Hablemos de la banca
La guerra es de vital importancia para el Estado. Es un asunto de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la destrucción. Por lo tanto, es una materia cuyo estudio jamás debe descuidarse.
— Sun Tzu
Desde el 2011 se le habrán confiscado aproximadamente $57.3 millones al Fondo para la Investigación y Examen de Instituciones Financieras y Casinos de Juegos, custodiado desde 1976 por la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras (OCIF) para costear sus operaciones. En el 2009, mientras discurría la debacle financiera provocada por la banca multinacional, en Puerto Rico se enmendó la Ley Uniforme de Valores “con el fin de atemperarla a los cambios ocurridos en los últimos años”. El entonces Comisionado, Alfredo Padilla, se expresó[1] a favor de expandir el alcance educativo de su Oficina:
A través de los años, hemos visto como [sic] la falta de conocimiento de la ciudadanía en cuanto al Sistema Financiero en muchas ocasiones les ha llevado a tomar decisiones erradas o malinterpretar las transacciones financieras en las cuales están involucrados. Ante la necesidad que tiene la ciudadanía de que se le provea orientación y educación en asuntos financieros, la OCIF ha realizado un sinnúmero de esfuerzos para orientar a la ciudadanía en todos los aspectos financieros.
Esos esfuerzos eran costeados principalmente a través del Fondo para la Educación del Inversionista y del Consumidor en su Relación con el Sistema Financiero y Adiestramiento del Personal de la OCIF (en adelante “Fondo para la Educación del Inversionista y del Consumidor”)
Las celebradas “nuevas herramientas que le permitirán traer alternativas innovadoras que resultarán en una mejor educación financiera para nuestra sociedad”, duraron poco. En el 2011, los ingresos del Fondo para la Educación del Inversionista y del Consumidor, que totalizaban $2 millones, fueron desviados. Ese mismo año, el diario El Nuevo Día le anunció al país que “Padilla se acoge al retiro dejando un instituto de educación financiera en ciernes y varias investigaciones por el colapso de una tercera parte del sistema bancario de la Isla hace casi dos años”. Desde entonces, Padilla fue reemplazado por otro veterano banquero, Rafael Blanco, y el Fondo para la Educación del Inversionista y del Consumidor ha sido privado de otros $8.6 millones.
Lo mismo ocurre con otros $4.7 millones originalmente destinados a OCIF para realizar orientaciones, investigaciones, examinaciones y auditorías de las entidades y actividades bancarias, nacionales e internacionales, establecidas en Puerto Rico. Hoy permanecemos sin instituto de educación especializada en finanzas y los banqueros responsables “por el colapso de una tercera parte del sistema bancario de la Isla”, hace casi una década, permanecen impunes. Algunos de esos banqueros han formado parte de gabinetes constitucionales y de la Junta de Directores del principal banco público puertorriqueño.
Las prioridades políticas de los residentes incidentales del Palacio de Santa Catalina tienen una importante consecuencia nacional a partir de julio del 2016: el nuevo orden gubernamental en Puerto Rico, totalmente subordinado a la banca y encarnado en la dictatorial Junta de Supervisión y Administración Financiera de PROMESA, obedece a una lógica que no es accesible a nuestra población electoral, privada de la más básica educación financiera.
Esta Junta es popularmente conocida como de “Control Fiscal”. La confusión en la nomenclatura popular, además de ocultar la omnipresencia política de la industria financiera, también permite ocultar la naturaleza misma de la dictadura: el fisco no es lo mismo que las finanzas. En el supuesto enfrentamiento fiscal entre gobierno y “bonistas”, la banca desempeña un papel protagónico. La banca no ha sido mera cómplice del esquema político que nos llevó a la presente coyuntura, sino que ha sido su principal arquitecta y beneficiaria. Lejos de penalizar su asesoramiento temerario, o investigar posibles actos delictivos en su participación lucrativa, los gobiernos le han premiado con mayor poder e influencia política.
Para apreciar los próximos sucesos en el devenir político puertorriqueño será necesario entender, a grandes rasgos, los sucesos ya transcurridos en el endeudamiento público de Puerto Rico bajo el régimen de Estados Unidos. Entender la historia de ese endeudamiento requiere entender el involucramiento bancario con la política, o sea, el matrimonio entre la Banca y el Gobierno. A partir de aquí, nuestra discusión tendrá mucho menos que ver con los gobiernos y mucho más con el Estado político al que responden esos gobiernos. En el caso de Puerto Rico, el Estado se encuentra en Washington, D.C..
