En el ocaso de la perspectiva de género
La doctora Segato[3], en un texto que tituló: “La mafialización de la política y captura del campo criminal por el Estado”, en América Latina, alude al hecho de que existe un segundo estado (paraestado), una segunda economía, una segunda realidad. Escribe: [“En América Latina, desde Centroamérica hasta la Argentina, hay un proceso de mafialización de la política que resulta en guerras del paraestado mafioso y guerras de los estados actuando siempre con un brazo paraestatal. Lo que está ocurriendo es una expansión vertiginosa de lo que podríamos llamar «esfera paraestatal», que siempre existe porque, en sus variedades, siempre está operativa, y que es inherente a la naturaleza del Estado, pero que ahora, nuevamente, amenaza con imponerse sobre la esfera estatal, ya no por el camino de un golpe militar, sino desde abajo y por una forma nueva de inflación de la dimensión paraestatal que ya habita dentro del Estado.”] En los países mencionados se paga por la protección a los políticos. De esta conducción afirma: [“…el pago de varias formas de protección mafiosa, como, por otra parte, de servicios de seguridad privada, cuyas contabilidades son siempre ambiguas pues es común contratar, para los mismos, «en negro», el trabajo de policías en sus horarios fuera de servicio”].
Como los partidos políticos en nuestra aldea funcionan como mafias, me pregunto: ¿Cómo quedan comprometidos con el segundo estado los que componen la clase política de un estado?: [“En el ámbito nacional, porque su impacto es determinante en los pleitos electorales y sus vencedores quedan cautivos de los pactos que celebraron para elegirse.”] Esta cita despierta recuerdos. Por ejemplo, el pacto García Padilla-Aneudy Hernández y tantos anteriores en el subsuelo político de Borinquen. Pero este fenómeno ya es tan estructural a la política y tan sistémico, que el fiscal general de los Estados Unidos, Eric Holder, en el New York Times el 20 de octubre de 2013, dijo que no se pueden investigar y procesar los actos de corrupción o de fraude (lavado de dinero por altos ejecutivos de los bancos) por el tamaño de las instituciones y su incidencia en la economía nacional. El pacto es complicado y nuestra Borinquen bella, a veces se adjetiva como una narcoisla. Pero no olvidemos que muchas corporaciones, medios de comunicación y grupos fundamentalistas también componen el segundo estado, el que gobierna. Segato lo denomina: [“el frente estatal empresarial mediático cristiano”] Cuando se le preguntó al psicoanalista francés Jacques Lacan[4] si la religión triunfará sobre el psicoanálisis, contestó: [“Sí. No solo triunfará sobre el psicoanálisis, también lo hará sobre un montón de otras cosas. Ni siquiera se puede imaginar lo poderosa que es la religión.”]
La semana anterior al evento relatado, me sentí identificada con la doctora Julia Keleher. Aposté a su sensibilidad. Escuché cuando lloró al relatar su entrada a un edificio escolar. Siempre lloro cuando entro a alguno. La planta física, cada vez más deteriorada, es una bofetada en mi cara. Al entrar siento rabia. Como en la frase de una canción de Silvio Rodríguez, “la rabia el grito se lo lleva el viento”. Pero ahora siento pena. En las fotos proyecta susto y en la vista proyectó debilidad, fragilidad ante la palabra de —potencia machista— del presidente. Un déspota respeta a otro déspota, pero no respeta a quien percibe como benigno. El necesitó la llamada de otro hombre del “pacto” viril y viral, para pasar a otro tema. Por otra parte, aunque lo esperaba, fue decepcionante leer en un reportaje[5] de la doctora: [“Entretanto, declinó comentar sobre las expresiones que hiciere Rosselló de eliminar la carta circular de perspectiva de género en las escuelas porque eso es un asunto de política pública que no le concierne. “Lo mío es ejecutar lo que es la política pública”, sentenció.”] Como dirían nuestras abuelas: — Ay virgensantísima. “No-le-concierne”. Es decepcionante además que utilizara el mismo título de la carta circular derogada[6], en la carta que ella suscribe[7], un acto cínico que no armoniza con su rostro. En un malabar semántico se sustituye la frase “perspectiva de género” por la frase “equidad de género”. La doctora en educación desconoce que estas nociones son distintas e interdependientes. Parece desconocer las nociones epistemológicas y el devenir de las políticas de equidad de género[8] en América Latina y en su propio país. La doctora Keleher, puede darse el tiempo que pidió y leer los documentos.
