El Partido Socialista en los años 70
El sistema estadounidense logró distanciar lo social de la cuestión nacional: que los pobres vieran resueltos sus problemas apremiantes, relativamente, sin tener que reclamar la independencia del país como en otros casos coloniales en África, Europa, Asia, etc.
Así el ideal de la independencia ha ido por un lado, mientras la vida económica y las aspiraciones sociales de las clases trabajadoras han ido por otro. Impresionado por la modernidad norteamericana, el movimiento obrero se acercó al anexionismo. Por otro lado, el Partido Nacionalista de Pedro Albizu Campos se limitó trágicamente por su distancia de las luchas sociales de las clases populares y de un programa económico claro y avanzado.
El Partido Popular divorció el tema del colonialismo del tema económico y de bienestar social. Apoyado por el gobierno de Estados Unidos, Muñoz Marín marginó la cuestión colonial y se refirió sólo a la pobreza económica, que supuestamente terminaría trayendo más capital norteamericano.
Fue el socialismo independentista —aparte del anexionismo— la corriente que unió la cuestión social a la cuestión nacional. Su mayor expresión fue el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), fundado en 1971. Esta contribución histórica fue una experiencia extraordinaria. El estado y la cultura oficial han procurado que se olvide e ignore; su olvido es comprensible si no hay medios de difusión y educación que reproduzcan la memoria colectiva, sobre éste y muchos otros temas.
El PSP unió la causa anticolonial a las luchas socioeconómicas y al socialismo. Que se pusiera fin a la injusticia social y, más aún, que gobernaran las mayorías trabajadoras —proponía—, sería posible sólo independizando la Isla de Estados Unidos. Una independencia simplemente formal, que no se acompañara del socialismo, continuaría el colonialismo de otras formas. Si bien el capitalismo estadounidense había traído logros modernos, se quedaba corto frente a posibilidades mucho mayores que abriría el socialismo, de desarrollo humano, económico y cultural.
El PSP había resultado de una unión entre nacionalistas, comunistas, y militantes independentistas, estudiantiles, comunitarios y sindicales. Había evolucionado del Movimiento Pro Independencia (MPI), la organización anticolonial más militante y expansiva de los años 60, que fue radicalizándose al promover y a la vez aprender de las luchas populares y obreras en Puerto Rico y Nueva York. Sus dirigentes eran primordialmente abogados, profesores, médicos, estudiantes, trabajadores sociales, artistas, pequeños empresarios, maestros. Juan Mari Brás, dirigente principal del MPI, también lo fue del PSP.
La influencia esperanzadora de la Revolución Cubana inspiraba estas fuerzas y muchas otras a través de las Américas. Decenas de miles se movilizaban en protestas cuya masividad hoy parece increible.
Propuso las ideas de Marx y Lenin, pensadores principales de un conjunto teórico rico y variado que abarca contribuciones de movimientos e intelectuales de todos los continentes. La corriente marxista, en que siguen participando autores, investigadores y movimientos colectivos de todo el planeta, es un caudal de herramientas para guiar la acción política y entender el mundo moderno, el sistema global e imperialista, la complejidad de la cultura y del estado, la persona y la humanidad.
No suponía el PSP, en principio, que la independencia de Puerto Rico llegaría por su sola idea moral, por invocársele mil veces o por gestiones legales o diplomáticas. Sería, o debía ser, producto del trabajo de las mayorías populares.
Trabajadores y estudiantes integraron muchos núcleos y círculos de estudio socialistas en fábricas, universidades, escuelas, hospitales, agencias del gobierno, la AEE, la AAA, la CORCO y otros sitios; también desempleados en comunidades y caseríos, y profesionales y gente de clase media.
Como el MPI, el PSP expandió la tradición de piquetes y manifestaciones para exigir derechos. Las protestas callejeras no eran sólo desahogo, sino parte de su método organizativo y su crecimiento.
