inminentes y accesibles de los que solían tener hace días, meses y años. Tales elementos pueden ser escenificados en los siguientes ofrecimientos dentro de sus páginas y producción de contenido: la incorporación de la prótesis (dildo-técnica como reasignación fisiológica), la auto- erotización, ciber-chats sexuales, apareamiento aleatorio por localidad o afinidades, entre otros. Con este hecho, se pone en evidencia la compleja articulación que ha edificado no sólo la industria sexual y modelo capitalista hegemónico actual sobre nuestro aparato psíquico, sino que también se ve la verdadera intencionalidad de sustituir una pasión de reglas por una pasión de formas para lograr hacer de nuestro yo un ente manipulable (Chul-Han, 2020). Por ende, el goce es un producto político siguiendo la línea de Zizek (2011) ya que, a raíz de estos parámetros de distanciamiento social forzado, biopolítica reformatoria, control social y nuda vida en términos macrosociales lo que se crea a final de cuenta es la nueva psicopatología de la depresión autodestructiva de la permisividad sexual bajo el modelo cibernético[4].
Así que, la respuesta más ingeniosa para que se pueda subsistir la industria del sexo en estos tiempos pandémicos en el que se veía al otro como misterio, seducción, eros, deseo, dolor y plus de goce ha sido mediante la herramienta tecnológica (Chul-Han, 2014). Es a través de esta instrumentalización, que nuestras prácticas sociales y sexuales sobresalten a la figura de ese otro como un igual vía lo hiperreal e inminente en el plano virtual. De esta forma van alterándose nuestras funciones psíquicas y fisiológicas más básicas. Dicho caso patológico actual puede resumirse en la siguiente cita presentada por Chul-Han (2016) que dice:
La distancia originaria impide que el otro se cosifique como un objeto, como un ello. El otro como objeto sexual ya no es un tú. Ya no es posible ninguna relación con él. Sin duda, se puede llamar objeto sexual, pero no se puede dirigirle la palabra como un tu personal. El objeto sexual no tiene ningún <<rostro>> que constituya la alteridad, la alteridad del otro que impone distancia (p. 73).
Evidentemente, el mundo cibersexual cada vez se hace más amplio y diverso, cualidad que ha hecho complejizar más su comprensión e incluso hasta su uso en los pormenores de los casos. Sin embargo, son estos factores (apertura de páginas pornográficas, juguetes sexuales, porno-autogestionado, etc.) los que han forjado el gran disloque hegemónico de las prácticas sexuales e interpersonales más tradicionalistas que se hayan cuajado. Por tanto, es que resulta para mí fundamental el pensamiento del filósofo Marqués de Sade (1776) acerca del dolor, sexo y placer, ya que, sin sus aportaciones a todos los campos del saber, no podríamos comprender más a cabalidad nuestra “realidad” sexual a nivel social e histórica. Aquí no sólo se refleja la actualidad del pensamiento de Marqués de Sade, sino también su esencia en el terreno cibersexual haciendo de ese fenómeno uno transfigurativo y atractivo con las nuevas tecnologías. De esta manera se constituyen las subjetividades contemporáneas.
Es por ello, que la teoría que más se aproxima al análisis del funcionamiento y estructura de la mente es para mí la psicoanalítica, puesto que ésta comprende cómo las supuestas aberraciones o desviaciones sexuales como dirían algunos clínicos hoy son objeto de atracción e idealización (objeto de deseo) en las páginas pornográficas más “trending”. Y es por este motivo, que si seguimos la teoría sexual de Freud (1990) dentro de nuestro análisis virtual etnográfico, descubrimos que los comportamientos e incluso prácticas contrasexuales más inimaginables como BDSM (Bondage, Dominatrix, Sadismo, Masoquismo), bestialismo, transgresiones parafílicas, pederastia, voyeurismo, etc. se han elevado exorbitantemente. La página con mayor notoriedad que ha demostrado validación empírica continúa siendo PornHub versus YouPorn y RedTube con una tasa participativa que promedia a diario de alrededor de unos 150,000- 160,000 porno-consumidores según estudios realizados por Malamuth en el 2019 de la Universidad de California (UCLA). Cabe destacar, que dicho promedio tiende a fluctuar por hora y día recurrentemente mientras que, la tasa de mayor similitud en cuanto a participación e incluso apetencias con esta última es la XVIDEOS. Ésta promedia un monto de 2,000 a 12,000 producciones de videos por días y una asidua participación que oscila entre 9,774,120 personas a unas 10,000,000 según nos pronostica empíricamente la página.