El espectáculo de la dominación tiene aliados. El mismo día de la vista, por la tarde escuché el despliegue de opinólogos mediáticos, matutinos y vespertinos, que dictaminan cómo deben pensar las derechas y las izquierdas. Hombres con risas sardónicas celebrando un daño, como cuando se celebra y se hacen virales en internet, daños de acoso a mujeres y niñas, para que otros hombres asimismo celebren. Es el espectáculo de una óptica de masculinidad predominante que la doctora Segato define como: [“la quintaesencia de la masculinidad -entendida por toda esa gente en ese paradigma de presente-, el ser masculino dueño de dañar, expresando potencia”]. Un opinólogo independentista dijo que el tema de la carta circular “no tiene nada de esencial ni medular”, que lo importante es la polémica sobre la enseñanza del inglés y el estatus. Otro que se autodenomina católico, dijo que el tema es “marginal”. Y curiosamente, otro identificado con la estadidad dijo que no ve problema con que se incluya la educación sexual en un currículo. Además de notar el machismo velado y la ignorancia desplazada, es oportuna en el siguiente párrafo otra cita de la doctora Segato.
En la siguiente cita identifica un fenómeno: [“Haber guetificado todo aquello que nos pasa a las mujeres, pensar que la violencia es un problema de las mujeres cuando nos habla de toda la sociedad. Aceptar la expulsión de todo lo que pasa a las mujeres, que se convierta en un tema minoritario y no entender que ahí hay luz para entender la época, la civilización, la sociedad, la economía e inclusive, la marcha del capital”… En el libro citado antes, “La guerra contra las mujeres” elabora: [“Lejos de ser residual, minoritaria y marginal, la cuestión de género es la piedra angular y eje de gravedad del edificio de todos los poderes”… “el pacto de masculinidad legitima, ampara y encubre todas las otras formas de dominación y abuso”.] En Borinquen, notamos esos pactos de silencio y complicidad, de minusvalorar como “tema marginal”, un asunto en que se nos va la vida. Pero la propuesta de la antropóloga es la siguiente: [“La guerra contra las mujeres se detiene desmontando, con la colaboración de los hombres el mandato de masculinidad, el patriarcado.] Desmontar la [“pedagogía de la masculinidad”.] La misma que [“está en el imaginario de jueces, procuradores, editores de los medios y la opinión pública en general”.] Menciona como ejemplo los imaginarios de las independencias que [“la narrativa mítico-histórica nos ha hecho creer]”. Porque las [“así llamadas independencias latinoamericanas no fueron otra cosa que el repase de bienes”] —entre ellos mujeres—. Después de las independencias, no hubo cambios en esa pedagogía machista, no hubo paz en la guerra contra las mujeres. [“El sujeto fundador de las repúblicas de nuestro continente, es decir, el ‹‹criollo›› no es tal paladín de la democracia y la soberanía como la historia publicita, sino el sujeto de cuatro características que refrendan su exterioridad con relación a la vida: es racista, misógino, homofóbico y especista”.] En nuestra aldea, como en otros países latinoamericanos, se pueden identificar quiénes componen la élite criolla en esta colonial modernidad tardía. Esa élite criolla regula los asuntos decisionales. Por ejemplo el reconocimiento a mujeres notables como Julia de Burgos se tardó más de medio siglo. ¿Por qué no tenemos próceres mujeres con algún “día oficial”?
