Género, espacio y mirada en el Museo de Arte de Caguas
*Escrito con la colaboración de Mariel Quiñones Vélez y Dianne Brás Feliciano
En el ensayo A Room of One’s Own del año 1928, la autora inglesa Virginia Woolf dijo una de las frases más representativas de la exclusión de las mujeres, no solo en la literatura y las humanidades, sino en muchos de los espacios tradicionalmente masculinos: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción”. Setenta y nueve años más tarde la artista puertorriqueña Vanessa Hernández Gracia hace el performance Una habitación propia (homenaje a Virginia Woolf), construyendo un cuarto suyo con bloques de yeso para luego transcribir sobre sillares blancos el inmortal escrito de Woolf.
Cabe preguntarse por qué las palabras de Woolf han tenido tanta resonancia casi un siglo después, provocando el trabajo de una artista local. Y es que basta con ir a los espacios de exhibiciones actuales en Puerto Rico, abrir un catálogo de arte y contabilizar la participación de las mujeres, para darnos cuenta de que su presencia ha sido y sigue siendo alarmantemente menor que la de los hombres. Si se toman otras intersecciones en consideración, tales como raza, la cantidad disminuye abismalmente.
La recién abierta exhibición Perspectiva de Género: colectiva de hombres artistas, en el Museo de Arte de Caguas, ha servido para traer a la mesa de discusión del mundo del arte valiosas controversias en cuanto a la desigualdad y el rol del género en las imágenes. Su curadora es Elsa María Meléndez, cuya selección exclusiva de artistas hombres incluyó a Christto & Andrew, Arnaldo Cotto, Rabindranat Díaz-Cardona, Antonio Fonseca, Jotham Malavé, Antonio Martorell, Néstor Millán, Mickey Negrón, Uziel Orlandi, Carlos Osorio, Héctor Rafael, Nelson Rivera, Quintín Rivera-Toro, Garvin Sierra, Roberto Silva, Samuel Toro y Bernat Tort.
Según el comunicado de prensa institucional, el propósito de la exhibición es “presentar un abanico de posibilidades de los géneros desde la óptica de hombres artistas”. Desde que se hizo público el afiche de la muestra hasta su apertura, las reacciones del público y la comunidad del arte fueron de críticas acérrimas, reclamos de boicot, larguísimas discusiones en las redes sociales, entrevistas y artículos en defensa de la misma. Este artículo es nuestra contribución al debate como mujeres feministas. Es importante recalcar que la crítica de arte es una labor que compete a cualquier género. Recordemos que muchos de los horrores de la violencia machista son dirigidos a las mujeres y que el patriarcado espera que los recibamos en silencio pasivo. Por lo tanto, nuestras voces son vitales en cualquier gesta que reclame equidad.
Perspectiva de Género: colectiva de hombres artistas explora las formas de concebir al hombre y a lo masculino en el patriarcado. En un ejercicio interesante y necesario, la muestra tantea con los límites de lo que se considera ser un hombre o ser masculino en una sociedad machista. Dialogar con el dolor de los hombres bajo las reglas terribles del patriarcado es un acto imperioso. Sin embargo, al someter al análisis crítico varios elementos de la muestra y la discusión que ha generado, surgen algunas problemáticas apremiantes.
La palabra “sexo” se utiliza para designar una condición biológica que tienen casi todos los animales. Nacemos intersexuadas, hembra, o macho de la especie, aunque podamos tener una identidad sexual distinta a la del nacimiento o podamos cambiar nuestro sexo. Por otra parte, el término “género” se refiere a los roles sociales que se le asignan a cada sexo. El que una mujer tenga menstruación es parte de su sexo, pero que se interese más que un hombre por tener un espacio aseado es parte de su género1 : producto de su crianza, no de su genética. Dicha distinción parece no entenderse bien en ciertos escritos y comentarios que han circulado recientemente por las redes y por la prensa en torno a la inauguración de la muestra e incluso en el discurso de la exhibición.
El término “perspectiva de género” también debe ser aclarado. En Puerto Rico la frase ha sido utilizada con más frecuencia para referirse a la propuesta que pretende implementar la perspectiva de género en la educación pública escolar. Pero de lo que verdaderamente se trata la perspectiva de género es de ofrecer una mirada que cuestione las relaciones humanas desde dicho punto de vista, que se puede aplicar a numerosos ámbitos: las relaciones interpersonales, el análisis del cine, la administración de la salud, la educación superior, y por supuesto, los espacios de arte, entre otros. De hecho, la perspectiva de género es un campo tan amplio, que algunas universidades dedican programas enteros a su estudio. Como parte del debate, ha surgido la inquietud de que algunas críticas y curadoras del arte intentan cuestionar lo que los hombres tengan que decir desde un punto de vista de género. Sin embargo, partiendo de la forma en que definimos “perspectiva de género”, una muestra que trata sobre dicho marco teórico puede incluir hombres, incluso puede estudiar el tema de lo masculino teniendo una mayoría de obras de varones.
