Free State of Jones
Mientras esto ocurre en los campos de batalla, en las fincas de los pobres que tienen que labrar sus tierras y alimentar a sus cerdos para poder alimentarse a sí mismos, estos sufren el mandato que hace que todo lo que poseen esté a la disposición del ejército confederado. Un grupo de hombres se dedica a robarle a los desdichados dueños de fincas sin esclavos para abastecer los soldados en los campos de batalla. El detalle son los esclavos. Los que tenían 20 o más eran eximidos de ir al ejército, y cada 20 adicionales eximía de la conscripción a otros miembros masculinos de la familia. En otras palabras, ya los ricos se las arreglaban para solo dejar los hijos de las pobres morir en los campos de batalla. El filme habla del sur, pero en el norte también se cocían habas.
Newton deserta y regresa a su casa por varias razones (no quiero revelar los detalles), pero se convierte en protector de las mujeres que solas tienen que lidiar con los abastecedores (de hecho, pillos) del ejército del sur. El resultado es que no solo es desertor sino criminal ante los ojos de las autoridades castrenses y la ley local. Buscando huir, herido por una mordida de perro perseguidor de esclavos escapados, logra penetrar en las ciénagas y pantanos en los que se esconden los cimarrones.
Se une a un grupo de escapados y muestra su bondad y falta de prejuicio ayudando a los esclavos. Poco a poco va confrontando las vicisitudes de vivir como prófugo rodeado de negros en un estado racista y brutal. Cada una de sus movidas para salvaguardar a sus vecinos indefensos resulta en una represalia de índole absolutista y desmedida que casi siempre resulta en incendios de las casa y los graneros de los disidentes.
El ejército confederado toma nota y comienza una campaña tratando de que los que se le han unido (una cantidad de más de 100 hombres, ayudados por sus mujeres e hijos) abandonen la causa de Knight. El filme va mutando en uno sobre venganzas de guerra de parte de la guerrilla capitaneada por Knight, y de los encontronazos entre sus huestes y las del ejército confederado. Como es de esperarse, hay entre ellos los que no quieren a los negros para nada y que objetan la campaña contra su propio ejército. La causa se complica y la cinta enlentece.
El giro que el guionista Gary Ross le imparte al filme se pone didáctico y parece un catecismo liberal. A muchos les agrada eso, pero no en una película de la que anticipamos despliegue de racismo, lucha entre clases y el abuso como maldades inherentes del hombre. Todas ocurren con monótona anticipación sin que medie mucha sorpresa.
Intercalada en la historia principal hay un juicio contra un descendiente de Knight que se ha casado con una blanca. Él como descendiente del amancebamiento de Knight con la mulata Rachel (Gubu Mbatha-Raw) ha violado las leyes raciales del estado de Misisipí y peligra ser condenado a cárcel por ello. A pesar del interés que pudo haber tenido el juicio, más información y más tensión eran necesarias para integrar mejor el suceso a la historia central.
Hay una confrontación entre los miembros de la banda de Knight y los controladores del pueblo después de terminar la guerra civil donde se presenta lo que sucedió con los republicanos de Lincoln. Ya que emancipó los esclavos y su sucesor en la presidencia, Johnson, envió tropas para hacer valer las nuevas leyes, los sureños del partido republicano se convirtieron en demócratas para votar en contra del gobierno del momento. Es un referente directo a la supresión del voto que los republicanos de hoy en día quieren para los negros, los pardos y los pobres. Como verán es una idea bastante antigua perpetrada por personas de la misma calaña.
Knight creó una de las primeras comunidades integradas en los Estados Unidos, pero estaba rodeado por una multitud de bárbaros prejuiciados que continuaron sus prácticas que incluían el linchamiento y el asesinato de personas indefensas. Lo hacían, como sabemos, a través del Klu Klux Klan cuya misión era “la purificación de la sociedad americana”. Hoy día percibimos esa idea en las frases “Let’s make America great again” y “Let’s take the country back”, ambas referencias directas al primer presidente negro, Barack Obama.
Las buenas intenciones de la película se pierden en su último tercio por la lentitud en establecer puntos de vista que vemos venir mucho antes de que ocurran y por el tono didáctico que sostiene sobre asuntos que son bastante obvios. Por suerte McConaughey, como siempre, es buen actor y su carisma sobrepasa la horrible barba que cubre su rostro. Su presencia es lo que permite ver el filme sin demasiada protesta. A los interesados en la guerra civil, en la que murieron más ‘americanos’ que en todas las guerras excepto la segunda mundial, les recomiendo el documental de Ken Burns, “The Civil War”. Hay que aprender para poder atacar y defenderse efectivamente.