Al día siguiente de la vista mencionada, la ola sintomática de los opinólogos matutinos. Abogados que “saben de todos los temas”. El de la voz aflautada preguntó a sus pares varones qué harían si un hijo le dice que se quiere vestir de nena. Fingió con histeria angustia y preocupación, preguntas candorosas. Uno de ellos, locutor identificado con las iglesias evangélicas, le contesta que no, que para él es “macho y hembra” mientras sus hijos vivan en su casa. Dos de sus pares rehusaron contestar, y su par en la opinología, el de la voz impostada, dijo que es un asunto complejo, ya que algunos pueden tener una “condición”. Este parloteo y desplazamiento (diría Hannah Arendt, banalidad, preámbulo de los totalitarismos) de la ignorancia es la mejor evidencia de la necesidad de incluir un currículo de perspectiva de género de forma sistémica en los contextos educativos. Los opinantes abogados, hablantes diarios, hacen alusiones con risas alabanciosas obsesivas, a la cerveza, el vino y el coñac, licores que “el pueblo” empobrecido no puede comprar. Sustituyen lo que antes era función de las destituidas instituciones del estado. Los funcionarios del primer estado le rinden cuentas, —bendito— arrimados, a ver si pueden hablar. Pero es evidente que no están para analizar, educar u orientar, sino para instituir imaginarios convenientes a un mecanismo salvaje de depredación y rapiña, oneroso especialmente para las mujeres. ¿Aliados sin saberlo a la maquinaria de dominación, parte del pacto y la profusión de ignorancia? ¿O lo saben? ¿O cobran por esto?
Cristina Corea[9] a quien debo la noción de opinólogo, escribió: [“la imagen mediática no refleja una realidad exterior, testimoniable, sino que la produce. La imagen es un procedimiento del discurso, no un espejo de la realidad… Los medios son un dispositivo institucional potentísimo que logró capturar la transferencia social que anteriormente producían otras instituciones, como la escuela”.] Es decir, que en el capitalismo tardío, los dispositivos mediáticos han sustituido en influencia, al estado, la escuela, la familia, la universidad… Asimismo Cornelius Castoriadis[10], en “El imaginario social instituyente”, escribió: [“las instituciones y las significaciones imaginarias sociales de cada sociedad son creaciones libres (aunque con restricciones) e inmotivadas del colectivo anónimo concernido”]. El repite en muchos de sus textos: “El imaginario social es más real que lo real”. Un amigo psicoanalista dijo que lo que se nombra como “la realidad” es “el delirio compartido”. Y ese delirio compartido es lo que escuchamos muchos y muchas diariamente.
Estas nociones tienen complejidad, pero es importante repetir que los imaginarios sociales, una vez se convierten en hegemónicos son difíciles de notar e impugnar. El ejemplo paradigmático que toca a la carta circular que los asusta, de perspectiva de género, son las nociones internalizadas de “hombre” y “mujer”, las que quieren definir temblorosos los que construyen opinión pública. Aunque sean ideas culturales y no géneros biológicos, las significaciones sociales asociadas a esas ideas, las han convertido en “naturalezas”. Y la construcción de esas supuestas “naturalezas”, tan impugnada ya, promueve misoginia, es violentogénica. Las significaciones sociales de dominación, que repiten y teatralizan los abogados formadores de opinión pública son inconscientes y se cuelan en sus pláticas. Los que componen la opinología mediática son los mejores aliados (hasta intercambian croquetas y quesitos) de la clase política misógina del primer y segundo estado. No entienden que aunque se resuelva el problema del estatus, la sujeción de las mujeres y el androcentrismo de más de 5000 años de edad, no se atenuarían. Sus simulacros están desgastados, sus frases estereotipadas son predecibles. Sus discursos, pertinentes para la época industrial, son irrelevantes para los desafíos de esta etapa del capitalismo tardío, una época corporativa depredadora de los vínculos interpersonales y comunitarios. Un período que los ha convertido sin que lo noten, en dispositivos de dominación, en muñecos parlantes neutralizados. Además, no entienden el uso que las mujeres jóvenes hacen de las nuevas tecnologías para diálogos y lecturas. Como muchas de ellas me han dicho: — ellos están quedaos en el siglo XIX, especialmente cuando dicen: —hay que educar a “este pueblo”. Nosotras somos “la puebla”. Mejor, demos Click en Shut Down.
