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Inicio » Columnas Puerto Rico

Gran Jurado Civil – Regreso a la democracia directa

Enrique Vázquez QuintanaEnrique Vázquez Quintana Publicado: 6 de marzo de 2022



Imagen de Temis, diosa de la justicia.

Imagen de Temis, diosa de la justicia.

 

La democracia comenzó en la Grecia Antigua. Se dice que los griegos se reunían semanalmente en el Agora plaza pública para discutir los problemas que aquejaban a los ciudadanos, identificaban las posibles soluciones y luego votaban para resolverlos. Eso se denominaba como la democracia directa. Sin embargo, cuando la complejidad de las ciudades griegas –Atenas y Esparta– aumentó, se comenzó a utilizar la democracia representativa. Pero la democracia representativa trajo consigo el problema terrible de la corrupción política. En prácticamente todos los países democráticos del mundo existe la corrupción política y en las dictaduras la corrupción es peor. Eventualmente y por la influencia del Barón Montesquieu, se adoptó el gobierno de tres poderes luego de la revolución francesa en la que se eliminó la monarquía en ese país y guillotinaron al Rey Luis XVI y a la reina María Antonieta. Para esa época, en Inglaterra el ejecutivo era el rey, el legislativo era el parlamento y los jueces representaban el poder judicial. Aún en un gobierno de tres poderes, el ejecutivo tiene y ejerce más poderes que los otros dos. El Ejecutivo es el que establece la política pública junto a sus secretarios de gabinete y el que recomienda a los jueces. En el sistema actual los jueces no le responden al pueblo.

Al crearse la república de Estados Unidos también se adoptó el gobierno de tres poderes. En sus comienzos se discutía cuánto poder debía permitírsele al poder judicial –Hamilton opinaba que el poder judicial debía ser la rama de gobierno con autoridad para asegurar que las otras dos ramas actuaran de acuerdo con la constitución. Decía Hamilton que la rama judicial no necesariamente se tornaría muy poderosa ya que no tiene ni el poder económico ni la espada. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario. Por otra parte, Thomas Jefferson opinaba que mientras menos poderosa fuera la rama judicial, sería mejor.  En el caso Marbury v. Madison decidido por el juez John Marshall en 1803 se estableció el proceso de revisión judicial para decidir qué leyes, convenios y tratados del congreso eran inconstitucionales. Una de las primeras ocasiones cuando la corte y el presidente se percataron de tener un conflicto fue en la historia de los indios Cherokee de Georgia. En el 1829 se descubrió oro en una de las reservas de los indios Cherokee en el estado de Georgia. Ese oro pertenecía a los indios, pero el estado de Georgia se apoderó de las tierras y del oro. Los indios demandaron y el caso llegó hasta el Tribunal Supremo que determinó que los indios tenían el control legal de su territorio y que Georgia no tenía autoridad legal para usurpar esos terrenos.  Georgia ignoró esa decisión y el presidente Andrew Jackson no hizo nada. Jackson y su sucesor enviaron tropas a Georgia no para forzar la decisión del Tribunal Supremo sino para trasladar los indios Cherokee a otra reservación de indios en Oklahoma.  De forma que el presidente Jackson desacató la decisión del Tribunal Supremo y no tuvo consecuencias en su contra demostrando que el Ejecutivo es más poderoso que el judicial.

En el 1930 hubo otra lucha de poder entre el presidente Roosevelt y el Tribunal Supremo que indujo al Secretario de lo Interior Harold Ickes a decir –“O reformamos las cortes o estaremos sometidos a una tiranía judicial.” Igual que Roosevelt, el presidente Biden ha propuesto aumentar el número de jueces del Tribunal Supremo. Sin embargo, esa sería una medida transitoria, ya que de volver a prevalecer los republicanos aumentarían el número de jueces y seguiríamos en una escala sin fin.