Nuestra supervivencia colectiva dependerá de las consideraciones estratégicas realizadas a base de una serie de factores constantes. El primero es que los bancos son corporaciones, y las actividades bancarias se realizan por personas de carne y hueso escudadas tras las protecciones que le ofrece el Estado a las entidades corporativas. Es decir, los bancos, al igual que las corporaciones, sólo existen porque el Estado permite su existencia.
El segundo factor constante es el dinero, que ha existido en la historia de la humanidad independientemente del Estado, y que el Estado siempre ha necesitado para alcanzar cualquier poder: desde el militar hasta el comercial. El Estado autoriza la creación o el reconocimiento de una moneda que representará el dinero que habrá de utilizar ese Estado para sus fines. El Estado estadounidense ha permitido, por más de un siglo, que el control sobre su moneda lo ejerza la banca. A este tipo de actividad bancaria se le llama “banca central”.
El tercer factor constante es que los bancos no generan ganancias o lucro con dinero propio, sino con el dinero que otros, llamados “clientes”, le depositan. Una vez depositas tu dinero en el banco, ese banco está autorizado por el Estado para dárselo a otro “cliente”, de quien lo podrá recobrar en plazos y a quien le podrá cobrar una ganancia por haberle prestado tu dinero. Si en cualquier momento quieres recuperar del banco el dinero que le depositaste, el banco tomará dinero depositado por otro “cliente” para saldar la deuda que tiene contigo de reponer el dinero que le depositaste. Si en algún momento el banco no tiene suficiente dinero para devolverle a todos sus “clientes” los depósitos que le han hecho, el banco cierra y no cumple, eventos llamados de “descapitalización” que suelen suceder cuando el banco otorga más préstamos de los que puede recobrar. A este tipo de actividad bancaria se le llama “banca comercial”.
Los cierres bancarios tienen una larga historia, hambrienta para los “clientes” y sangrienta para los políticos y banqueros, por lo que el Estado ha reformado y creado instituciones para seguir sosteniendo las prácticas bancarias. Las reformas más recientes ocurrieron a raíz de un fraude monumental perpetrado conjuntamente por varios elementos de la banca comercial: la banca de inversiones, la banca hipotecaria, y la banca de seguros o “aseguradoras”. En el proceso, la banca central de varios países se vio afectada, y la economía imperial todavía intenta recuperarse de la caída. Espero discutir esto más a fondo en otra ocasión.
El cuarto factor es que la economía política del capitalismo ya no sabe concebirse sin la presencia de la banca. Esto se puede deber, en parte, a que la banca se ha posicionado como principal portavoz, asesora, arquitecta e ingeniera del modelo capitalista y las reformas que le dan aliento tras cada fracaso. Los gobiernos le han dado total deferencia en la formulación de políticas financieras, monetarias y fiscales, además de las políticas patrimoniales que ya han dominado por siglos. Ninguna estructura de gobierno, por reformada que sea o por “progresista” que se venda la plataforma de quienes acceden a ella, ha sabido recuperar esos espacios de poder. Los casos más recientes de tan burdo fracaso lo presenciamos con Syriza en Grecia y con el PSUV en Venezuela. Tomar el control del Estado requerirá tomarlo de las garras de la banca.
«Para bellum», consideraciones estratégicas
En la guerra contra el despotismo, debemos reconocer a la banca como un importante enemigo histórico de la libertad colectiva. El análisis de la actual coyuntura política en Puerto Rico es, por necesidad, un análisis de estrategia bélica. En el tablero de la lucha de clases, la banca ocupa un sitial institucional análogo al de la reina en un tablero de ajedrez. Eliminar tan potente arma del arsenal de un adversario atrincherado requiere plena comprensión de las movidas que el juego le permite a esa ficha. De hecho, para siquiera reconocer la amenaza que representa ese arma es requisito entender cómo opera. Cualquier gobierno que nos niegue o dificulte ese conocimiento está jugando para el bando opuesto al nuestro en el tablero.
[1] Ponencia de la OCIF al P. de la C. 462, XVI Asamblea Legislativa, 6 de febrero de 2009.