Si la perspectiva de género de lo que se considera masculino es la premisa central de la exhibición, la lista de artistas podía ampliarse con la inclusión de algunas artistas mujeres que exploran lo masculino o artistas trans que exploran la forma en que los roles de género afectan su vida. La forma en que está construida la exposición presenta una perspectiva desde el sexo, ya que no es la perspectiva desde lo masculino, es la perspectiva de los nacidos hombres. Macho, en el sentido biológico, no equivale a masculinidad.
Como se ha mencionado, el patriarcado afecta también a los varones, especialmente por las expectativas de una masculinidad inventada que se asocia a la homofobia para fortalecerse. Además, los hombres pueden ser aliados de las mujeres en la lucha por la equidad. Pero, ¿en realidad necesitan los hombres un lugar más para hablar del asunto?
La muestra declara que se le está dando a los hombres el espacio que no tienen para hablar sobre el patriarcado, como asevera el texto curatorial escrito por Elsa María Meléndez: “Es menester desarrollar y construir un terreno en el que todos los géneros sean parte de la discusión.” Sin embargo, la mirada de los hombres sobre la problemática de género no es novedosa. Recientemente un artículo relata el caso de una mujer que participó de una mesa cuyo propósito era reclutar personas para la compañía en la que trabaja. Era la única mujer entre cuatro personas. Cuando le preguntaron cómo era el ambiente para las mujeres, ella contestó que debía trabajar duro. Rápidamente los hombres en la mesa tomaron el micrófono y aclararon que ser mujer en la compañía era maravilloso y que se les daban muchas oportunidades. No solamente se trata de un incidente en donde los hombres sienten que deben sobre explicar un asunto que la mujer ya había expresado, sino que le están diciendo a la oprimida que no es oprimida, cuando es ella la que vive la opresión. Y es que los hombres han sido criados para pensar que su opinión vale más que la nuestra.
Lo que han sugerido varios artistas con sus comentarios en prensa y redes sociales es que necesitan una plataforma para discutir dichos temas. Que los hombres, ellos solos, sientan que requieren las salas de arte para expresar cómo el patriarcado les afecta, sería igual a que la burguesía pidiera un espacio en los medios de comunicación para hablar de la forma en que el capitalismo le aflige, cuando es harto conocido que el discurso burgués ocupa casi el cien por ciento de la prensa mundial.
Por otra parte, dentro del debate han surgido posturas de crítica a las muestras de mujeres, en especial si la exposición contiene obra de artistas que no tienen espacio en las salas regulares del museo. Como señala Nelson Rivera:
Actualmente se presenta, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, una exposición titulada “Making Space: Women Artists and Postwar Abstraction”… Todas las obras en la muestra pertenecen a la colección permanente del museo, muchas de las cuales, huelga señalarlo, rara vez, si alguna, se exhiben junto al resto. No huelga, sin embargo, señalar que en Puerto Rico una exhibición como esa sería un retardo intolerable…
….Meléndez, a su vez, revela con su propuesta lo irrisorio de las exhibiciones de “mujeres artistas”, exhibiciones/guetos como la del MoMA, en la que la institución hipócritamente se presenta como de avanzada porque “le da la oportunidad” a las mujeres que siempre ha mantenido marginadas.
Podemos coincidir con que una muestra en la que las obras de mujeres se sacan del depósito del museo y luego de la exposición regresan nuevamente, no es la manera ideal de enseñar su trabajo. Sin embargo, son esfuerzos como ese los que han dado luz a muchas artistas puertorriqueñas y en el mundo. Si el trabajo de las artistas en Puerto Rico se exhibe junto al de los artistas en los museos de arte es porque ellas han realizado un trabajo feminista de rescate y unión que ha incluido muestras exclusivas de artistas mujeres.
Hay que mencionar que en Puerto Rico han sido muchos los esfuerzos de curadoras de arte serias y comprometidas que han utilizado las muestras de mujeres artistas como una valiosa estrategia para intentar visibilizar la práctica artística de las mujeres en Puerto Rico. Si viviéramos en un País ideal, en donde las mujeres artistas tuviesen la misma oportunidad de exponer que los artistas hombres, no harían falta las colectivas de mujeres. Pero esa no ha sido ni es la realidad.
Ya en el 1986 Margarita Fernández Zavala denuncia en el ensayo de la exposición Mujeres artistas de Puerto Rico, la ausencia de las mujeres en los espacios de arte y la dura batalla para que sus reclamos de inclusión fuesen escuchados:
Al comenzar juntas, veíamos natural el aislamiento, el sugerir nombres de varones antes de una mujer ante una oportunidad de trabajo, el aceptar la escasa representación de las mujeres en colectivas, los silencios alrededor de nuestras vidas y nuestras obras, la depreciación de nuestro trabajo. Era anti-natural organizarnos porque nuestra manera fragmentada y “desorganizada” de trabajar, la crianza de nuestros hijos y las obligaciones familiares eran -nos enseñaron- un problema personal. Para sostener la frase “querer es poder”, nos autodiscriminábamos y nos esforzamos aún hoy, hasta la fatiga.