Desarrolló el periódico Claridad, que tuvo circulación general semanal, luego dos veces por semana y diario entre 1975 y 1977. Su entramado de distribución ayudaba a la organización de simpatías socialistas en comunidades urbanas y rurales, en ciudades y barrios, y entre la comunidad puertorriqueña de Estados Unidos. Era un periódico de producción de noticias, investigación, reportajes y análisis y con énfasis en la cultura popular y nacional. Cubría las luchas, huelgas y reclamos de los trabajadores y las condiciones de vida de los pobres, invisibles para la demás prensa y la sociedad oficial. Empujó los otros medios a una mejoría profesional y mayor actividad investigativa. Su calidad alta lo hacía a la vez un medio educativo.
El PSP tenía una dirección colectiva y continuamente formaba más militantes y líderes. Elaboró un sistema de educación política con diversos niveles; eran centrales el estudio y discusión de textos y problemas políticos y teóricos.
Usó medios de información y difusión comerciales —que tienen posibilidades gratuitas— y a la vez generó su prensa popular. Muchos aprendieron destrezas de periodismo, redacción y arte en Claridad, pero también haciendo publicaciones locales. Creó su producción discográfica y difundió músicos y cantantes que han contribuido a la energía puertorriqueñista del presente. Su sistema de finanzas se combinaba con el proceso de organización y celebración de actividades; simpatizantes de los diversos niveles económicos contribuían sistemáticamente, también estadounidenses.
El PSP no llegó a ser un partido de la clase obrera, pero caminaba hacia serlo; una institución de esta magnitud conlleva una construcción compleja. Digamos que, para mediados de los años 70, el PSP era la organización de izquierda más grande del noreste de Estados Unidos. En la Isla era motivo de seria preocupación de las autoridades coloniales y del capital.
Según los socialistas, el pueblo construiría las bases del nuevo país. Por ejemplo, los maestros y trabajadores de la educación debían concebir un nuevo sistema escolar y transformar el existente; y así también los trabajadores de la salud, la universidad, la agricultura, las distintas industrias, etc.
Especialmente la gestión de Mari Brás logró que en 1972 el Comité de Descolonización de Naciones Unidas incluyera en su agenda el caso de Puerto Rico, algo por lo cual nacionalistas e independentistas venían luchando desde los años 40 y Estados Unidos había revertido en 1953, mediante la engañifa del llamado ELA.
No traería la ONU la independencia, sin embargo. La ONU ha podido hacer muy poco por los pueblos oprimidos, más allá de pronunciamientos y expresiones simbólicas. Menos aún después de 1991, cuando desaparecieron la Unión Soviética y el bloque socialista de Europa del este, que hacían contrapeso a Estados Unidos en los debates internacionales.
La independencia, según el PSP, sería fruto de una lucha persistente que incluyera unidad y alianzas entre grupos y clases diferentes. Para ello la clase trabajadora debía tener su propio partido. Este último debía ser de masas y estar políticamente a la vanguardia, o sea proponer las mejores soluciones a los problemas del país; un partido con una teoría clara de la sociedad y una visión coherente y estratégica, flexible en las tácticas e inflexible en los principios.
El PSP estimuló espacios amplios más allá del partido. Dado el prestigio moral e intelectual del socialismo, gente de trasfondos diversos, sin pertenecer al partido, se identificaba con un espacio (que Claridad expandía) de crítica al capitalismo y el colonialismo: cristianos, científicos, educadores, investigadores sociales, periodistas, actores de teatro, escritores, artistas, etc. Usó la participación electoral como táctica para difundir sus mensaje y aumentar su organización.
En las elecciones de 1976 el PSP y su candidato a gobernador, Mari Brás, obtuvieron 10,728 votos. Los candidatos socialistas al Senado, Pedro Grant, y a la Cámara de Representantes, Carlos Gallisá, obtuvieron respectivamente 24,364 y 42,507 votos. Son cómputos aproximados y conservadores, pues el PSP no tuvo funcionarios en muchos colegios electorales y los otros partidos le robaron innumerables votos.
