Guanda y las máscaras del verso azul

La gobernadora Guanda, Mamá Gallina de los pollitos puertorriqueños, maternalista y maternatonta ayer no más decía “se me quedan en casa…se me portan bien…se me etc”. A la Mamá Gallina con plumaje de teflón blanco no se le pegaba el sucio de su peligroso desempeño como Procuradora de las Mujeres para Luis Fortuño. Tampoco su olímpica indiferencia hacia la justicia como Secretaria de Justicia para Ricky Roselló. Mucho menos su larga cronología de discrimen, persecución y ocultamientos que incluye el increíble zapateo de su responsabilidad, como Secretaria de Justicia, al negarse a investigar los furgones de Beatriz Roselló y, como gobernadora, el almacén de Ponce. Hoy, con la máscara de protección del virus que por fin cubre su rostro, se le cae otra máscara: la que usó para venderse como la adalid del pueblo puertorriqueño en tiempos de crisis.
Maquillaje Guaynabo Pale para el rostro, pintura Dorado Golden (como decir “carnebif”) para el cabello, la pálida rubia dorada que «viene de abajo”, que «pertenece al pueblo” puertorriqueño que por supuesto es rubio de ojos azules, leyó bien y entendió, con su agudo olfato de vendedora de sí misma que ha sobrevivido a huracanes, reyezuelos y terremotos, cuál es la mercancía mas mercadeable en tiempos de crisis e incertidumbre. Con su maquillaje pálido impoluto y su cabellera rubia dorada perfectamente pintada, planchada y peinada, se vendió, muy correctamente pues el puesto le cayó del cielo, como la designada divina: “Dios me puso aquí” (o algo por el estilo). ¿Habrá mayor garantía? Y, por si las dudas, como la gobernadora “apolitíca”, de la “paz”, el “sosiego”, la “seguridad”, el “todo bajo control” y la manoseada “transparencia” (tramparencia la llama nuestro gran Luis Rafael Sánchez) de su administración que ayer no más decía el verso azul.
Astuta ella: capitalizó precisamente las necesidades que dejó en el indignado pueblo puertorriqueño toda la porquería de la perversa administración de la que ella era la tercera en el orden constitucional. La apolítica Guaynabo Pale Dorado Golden Mamá Gallina que hizo carrera sirviendo de alicate político a sus superiores hasta que llegó a la tierra prometida, predicó su apoliticismo y antes de decir amén se entregó, como en los viejos tiempos, en cuerpo y alma al dueño de turno del partido, actualmente el líder del ala más sectaria, dura, doctrinaria y fundamentalista.
Líder en las simpatías del país puertorriqueño para la gobernación de Puerto Rico según la última encuesta ENDI, la que viene de abajo, la que pertenece al pueblo, la Mamá Gallina Guaynabo Pale Dorado Golden que ayer no más cacareaba, manipuladoramente a sus acunados y arrobados pollitos, vió, en la pandemia que amenazaba con postrar nuevamente al pueblo puertorriqueño, su oportunidad dorada. Se bajó a toda prisa el oscuro telón y se movieron los actores. Pero la representación teatral no estaba lista; el guión tenía deficiencias y a los actores les faltaba ensayo. El público chifló.
En la primera conferencia de prensa del intentado tumbe de 38 millones de dólares de los contribuyentes del empobrecido país puertorriqueño, la gobernadora Guanda necesitó enmascarar su cara Guaynabo Pale con la máscara del virus, por así decirlo, para ocultar otro virus, el que nos aqueja desde que inició su administración hace casi 4 años: el virus de la mentira. Flanqueada por los dos guardaespaldas senior de la salud del pueblo puertoriqueño, que como dúo de marionetas de un teatro de títeres asentían mecánicamente con sus cabezas, ofendió repetidamente a la palabra inteligencia con el argumento de la prisa en la compra de la pruebas del virus. La nariz creciente que no ocultó la máscara recordó a Pinocho. La letanía de la prisa recordó a La Pulguita y el Disco rayao (ese disco se rayó, empújale, empújale, empújale la aguja). El precio es lo de menos interpretada a trío con sus dos guardaespaldas senior recordó a Gabi, Fofó y Miliki. También la prisa es lo de menos: somos la última jurisdicción estadounidense en pruebas realizadas; la primera en la tasa de mortalidad. Bonitos números, good job. Con base en los datos científicos del punto cero bicicleta de las pruebas realizadas, nos instruye con certidumbre sobre nuestro incierto porvenir.
Los pormenores y pormayores (mensajes de texto, “sugerencias”(¡cuánta fineza!), recomendaciones, llamadas, emails, contratos, órdenes de compra, cotizaciones, fechas, personajes, personeros, firmas y no firmas, prisas, compañías, países, requetetcétera) de la confabulación para el tumbe serían de risa loca, una disparatada comedia de enredos, si no fuera porque también son de llanto, de eso que llora ante los ojos del Dios de los creyentes y los incrédulos.
(Eso sí, hay que felicitar a la gobernadora Guanda por la eficiente y deslumbrante rapidez con que su administración inepta, lenta e improvisada procesó la compra. Una pena que un banco local de cuyo nombre no quieren acordarse les aguara la fiesta).