Para demostrar que la falta de equidad de género en las artes visuales sigue siendo un problema severo, realizamos un conteo de hombres y mujeres en algunas exposiciones y colecciones importantes en Puerto Rico. En la mayoría de los casos, la cantidad de mujeres en la selección es mucho menor que la de los hombres, incluso siendo mujeres las curadoras y administradoras de los espacios. En la muestra Careos/Relevos. 25 Años del Museo De Arte Contemporáneo de Puerto Rico (MACPR), se exhibió el trabajo de 81 hombres y 33 mujeres. En Interconexiones, la exposición actual de la colección permanente del Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR), el conteo ofrece el número de 86 hombres y 25 mujeres. La colección completa del MAPR tiene obra de 80 hombres y 25 mujeres según su página web. La colección de pintura del Instituto de Cultura Puertorriqueña -de acuerdo a su catálogo de 2012-, tenía obra de 113 hombres y 24 mujeres. Si estudiamos las publicaciones sobre la historia del arte en Puerto Rico debemos destacar el libro Puerto Rico: arte e identidad, que documenta el trabajo y la trayectoria de 144 hombres y 42 mujeres. Se podría decir que nuevamente estamos dividiendo a los artistas con una fórmula binaria patriarcal de hombre y mujer, pero entrar en otras consideraciones requeriría un estudio antropológico extenso y, en otros casos, sería imposible, pues se debe contabilizar también la identidad sexual, de género y/o la orientación sexual de las artistas y los artistas. Dicha acción podría implicar debates sobre la privacidad a la vez que adquirir esta información de artistas muertos es difícil, sino inasequible. No obstante, este acercamiento es útil para demostrar la falta de equidad que viven las mujeres artistas: los números presentados demuestran que aún no tienen una representación ni tan si quiera cercana a la de los hombres en el mundo de los museos y las publicaciones de arte, aunque sobran las artistas mujeres. A esto podemos añadir el ejercicio realizado por Sabrina Ramos Ruben, Dianne Brás Feliciano y Micol Hebron, titulado Conteo de galerías: un llamado a la equidad, exposición de carteles en ÁREA/Lugar de Proyectos (2014-2015), que pone de manifiesto que hay mayor representación de la obra de artistas hombres que de mujeres en los espacios alternativos y galerías.
Al analizar la historia del arte del Caribe hispano, el papel de las mujeres artistas ha sido fundamental para el desarrollo de tendencias de arte moderno y contemporáneo. Celeste Woss y Gil, Amelia Peláez y Luisa Geigel fueron pioneras en sus países. Irene Delano, Olga Albizu y Ana Mendieta cambiaron radicalmente el panorama de las bellas artes en el Caribe. Aún así la cantidad de mujeres artistas que hay en las muestras es vergonzosa. Exhibiciones destacadas como Infinite Islands, que estuvo en el Brooklyn Museum entre el 2007 y el 2008, mostraba obra de solo 13 mujeres de 46 artistas presentes. La exhibición Caribes globales: la creación caribeña contemporánea, expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo en el 2010, tuvo una participación de un 33% de mujeres artistas.
Al restarle importancia a las exposiciones de mujeres artistas se mantiene la idea de que las mujeres estamos en una posición de equidad y que no es necesario esforzarse para eliminar la pobre visibilidad y poco espacio otorgado a las mujeres en muestras de arte y publicaciones. Peor aún, minimizar el peso de las exposiciones de mujeres y el reclamo de que ellas aún necesitan su espacio para que se respete su obra implica menospreciar el esfuerzo valiente y loable que han hecho artistas, curadoras y teóricas con la intención de incluir y rescatar a las artistas mujeres en la historia. Debemos mencionar aquí el Wikitón del MACPR que sucedió en marzo de este año y que se repetirá en otras ocasiones; el proyecto del Museo de las Mujeres de la artista Carmen Mojica; y el año de mujeres que realizó ÁREA/Lugar de Proyectos en el 2014, del que salieron hermosas alianzas y proyectos que contribuyeron al desarrollo de las artistas y de curadoras jóvenes.
En fin, la distinción de “mujer artista” sigue siendo necesaria. En un mundo donde el hombre masculino es la norma, mientras que la mujer y lo femenino es invisible, al decirlo nos obligamos a reconocer su existencia. En estas circunstancias históricas de crisis económica en Puerto Rico, en que las mujeres (en especial las trans, pobres y negras) reciben lo más despiadado de la violencia colonial, urge más que nunca que los museos y espacios incluyan a las mujeres artistas en sus programas de exhibiciones.
Como se ha demostrado, Puerto Rico no está exento del machismo en el mundo del arte. La exclusión de mujeres no es una tendencia extranjera: es parte del sistema patriarcal que está arraigado al rizoma que es la sociedad puertorriqueña y costará mucho más que exposiciones inclusivas y debates como este lograr arrancarlo de raíz.
- Es parte de la construcción heteronormativa y binaria del género femenino. [↩]