No fueron pocos votos, si se considera que era un partido que abogaba por la revolución social en una antilla colonia estadounidense; exigía la salida de las bases militares; era objeto de atentados dinamiteros que indirectamente respaldaba el estado; celebraba la Revolución Cubana, al Che Guevara, Salvador Allende y los movimientos guerrilleros y revolucionarios que se esparcían por América Latina; impulsaba todas las formas de lucha; respaldaba los pueblos vietnamita, palestino, surafricano y otros contra el sistema imperialista; y reclamaba la memoria heroica de Albizu Campos y del alzamiento nacionalista. Exigió, junto al resto del país, la liberación de los nacionalistas entonces encarcelados Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores, Andrés Figueroa Cordero y Oscar Collazo, la que se logró en 1979 en no poca medida gracias al PSP.
El Partido Socialista creó un instituto armado que entrenó una buena cantidad de hombres y mujeres en las técnicas de lucha armada y el conocimiento militar, que no pocas veces llevaron a la práctica durante confrontaciones sociales y laborales, y usaron como autodefensa ante feroces pandillas terroristas de policías, cubanos exiliados y anexionistas.
La actividad ilegal político-militar socialista heredó conceptos y tradiciones de organizaciones clandestinas independentistas de los años 60 y a su vez produjo militantes que, desde fines de los 70, crearon otras organizaciones armadas.
La disposición a la violencia revolucionaria mostraba que un pueblo largamente postrado y oprimido podía ejercer poder. Pero a la vez los socialistas puertorriqueños tendieron a menudo a una estrechez de miras que reducía su visión del estado a los aparatos represivos. Era, digamos, el extremo opuesto a la actual ingenua estrechez de miras de mucha gente, cándidamente ignorante de que el estado —el orden legal y político de la sociedad— responde a una estructura de poder socioeconómico, la cual reproduce mediante dominación ideológica, represión y vigilancia.
Una mutua correspondencia se generó entre la violencia del estado (incluyendo los grupos armados ilegales de policías y derechistas) y la de los socialistas. El golpe más duro que recibió el PSP fue el vil asesinato del hijo de Mari Brás, Santiago Mari Pesquera —de 23 años— en marzo de 1976, el cual probablemente fue decisivo para que el partido iniciara su declive.
Mientras más se sabe de las nefasta actividad de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y otros aparatos secretos del estado norteamericano a través del mundo y en Estados Unidos —asesinatos, sabotajes electorales, entrenamiento de verdugos y torturadores, desinformación pública, manipulación de mercados, sobornos, uso de medios noticiosos, académicos, editoriales, cinematográficos, etc.— y contra Cuba, más razonable es suponer que la CIA organizó aquel horrendo asesinato.
El estado norteamericano advirtió que, en el terreno de la violencia, un movimiento incipiente y rudimentario como el PSP llevaba claramente las de perder ante un enemigo tan poderoso, aunque pueda decirse también que la mayoría de las veces los socialistas pudieron burlar los aparatos de represión gracias a su organización amplia y su ascendencia política.
La inclinación a privilegiar la violencia revolucionaria respondió a un alto desarrollo organizativo y una intensificación del factor moral de la voluntad, pero también a dos limitaciones del PSP: una desesperación por conseguir la independencia como si fuese posible a corto plazo, y su incorporación de rasgos estalinistas. Estas limitaciones propiciaron una visión demasiado simple del estado contemporáneo y de las tareas políticas que había por delante.
La desesperación por la independencia —que a veces se acompañó de gran temor a la anexión— llevó a dejar de lado la labor paciente de formación del partido de trabajadores. En Puerto Rico es común el deseo de gratificación instantánea, como si no hubiera que trabajar persistentemente por la meta que se busca.
El estalinismo en parte vino por influencia de rasgos del Partido Comunista y el estado cubanos, si bien estaba presente en todas partes del mundo. El estalinismo confundía el partido con un estado (o mini-estado), como si pequeños círculos administrativos sustituyeran la rica creatividad y el potencial intelectual y político del pueblo trabajador. Asimismo confundía organización con largas reuniones de activistas del corazón de rollo y funcionarios partidarios.
Más aún, subestimaba que en Puerto Rico se ha creado un consenso bastante grande hacia el sistema estadounidense, a causa de la modernidad y la movilidad social que el mismo provee.