Los ingleses que llegaron a Cape Cod, Massachusetts, en el 1620 les estaban huyendo a la persecución política y religiosa. El Rey Jorge III se había colocado por encima de la ley y se había convertido en un tirano. Años más tarde, Estados Unidos se fundó bajo las creencias de cristiandad, de vida, libertad, igualdad y persecución de la felicidad. Pero algo extraño ha sucedido.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos consiste en nueve jueces que ejercen su mandato por toda su vida. Su sueldo no puede ser reducido y los mismos jueces alegan que tienen inmunidad, impunidad e infalibilidad. Esas distinciones no están en la constitución de Estados Unidos, de los estados, ni en la de Puerto Rico. Esas características de los jueces son estatutarias; es decir, son decisiones que han hecho los jueces para los propios jueces. En los únicos países del mundo donde los jueces poseen inmunidad, impunidad e infalibilidad es en Inglaterra, en Estados Unidos que la adoptó de su colonizador y en Puerto Rico impuesta por Estados Unidos cuando invadió a Puerto Rico el 25 de julio de 1898 y nos impuso el sistema legal anglosajón. En España y en los demás países de hispano-américa los jueces pueden ser demandados, multados, removidos de sus puestos y hasta encarcelados. Gradualmente los jueces le han usurpado el poder al ejecutivo y al legislativo. En efecto se han convertido en los nuevos tiranos judiciales. Es curioso e insólito que nueve ciudadanos, que son como usted y yo, que cometen errores y que no son sabios tengan el poder de decidir sobre la hacienda y la vida de otros ciudadanos. Se debe establecer un nuevo mecanismo en la democracia para corregir esa aberración o falla en los gobiernos democráticos. El mecanismo de escoger a los jueces está totalmente politizado tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Ese sistema debe ser mejorado a través de una enmienda a la constitución de los respectivos países. Sería una enmienda nueva a la constitución de Puerto Rico y la enmienda 28 a la constitución de Estados Unidos.

Resulta inconcebible que nueve jueces, que son igual que cualquier otro ser humano, no dioses, que se equivocan, que tienen prejuicios sociales, raciales y religiosos tengan el poder absoluto de quitarle la hacienda y hasta la vida a los acusados que acuden a sus cortes en busca de justicia; jueces que no son electos por el pueblo y que no responden al pueblo, que ejercen sus puestos de por vida.

Ese sistema es deficiente e injusto y tiene que ser cambiado. El honorable juez Stephen Breyer de la Corte Suprema Federal ha dicho –“Las decisiones de las cortes son aceptadas por los ciudadanos, aunque crean que son erróneas.” Y lo que es peor, luego del Tribunal Supremo solo existe el tribunal celestial. En Puerto Rico, el Tribunal Supremo sentenció que el calcio bajo causa demencia en el ser humano, una aseveración totalmente falsa y anticientífica, ya que las causas de las demencias son desconocidas. Lo extraño es que a nadie, ni a los médicos les interesa revertir esa farsa judicial. Los jueces pretenden saber más que los médicos, son expertos en todas las áreas del saber humano. Vivimos en una burbuja de abuso de poder que nadie quiere estallar. Demostramos nuestro desconocimiento y cobardía al no acabar con las injusticias, no importa de dónde vengan. Como dice Baltasar Garzón, “La historia de la impunidad en todos los pueblos es la historia de la cobardía de los que la generaron, pero también de los que consintieron o consienten posteriormente.”

En el sistema judicial federal existe lo que se conoce como El Gran Jurado. El concepto de Gran Jurado se originó en Inglaterra y se estableció en el sistema legal de Estados Unidos a través de la Quinta Enmienda que requiere que todos los casos federales sean evaluados por un Gran Jurado. El Gran Jurado sólo se aplica a la mitad de los estados de Estados Unidos. El Gran Jurado consiste de 6 a 12 ciudadanos, laicos, seleccionados al azar y secretamente. Un fiscal presenta una acusación y pruebas y el gran jurado decide si procede o no una acusación por medio de un juicio penal. Se requiere una mayoría de votos para tomar esa decisión. En la corte federal de San Juan se utiliza el concepto de Gran Jurado.

En la enmienda a la constitución que propongo se establecería que los jueces, legisladores y fiscales tendrían inmunidad e impunidad no absoluta sino condicionada. Su inmunidad estaría condicionada mientras su comportamiento sea legal, moral y ético; de lo contrario pudieran ser acusados, removidos de sus puestos, multados y hasta encarcelados. Se establecería un mecanismo para la designación de los jueces por medio de una entidad que se encargue de educar a los abogados que aspiren a ser jueces, recibirían educación especial en moral, ética, filosofía, humanismo y ciencias. Hay que salir del insularismo local y mirar a otros países que han establecido mecanismos superiores a los nuestros y al de los norteamericanos.