La política pública estatal y federal que la doctora Keleher aparenta desconocer, aún no ha cambiado. Aunque en Estados Unidos decidan poner en manos de cada estado la política pública de perspectiva de género y la prevención que haga posible un trato digno, libre de acoso, hacia estudiantes trans, esto no implica una derogación. Aunque admito que esta maquinaria violenta de dominación sistémica hacia mujeres, niñas, niños y personas trans, tiene eficacia simbólica. Segato sugiere: [¿Cómo enfrentar las violencias? ¿Cómo truncar el proyecto de dominio que se escribe sobre los cuerpos de las mujeres y desarmar el pacto masculino? Es indispensable que las mujeres construyan su pacto, formen su cofradía, se muestren también articuladas”] Parece que las mujeres estadounidenses han iniciado el proceso y las puertorriqueñas igualmente, en el Comité Amplio[11], que incluye hombres, algunas organizaciones religiosas y representantes de la comunidad lgbtq. No obstante, como el pacto de masculinidad tóxica es sostenido por muchas mujeres, las dificultades de formar uno diferente al que predomina, son considerables. El pacto machista es apoyado por muchas mujeres porque la misoginia se desplaza en el discurso de todo ser hablante, es parte de nuestra culturización. Por ejemplo, en los Estados Unidos, muchas mujeres votaron por Trump[12], así como son muchas, las que apoyan a los opinólogos y repiten sus discursos. Emplazada, expliqué a mis sobrinas que muchas veces, al expresarme con intensidad, inconscientemente salen de mi boca horrorizada, vocablos sexistas, ¡Buaj! Nuestros tatuajes psíquicos, son machistas. El patriarcado, se inscribe en todos los registros de la subjetividad humana, impone y regula los intercambios. El patriarcado es discurso del Amo, es la primera colonización de la humanidad.
En Puerto Rico, una madre me relató cómo otras madres identificadas con iglesias fundamentalistas, antes de las elecciones, hicieron grupos de Whats App para construir una oposición a la carta circular de perspectiva de género en las escuelas. Esa movilización se notó en las elecciones pues se organizaron por iglesia y fueron en guaguas a votar. La madre que relata contestó al acercamiento de una de ellas: —yo me he educado y estoy a favor de la carta circular de perspectiva de género. Pero esas estrategias manipulativas son poderosas y propias de sistemas autoritarios en entropía. Por ejemplo, en un texto reciente de la Sra. Beatriz Roselló[13], con el título: “Puerto Rico no es violencia” (¿de veras?), plagado de eslóganes de campaña, se refiere a la “violencia de género”, y escribe [“convoqué esta semana al concilio de mujeres y a organizaciones sin fines de lucro porque el gobierno solo no puede”]. Podemos imaginar lo que implica en este contexto semiótico la palabra “concilio” y a qué organizaciones se refiere. Parece que ese cónclave ya estaba convocado antes de noviembre de 2016, desde que su esposo firmó el pacto fundamentalista. Añade: [“…creo en la bondad y en la naturaleza buena de la inmensa mayoría de los puertorriqueños”]. Esta ingenuidad de análisis puede ser contestada con el excelente texto de la licenciada Mariana Iriarte[14]: “En tiempos de desigualdad es urgente pensar”, ubicado en la misma página del periódico y el mismo día. Sí, es urgente potenciar el pensamiento y admitir que las estadísticas de violencia feminicida en Puerto Rico son aterradoras, que el problema de la violencia es complejo y no una cuestión de “puertorriqueños de “naturaleza buena” o mala. Hay muchos cónclaves que sólo quieren fondos federales.
Se impone abrir el pacto mencionado por Segato, a muchos sectores y no necesariamente concebirlo como “un problema de las mujeres”. En el proceso de una ignorancia que no es falta de conocimiento sino una manera denegatoria de conocer, se requiere el acceso a textos alrededor de lo que se entiende por perspectiva de género. Se requiere que maestras y maestros de nuestro sistema de educación pública sean valientes y presenten el tema en sus clases, como se sugiere en las directrices a los coordinadores de Título lX. Es necesario volver a cuestionar lo que pensamos superado. Las políticas públicas casi siempre se adelantan a los cambios cognoscitivos. —Menos en Borinquen. El intento de iniciar el diseño de políticas educativas con la carta circular de perspectiva de género[15], ha sido un verdadero sinsabor. La tarea más ardua es fomentar la transformación en las maneras de pensar. Sin una transformación en los esquemas mentales que el patriarcado produce, en la masculinidad depredadora y en las instituciones sociales en lo que respecta al trato hacia las mujeres, los cambios de gobierno o de estatus solo sustituyen un autócrata por otro: Una tiranización recíproca, viral como ha sido siempre, donde se hace lo que siempre se ha hecho concreta o metafóricamente, bajo el manto hipócrita de “los valores”, “la familia” o “la nación”: —pasar a las mujeres por la piedra. El tema, lejos de ser “marginal”, es estructural, es medular.
