Gladiator II (Cines)
{dropcap]U[/dropcap]n esclavo que en realidad tiene abolengo, se convierte en un gladiador famoso. ¿Se contentará con eso y nada más?
Como todo buen artista, Ridley Scott se ha sacudido de la tierra (con muchas piedras) que le lanzaron a su Napoleón (2023) y se ha dedicado a dos otros emperadores. Dirigida por Ridley Scott, como secuela de Gladiator (2000), la película, escrita por David Scarpa, nos lleva al reino norteafricano de Numidia que está siendo atacado por el ejército romano al mando del general Acacio. La escenificación de esta batalla es espectacular y nos va preparando para otras tomas impresionantes del cinematógrafo John Mathieson.
Han pasado dieciséis años desde la muerte de Marco Aurelio y Roma es gobernada por los corruptos emperadores gemelos (alteración histórica, pues no lo eran) Geta (Joseph Quinn) y Caracalla (Fred Hechinger). El nieto de Aurelio, Lucio Vero (Paul Mescal), vive bajo el alias Hanno con su esposa Arishat (Yuval Gonen) en Numidia. El ejército romano liderado por el General Acacius (Pedro Pascal) invade y conquista el reino, mata a Arishat y esclaviza a Lucio. Para dar a conocer a los esclavos como gladiadores potenciales, estos son llevados al Coliseo, donde se enfrentan a babuinos salvajes. Lucio mata salvajemente a un babuino, impresionando al dueño del establo Macrino (Denzel Washington), quien le promete a Lucio la oportunidad de vengarse matando a Acacio si gana suficientes peleas en Roma.
Mientras vemos las batallas de rigor entre los gladiadores, incluyendo una con el gladiador “en jefe” montado en un rinoceronte, Macrino se convierte en el centro de atracción.
El exesclavo planea controlar Roma. A esos fines mantiene un grupo de gladiadores que le son fieles y en sus confabulaciones hay senadores que le corresponden. También trabaja como traficante de armas, proporcionando armas, alimentos y aceite a los ejércitos romanos en Europa. Quiere ser emperador y está dispuesto a hacer cualquier cosa para llegar a serlo.
Washington le saca partido a su papel y se convierte en un villano muchísimo peor que Acacio, a quien el pueblo clama como su héroe y merecedor de todos los honores que le conceden los emperadores. En cambio, Acacio, que lo que desea es estar con su esposa, se enfurece cuando los emperadores le dicen que el próximo paso es la conquista de Persia e India. En secreto, Acacio y Lucilla (Connie Nielsen) diseñan un plan para derrocar a los emperadores y devolver al pueblo de Roma a su estado anterior. Más tarde se reúnen con los senadores Graco (Derek Jacobi), quien sirvió al padre de Lucilla, y Thraex (Tim McInnerny) para asegurar el apoyo del senado y del pueblo.
Sin embargo, en otra puesta en escena que debe de haber consumido bastante del presupuesto del filme, la arena del Coliseo es convertida en un “mar” en el que viven tiburones que esperan con ansias que las víctimas de la batalla entre los gladiadores y miembros de la guardia pretoriana caigan al agua.
La trama se va complicando con las revelaciones y traiciones que resultan en el asesinato del emperador Geta y la degradación de Acacio de general a gladiador y las consecuencias de su situación. Como en todo “país totalitario”, hay delatores y traidores y las conspiraciones no tardan mucho en ser reveladas a los malos.
Los que tienen buenos recuerdos de la película anterior tal vez puedan empatar en su mente algo de aquella con esta, aunque hayan pasado veinticuatro años. Y, en flashbacks, vemos brevemente al atribulado gladiador de entonces (Russell Crowe) para que refresquemos la memoria. Sin embargo, la cinta descansa en su nueva trama y es innecesario haber visto la anterior.
El nuevo gladiador, Paul Mescal, es buen actor y sus escenas de acción (tal vez gracias al doble) son muy buenas, pero ya hemos visto bastantes de estas. Pedro Pascal, que ha avanzado mucho desde sus problemas en Narcos, es un actor en el que se puede depender para hacer sus escenas sin que se exceda a lo demasiado dramático o trágico. Mas, como he sugerido ya, es Denzel Washington el que se lleva los laureles actorales. Es un villano peor que los que asesinaron a Julio César.
Me encantó que Hanno les citara a Virgilio a los emperadores. Después de todo, el autor de la Eneida, quien representa la razón, es quien guía a Dante por el Infierno y el Purgatorio. Por ahí deben de andar muchos de los Césares, y también Geta y Caracalla. Este último es conocido por la construcción de las termas que llevan su nombre, que se convirtieron en las segundas más grandes de Roma. ¿Se calentarían con el fuego del infierno? La historia es equívoca con su crueldad. El guion de la película lo condena. Sin duda, en la memoria de los que ven la película, esa versión sobrevivirá