Se ha convertido en la norma de las administraciones del color de ese mismo cielo al que hacen llorar, que en nuestros momentos de mayor desgracia se planifique y practique el mayor tumbe. Flexibilización de protocolos, ganancia de pecadores. En nuestro momento de oscuridad total se cocinaron Whitefish y Cobra; cuando tembló nuestra tierra se escondieron los suministros destinados para ese tipo de emergencia; cuando nos invade la pandemia se pretende el tumbe con las pruebas que serían nuestra principal y casi única arma de defensa. A 400 % de sobreprecio. Sin aprobación FDA. Dinero que no se rembolsaría al bolsillo empobrecido del país puertorriqueño. Posible, probablemente, pruebas fatulas.
¿Cuál es el nombre de este nivel de miseria humana? ¿Cómo denonimar estos personajes perversos que con alevosía aprovechan para su propia hacienda y agenda las desgracias peores, los momentos de mayor dolor y vulnerabilidad de su propio pueblo? ¿Es que el fin justifica los medios? ¿Es que el ideal, el que sea, y los fondos para su lobby o mantenerse en el poder justifica lo injustificable, lo que no tiene madre?
¿Qué hacer para que estas barbaridades no se repitan? Una son muchas y van demasiadas. ¿Cuántas vidas y calidad de vida ha costado la destrucción del sistema de salud Arbona? ¿Cuántas vidas innecesariamente perdidas costó Whitefish/Cobra y el retraso imperdonable y criminal en pedir la ayuda de la APPA; la ineptitud y corrupción con que se manejó el desastre que nos dejó el huracán Maria? Who’s in charge? Anybody in charge? se preguntaban en Washington DC. ¿Cuantas vidas adicionales costará la ineptitud y corrupción con que se maneja la pandemia? La ineptitud y la corrupción cuestan, y seguiremos perdiendo vidas, hacienda, democracia, medioambiente, calidad de vida, presente y futuro mientras ineptos y corruptos pernocten en La Fortaleza y medren en la legislatura.
¿Cuántos de los responsables de tanto desatre, de tanta vida perdida están presos? ¿Es que el crimen paga? ¿Y los responsables de tanto toallazo, tampoco son responsables? ¿Es que la complicidad ya no es un crimen? ¿Los responsables del ataque sistemático a nuestra democracia; del saqueo del país; del estrangulamiento progresivo de nuestra institución más importante, la Universidad de Puerto Rico; de la destrucción sistemática de nuestras instituciones, playas y litorales, ríos y bosques, tierras agrícolas, acuíferos, paisaje, en qué cárcel están?
Gobernar para saquear; gobernar para destruir. Privadamente, legitiman el saqueo con la supuesta promoción del “ideal”; públicamente, legitiman la destrucción de la economía, instituciones y naturaleza con el supuesto afán modernizador o democratizador. Siempre, lo mejor del botín para el bolsillo propio. Vicios privados, virtudes públicas. Es tal la avaricia que no importa que el resultado neto de la destrucción de la economía, instituciones y naturaleza aleje la consecución del ideal que alegan perseguir. ¿Beggar state? Practican un populismo de pacotilla que lo desvirtúa todo. ¿Qué han construído que valga la pena? ¿Qué han democratizado, modernizado, mejorado? ¿Dónde están los billones de dólares del saqueo?
Mientras no haya escarmiento con mayúscula, con consecuencias serias, con prisión y devolución de lo robado, con la marca del carimbo de la corrupción, seguirá la fiesta. La fiesta con el dinero del empobrecido país puertorriqueño. La fiesta con el dinero del Tío Sam al que continuamente le imploran una habitación en su casa. Que extraña manera de pedir la estadidad federada: te robo, luego me anexas. La ontología cartesiana llevada a los niveles del absurdo y la náusea sartreana. La picaresca disfrazada de ideal político. Suele suceder: lo vemos en el populismo de derechas e izquierdas en países desarrollados y subdesarrollados de viejos y nuevos continentes. Pero mal de muchos consuelo de tontos. Y los tontos son fácil presa de los desgraciados. Si el país puertorriqueno quiere abrir una ventana de esperanza hacia el porvenir tendrá que reflexionar sobre lo acontecido, y sobre el verso azul y los cantos de sirena.
Un indio zapoteco y presidente mexicano llamado Benito Juárez nos recordó que el respeto al derecho ajeno es la paz: una regla sencilla para una vida buena. Un afroamericano y presidente norteamericano llamado Barack Obama nos recordó que lo perfecto no debe ser enemigo de lo bueno, y que las elecciones cuentan: dos reglas sencillas para una democracia buena. Un hispano norteamericano y filósofo llamado George Santayana nos advirtió que aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo. Y añadió: “un país sin memoria es un país de locos”. Recordemos, reflexionemos, aprendamos de nuestras desgracias, dejemos la vagancia mental de la brocha gorda, la miopía que nos ha marcado como seña de identidad. De lo contrario seguiremos entregándonos a los desgraciados. Y seremos un país de locos.