Igualmente, se debe establecer un Gran Jurado Civil compuesto por 23-27 ciudadanos de variadas profesiones y/o laicos que deberán ser seleccionados por el pueblo y cuya función será pasar juicio sobre aquellas decisiones tomadas por el Tribunal Supremo que sean conflictivas o erráticas, particularmente las decisiones que son 5 a 4. Esas decisiones son realmente decididas por un juez, el que se cambia de un lado hacia el otro, el “swinger” en las cortes federales. Es inconcebible que el Tribunal Supremo Federal haya dictaminado que para la culpabilidad de un acusado por un delito criminal sea por una decisión unánime de los doce jurados. (Ramos v Luisiana 2020) Sin embargo, los jueces se permiten así mismos decidir por un solo voto, 5 a 4 en los casos más difíciles o controversiales. Este nuevo sistema propuesto no sería perfecto, pero será superior al que tenemos. En efecto, estaría más cercano al sistema de democracia directa de los griegos.

Otros cambios que se deben considerar son los siguientes: Cómo despolitizar el sistema judicial, grabar los testimonios de los testigos en el Tribunal de Instancia de forma que los jueces del Tribunal Apelativo y del Tribunal Supremo puedan evaluar el comportamiento (demeanour) del testigo, que los jueces del Tribunal Supremo que disienten expliquen las razones que los llevan a disentir, que se elimine la Asociación de la Judicatura Puertorriqueña por su secretismo y por ser innecesaria, que se divulguen los honorarios que cobran los abogados a su clientes, particularmente a los corruptos que pagan con el mismo dinero que robaron al pueblo, ese es considerado por algunos ciudadanos como el comienzo de la corrupción profesional. Debemos seguir las recomendaciones de Harold Ickes quien dijo –“O reformamos las cortes o estaremos sometidos a una tiranía judicial.”

En Estados Unidos para despolitizar el sistema judicial el congreso debe someter la Enmienda 28 de la Constitución, pero eso es problema de los norteamericanos, no de los puertorriqueños.

“Reconociendo y respetando las diferencias de los otros, y tratando a cada persona como quieras que te traten a ti mismo, ayudarás a crear un mundo mejor para todos. No tienes que ser discapacitado para ser diferente. Todos somos diferentes.”

Kim Peek, the savant, de la película Rain Man.

 

 

Referencias:

 

  1. The Supremacists—the tyranny of judges and how to stop it—Phyllis Schlafly.
  2. The Authority of the Court and the Peril of Politics—Stephen Breyer.
  3. Un Mundo sin Miedo—Baltasar Garzón.
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Enrique Vázquez Quintana
Autores

Enrique Vázquez Quintana

El doctor nació en Ponce el 21 de octubre de 1937 y vivió su niñez y adolescencia en el pueblo de Guayanilla. Se graduó de Escuela Superior en Guayanilla en el 1955. Cursó estudios conducentes al grado de Bachillerato en Ciencias del 1955 al 1958 en el Recinto de Río Piedras, de la Universidad de Puerto Rico. En el 1962 obtuvo el grado de Doctor en Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Entre el 1962 y el 1968 completó su internado y adiestramiento en Cirugía General en el Programa de Cirugía del Hospital Universitario y Hospitales Afiliados. Del 1968 al 1970 sirvió en el Ejército de los Estados Unidos, parte del tiempo destacado como cirujano en la República de Vietnam. Del 1970 al 1998 laboró en el Departamento de Cirugía de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Fue Director del Departamento de Cirugía del 1983 al 1989. Tiene a su haber múltiples publicaciones científicas y es diplomado por la Junta Americana de Cirujanos. Pertenece a varias agrupaciones y sociedades médicas tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. El doctor Vázquez Quintana fungió como Secretario de Salud del 3 de enero al 15 de septiembre de 1993. Del 1997 al 1999 fue Presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico. Es autor de cinco libros: Mi Amigo el Gobernador, La Gran Decepción, Diálogo en el Limbo entre Don Luis Muñoz y Don Pedro Albizu Campos, El Candidato bajo el pseudónimo de John Towers y ¿Quién eres tú? La “Historia de la Cirugía en Puerto Rico” es su sexto libro. ¿Quién eres tú? Es un relato familiar sobre la Enfermedad de Alzheimer que padeció su esposa por once años. Dentro de dos o tres meses se comenzará a filmar una película con el mismo título. En el 2018 completó y se exhibió en Puerto Rico la película ¿Quién eres tú? sobre la enfermedad de Alzheimer. En junio de 2016 publicó una monografía sobre el Sistema de Salud de Puerto Rico, Pre y Post Guilermo Arbona y Post Reforma. Se retiró de la práctica de la cirugía el 12 de junio de 2013.

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