En Puerto Rico, como en la mayoría de los países, notamos un repliegue hacia la [“pre-historia patriarcal de la humanidad”] y [“una embestida familista”] para [“demonizar la ideología del género”[16].] Esta última frase, “ideología de género”, tiene carga peyorativa y provino del título del libro de un sacerdote conservador argentino, Jorge Scala, publicado en el 2010[17]. Se utiliza para sustituir la frase “perspectiva de género”. Lo que denominan “ideología del género”, los santos varones (autodenominados apóstoles) aliados para la sujeción de las mujeres, es una manera de aludir a su fantasma terrorífico. Por esto lo tienen que frenar a como dé lugar pues temen el desplome del edificio de dominación. El cimiento de esa estructura de dominación es el patriarcado, muy fuerte aún y sostenido por hombres y mujeres, pues parece tan natural como una gota de rocío en una hoja.
La puesta en cuestión del patriarcado se impide en nuestra aldea, de muchas maneras. Por ejemplo: con el derrame de sangre en el caso de la violencia doméstica, la trata y las violaciones; con los asesinatos de mujeres como actos de retaliación del narcotráfico; con las formas sutiles de terrorismo doméstico; con la medicalización y regulación de los cuerpos y afectos como forma de control; con la vigilancia y atención regulatoria de la reproducción (en Borinquen fueron utilizadas masivamente miles de mujeres, ¡nuestras abuelas! para experimentar con pastillas anticonceptivas[18]); con la imposición de un modelo de belleza que supone un cuerpo delgado: investidura libidinal hacia el adelgazamiento de las mujeres jóvenes lanzadas a la anorexia y la bulimia[19]’; con nombramientos de mujeres machistas en puestos de poder para esconder la desigualdad y opresión de la mayoría de las mujeres; con la exaltación disimulada hacia el consumo de sustancias de la (a)dicción como anestesia que facilita la dominación; con la pulsión hacia el consumo conspicuo y compulsivo; con los sueldos de hambre del nuevo precariado de mujeres; con opinólogos; con la derogación de la carta circular de perspectiva de género… Aun cuando la masculinidad predominante está en proceso de transformación, quienes han puesto obstáculos hacia un cambio en las políticas públicas, logran salirse con la suya mediante la manipulación mediática (las croquetas y quesitos son símbolos de algo más) y el contubernio politiquero[20]. Observo que muchos jóvenes varones, olvidan la frase emblemática, “hombre de pelo en pecho”, y depilan su cuerpo, lo tatúan, se hacen las cejas, las uñas… y lo más importante, buscan además una depilación psíquica de esa forma tan limitante de ser hombre en Puerto Rico. Y en este aspecto las jóvenes madres y padres aportan día a día una manera diferente de educar a hijos e hijas. El diálogo alrededor de este proceso es un asunto vital, urgente y toca a la sociedad de manera sistémica.
En un país donde la administración actual del estado delega el poder decisional de los estándares curriculares a las iglesias en concilio, se oscurece y deteriora la educación laica, se hacen invisibles los feminicidios, se fomenta el machismo y el acoso homofóbico. No hay nada que esperar de un estado que tiene un brazo paraestatal poderoso e indiferente a los problemas de las personas vulnerables. Aunque la derogación de la carta circular y el inciso 9 se puedan impugnar en los tribunales (sería una aportación histórica), debemos admitir que el reclamo de políticas públicas de equidad de género en el contexto educativo, será acallado por las corrientes siniestras del fundamentalismo. Mi utopía: La sociedad anónima precarizada puede trabajar en comunidad, en cada hogar, los módulos derogados de Equidad y Perspectiva de Género y otros diseñados en los países de América Latina, disponibles en la red. La sociedad anónima que también habita el subsuelo político, se puede desviar del sendero trazado por —la sociedad del espectáculo.
