Hell or High Water
Un banco le ha prestado dinero a la madre de Toby (Chris Pine) y Tanner (Ben Foster) Howard en forma de una hipoteca en reverso, pero cuando esta se enferma los costos merman su capacidad para pagar la hipoteca y los impuestos. El banco está en acecho de la propiedad porque hay petróleo en ella y, por lo tanto, la codician.
Como consecuencia Toby planifica una serie de robos a mano armada de las sucursales del banco que es dueño de la hipoteca. Tanner, su hermano mayor, lo ayuda porque es adicto a quebrar la ley. Este acaba de salir de la cárcel por, entre otras cosas, robo a mano armada. Existe la posibilidad que, aunque fue declarado un accidente de caza, la muerte de su padre abusivo fue un acto de homicidio por Tanner.
En el comienzo los robos tienen visos de la comedia que acompañó esos actos al principio de “Bonnie and Clyde” (1967). Las ocurrencias de los dos hermanos, las actitudes de la gente con las que se topan durante sus atracos y sus conversaciones en los alrededores de los bancos que han marcado como víctimas, son de un humor folclórico que capta bien al tejano de esos lares. Los actores que representan estos personajes secundarios han sido escogidos con una minuciosidad que refleja el cuidado que se empleó para hacer este filme maravillosamente entretenido y lleno de críticas a la sociedad norteamericana en general y a la tejana en particular.
El guión da al traste con las leyes de portar armas en Texas. Cuando los atracadores se encuentran que la mitad de los clientes de un banco tienen armas, Tanner comenta con picardía que la ley de portar armas está impidiendo que se hagan atracos sin peligro. De hecho, el filme muestra que la ley conduce al asesinato cuando no era esa la intención de los asaltantes. Pero esa propuesta está formulada con tal ironía e imaginación que los miembros de la NRF concluirán que ir armado a un banco, sin ser guardia de seguridad o pillo, puede salvar el banco. Además, la ley también es efectiva al revés: un asaltante puede portar armas, incluyendo rifles de asalto y provocar una masacre. El guión también condena la enfermedad que resulta ser la pobreza y cómo la situación atrapa a los que están condenados a sufrirla. Con su historia, Taylor Sheridan nos va llevando por las carreteras polvorientas por las que transitan los dos bandidos sin que se pierda el suspenso y la tensión que se ha generado cuando el policía (Texas Rangers) Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y su colega Alberto Parker (Gil Birmingham) comienzan a seguirles la pista.
Los planes de los asaltantes van apareciendo en contrapunto del de los dos policías. Para aumentar la atención, y al mismo tiempo suavizarla con un humor fino y negro, en las dos parejas hay momentos en que sus componentes no se ponen de acuerdo. Sabemos que la falta de coordinación puede hacer caer a los hermanos, pero el vínculo entre ambos es sincero y profundo.
El amor fraternal, representa un aspecto de la película que nos hace aceptar que cada uno arriesgue su vida por el otro. El contrapunto de ese es la relación de Marcus y Alberto. El primero se pasa “insultando” (a veces las bromas son pesadas) el origen de su colega porque este es mexicano e indio comanche. Pasa sin que nos ofendamos porque es una forma en que Marcus puede manejar el prejuicio que sin duda sienten otros por un compañero a quien quiere con sinceridad.
Como Marcus, Jeff Bridges es simplemente genial y su actuación está llena de humor y de perspicacia. Confrontado por una mesera que no ha de rendirse a lo que diga, se sonríe, argumenta un poco con ella, pero respeta los puntos de la mujer y le hace ver que ganó la batalla para luego él ganar la guerra. En un restaurante donde solo venden bistecs la mesera, una parca salida del infierno (Margarte Bowman en una escena que se mastica y nos deja en el piso riéndonos) controla a los dos policías como si fueran bebes destetados. Bridges sabe que no hay oportunidad de brillar aquí y deja que la colega actriz tenga el momento. Chris Pine y Ben Foster no se parecen, pero cualquiera diría que son hermanos de verdad y que están viviendo la pesadilla de rescatar lo que es suyo de las garras del banco. Ambos están de primera.
La dirección de David Mackenzie y la cinematografía de Giles Nuttgens abundan a que esta sea una de las mejores películas del verano y del año. Todos los que participaron en su confección merecen una ovación.