Ante este revuelo caótico abismal que atravesamos psicosociológicamente es menester preguntarse: ¿Hasta qué punto es producto de la pandemia el que se haya intensificado y recurrido al cibersexo y al efecto del plus de gozar hoy para que se transfigure esa alteridad en mi relación conmigo mismo/a?
Notas
[1] Utilizo el concepto de otredad desde la mirada inclusiva, que delinea que dentro del espacio de lo social cohabita una amplia y diversa pluralidad de entes, formas, seres, medios reproductibles, etc. a los que aceptamos sin objeción alguna.
[2] La biopolítica es un término acuñado por Foucault el cual identifica y designa como ya el poder y forma de control no meramente se ejerce vía territorial u espacialmente sino también sobre los cuerpos como un dispositivo de poder instruccional. A partir de este ejercimiento sobre la vida también se genera el régimen gubernamental del hacer vivir o morir en la psicología de masas burdamente. Ver: El nacimiento de la biopolítica. (1979). Paidos. Argentina.
[3] Cuando hago referencia al concepto de reificar parto de la misma línea del filósofo Georg Lukacs el cual emplea dicha conceptualización desde el lente de la cosificación.
[4] : https://www.80grados.net/deseo-alteridad-y-pornografia/
Referencias
Alemán, J. (2014). En la frontera: Sujeto y capitalismo. El malestar en el presente
neoliberal. Editorial Gedisa.
Alemán, J. (2018). Lacan y el capitalismo. Introducción a la soledad: Común. Editorial:
Universidad de Granada. MMXVIII.
Bataille, G. (1957). El erotismo. Editorial Tusquets.
Baudrillard, J. (2014). La sociedad de consumo: Sus mitos, sus estructuras (2nda Ed.).
Editorial Siglo XXI.
Braunstein, N. (2013). El inconsciente, la técnica y el discurso capitalista. Editorial SigloXXI.
Chul-Han, B. (2014). La agonía de Eros. Editorial Herder.
Chul-Han, B. (2015). Psicopolítica. Editorial: Herder.
Chul-Han, B. (2020). El virus es un espejo, muestra en que sociedad vivimos. Ver:
https://www.eltiempo.com/mundo/asia/byung-chul-han-habla-del-efecto
del-coronavirus-en-las-personas-y-sociedades-496296
Freud, S. (1972). Tres ensayos sobre teoría sexual. Editorial Alianza.
Lacan, J. (1957). El seminario 4: La relación de objeto. Editorial Paidos.
Lacan, J. (1971). El seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Editorial Paidos..
Marx, K. (1968). Los Grundrisse de Karl Marx: Fundamentos de la economía política. Edición anotada y realizada por M. Rubel. Editorial: Paidos. Argentina.
Malamuth, N. (2019). Pornography and Sexual Agression: Are There Reliable and We Can
Understand Them? Annual Review of Sex Research. 19, 31-90.
Marqués de Sade, D. (1795). La filosofía en el tocador. Editorial. Tempus Fugit.
Muñiz, M. (2020). Elegir entre la economía y la vida. Ver:
https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/elegir-entre-la-economia-y-la-vida/
Ramos, F.J. (2017). La era sombría del capitalismo. Ver: https://www.80grados.net/la-era
sombria-de-capitalismo/
Zizek, S. (2020). Pandemia: La Covid-19 estremece al mundo. Editorial Nuevos cuadernos
Anagrama.