[1] Ver Austin, J.L. (1955) Cómo hacer cosas con palabras. Edición electrónica de: www.philosophia.cl Escuela de Filosofía Universidad de ARCIS.
[2] Reportaje de Sarah Babiker, “Rita Segato sobre la violencia hacia las mujeres”: “Pedagogía de la crueldad en un mundo de dueños”, 15 de julio de 2016, https://www.diagonalperiodico.net y rebelión.org.
[3] Segato, R. L. (2016) La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficante de sueños, Mapas. P. 73-74, 77, 75.
[4] Lacan, J. (2005) El triunfo de la religión. Discurso a los católicos. Argentina: Paidós.
[5] En reportaje: “Julia Keleher evaluará consolidación de programas en la UPR”. Dialogo Digital. 21 de enero de 2017. Por Ashley Tejada
[6] Carta circular Núm. 19-2014-2015 y el inciso 9 de la parte Directrices Generales de la carta circular Núm. 16-201-2016.
[7] Carta Circular Núm. 32-2016-2017.
[8] Un excelente texto que trabaja este tema es el de Larry Emil Alicea Rodríguez del Colegio de Profesionales del Trabajo Social: “Educación contra discriminación y violencia”, publicado en El Nuevo Día el 10 de febrero de 2017.
[9] Corea, C., Lewkowicz, I. (1999) ¿Se acabó la infancia? Ensayo sobre la destitución de la niñez. Argentina: Lumen Hvmanitas, P. 75 y 109.
[10] Castoriadis, C. “El imaginario social instituyente. Traducción del francés: Luciana Volco.
[11] En un comunicado el 8 de febrero de 2017 leemos: “expresan su rechazo a la derogación de las cartas circulares sobre equidad de género en el sistema público de enseñanza, organizaciones feministas, magisteriales, profesionales, comunitarias, religiosas e instituciones académicas”.
[12] Ver el texto de Solnit, Rebecca. “From Lying to Leering”. London Review of Books 39 no. 2 (2017): 3-7, http://www.lrb.co.uk/v39/n02/rebecca-solnit/from-lying-to-leering.
[13] Artículo publicado en el periódico El Nuevo Día el 29 de enero de 2017.
[14] Artículo publicado en el periódico El Nuevo Día el 29 de enero de 2017.
[15] La doctora Loida M. Martínez Ramos ofreció una excelente ponencia sobre este tema: “Políticas educativas sobre género en Puerto Rico: Una historia de retos”, en el II Congreso Internacional Mujeres, Cultura y Sociedad: “Género e identidad en un mundo globalizado” celebrado en la Universidad de Almería, España del 24 al 25 de noviembre de 2016.
[16] Nociones de Segato (2007 y 2016).
[17] Ver el texto de Segato (2016) citado antes, “La guerra contra las mujeres”.
[18] Este tema está presentado en el documental de la profesora Ana María García: La operación.
[19] Para elaborar el tema del vínculo del consumo, la anorexia y la bulimia en la modernidad tardía, ver el trabajo de Massimo Recalcati, filósofo y psicoanalista, en, Recalcati, M. (2011) La última cena. Buenos Aires: Ediciones del Cifrado; Ver además el trabajo de la psicoanalista Julia Kristeva, en, Kristeva, J. (1995) Las nuevas enfermedades del alma. Madrid: Catedra.
[20] Aunque desconozco detalles me parece sintomal la salida del aire del programa radial de las periodistas Wilda Rodríguez y Graciela Rodríguez. Su programa toca con valentía temas silenciados en otros programas de análisis. Por otro lado, es importante mencionar las aportaciones valiosas y el análisis crítico respetuoso de la licenciada Rosanna Cerezo en el programa radial que modera junto a su hermano, “Dialogando con Benny”.