En las elecciones de 1980 el candidato socialista a gobernador, el líder obrero de la UTIER Luis Lausell, obtuvo 5,224 votos. Los candidatos al Senado, Mari Brás, y a la Cámara, Gallisá, obtuvieron respectivamente 77,783 y 82,807 votos.
El PSP mostraba sin embargo su debilitamiento. Por años había organizado numerosos núcleos y círculos de estudio en centros de trabajo y comunidades, pero esta actividad vital fue haciéndose inconsistente y cada vez menor.
Se produjo una contradicción entre su dirección —que eventualmente prevaleció—, inclinada a desistir de construir un partido de la clase trabajadora, y una minoría pequeña que sostuvo el principio de construirlo.
A comienzos de los años 80 la directiva del PSP abandonó la estrategia de formar un partido de la clase obrera. El partido se autodisolvió y algunos de sus militantes se insertaron en esfuerzos del independentismo tradicional.
La desaparición de aquel espacio alteró la correlación general. Provocó, inadvertidamente, una debilidad expansiva en el espacio independentista y en corrientes más amplias.
Desde 1973 el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) venía reduciéndose a su grupo esencial de votantes, una vez impuesta la política de Rubén Berríos de alejar la organización de las luchas obreras y populares. La posibilidad del PIP crecer fue detenida, y éste ha debido contentarse con celebrar si sus votos superan el 3 o 4 por ciento.
La debilidad independentista aumentó con la liquidación del PSP, y a su vez debilitó los sectores del Partido Popular autonomistas e inclinados a la justicia social. En cambio creció el anexionismo, que venía progresando con la transferencia masiva de fondos federales, provocada a su vez por la crisis socioeconómica que todavía sigue, la disminución de la actividad productiva y el auge de la cultura improductiva.
Sin embargo durante las últimas décadas del siglo 20 en el mundo la productividad industrial y las tecnologías nuevas habían creado gran abundancia de mercancías y circulación de dinero, fortaleciendo el consumo y el individualismo. Incontables nuevas mercancías se hicieron accesibles popularmente, aunque descendieran los salarios y los empleos fueran menos estables. Las perspectivas personales crecieron también mediante la migración; nuevas aperturas entre los países han propiciado flujos de capital y fuerza de trabajo.
Con el neoliberalismo que avanzó en los años 90 el capital se concentra cada vez en menos manos y a escala supra-nacional. Agrede rudamente a las capas asalariadas y los capitales pequeños y a la vez resta espacio a las tendencias socialistas, que han entrado en crisis en muchos lugares. Bajo el violento liderato de Estados Unidos, un «estado global» induce a los individuos a limitarse a sus estrategias privadas y competitivas y suponer que es imposible cambiar la sociedad.
La inestabilidad de los estados nacionales, la inseguridad social y la pobreza que han aumentado con la globalizacion capitalista en todos lados disparan el narcotráfico, fundamentalismos religiosos, corrupción, migración y xenofobia.
En Puerto Rico los dos partidos capitalistas-coloniales se hacen incoherentes, a la vez que incluyen mucha gente que genuinamente quisiera cambiar el país. Los grupos independentistas e izquierdistas son muy pequeños, aunque en forcejeo por abrir alguna posibilidad nueva.
Es curiosa la situación del Partido Popular, pues tiene un alma popular y otra capitalista-colonial; esta última sin duda lo ha dominado, pero la otra sigue presente, halándolo hacia el otro lado. Comentaristas derechistas fantasiosos incluso lo acusan de querer traer la independencia y el socialismo.
Seguramente hoy el balance político-cultural de Puerto Rico sería muy diferente de haber persistido el intento del PSP de formar un espacio independiente de las ideologías dominantes y del control del estado, desarrollando su prensa y otros medios propios, poniendo el acento en la vida civil y la actividad electoral, y transformando la cultura, la conciencia y la vida cotidiana.
Es necesario formar la mayor cantidad posible de intelectuales, dirigentes y organizadores, pero ¿en cuál dirección? Habría que crearla. En relación a aquella época puede repetirse el dicho de que todo ha cambiado, y a la vez todo ha quedado igual.