Hijos: Conducta y The Judge
Conducta, una película cubana que sorprende por su franqueza y, simultáneamente, por su realismo sentimental tiene en el centro a un niño de once años llamado Chala que vive despierto en una pesadilla crónica. Su madre es alcohólica y adicta y, aunque no se menciona directamente, mantiene sus vicios prostituyéndose. Chala es un chico hiperactivo, inteligente y petulante que se dedica a ayudar a criar perros de pelea sobre los que apuesta en un lugar que comanda un amante habitual de su madre.
Aunque Chala la ama y su madre a él, riñen por los problemas que les acechan y por las acciones erráticas del niño en la escuela. La única que tiene un efecto sobre la conducta de Chala es Carmela (Alina Rodríguez), su maestra de sexto grado, a quien el niño respeta y quiere. Ella entiende cuáles son las circunstancias que impulsan a Chala a su comportamiento conflictivo, y hace todo lo posible por ayudarlo. Desgraciadamente, la mujer se enferma y una suplente sin experiencia no logra conectar emocionalmente con el muchacho. Esto hace que empeoren sus relaciones con la sociedad y que se le quiera enviar a una escuela de conducta (una correccional).
Cuando la profesora Carmela regresa al trabajo se suscitan una serie de enfrentamientos que tienen orígenes ideológicos en el sistema cubano y que inciden en la libertad de la maestra para controlar el salón de clases. El resultado es que se agudiza la rebeldía de Chala, y simultáneamente se estrechan los lazos entre el niño y la maestra. La situación se complica porque surge la posibilidad de saber quién es el padre de Chala. A tan tierna edad, el muchacho ve la necesidad de seguir los consejos de su adorada maestra y enmendar su vida.
Conducta presenta un aspecto de la existencia que de seguro ha existido desde los albores de la sociedad: el hijo de una madre prostituta que desconoce quién es su padre. Además, el filme nos acerca a la emotiva circunstancia de una relación cargada de dudas y cubierta de densas sombras que impiden su manifestación más feliz y natural.
Filmada en 2012, esta película muestra sin ambages la dureza de la vida en La Habana, y cómo la situación socioeconómica del país influye en la cotidianeidad. No podemos concluir, sin embargo, que no hay situaciones similares a las que presenta el guionista director Ernesto Daranas Serrano en otros países donde hay pobreza y condiciones propicias al abandono emocional de los hijos. Sí hay detalles que dejan entrever las intolerancias del régimen cubano hacia la religión y hacia los extranjeros de cierta etnia (árabes o libaneses en este caso específico).
La película tiene la buena característica de no convertirse en un documento panfletario ni didáctico. Más bien demuestra con sensibilidad la importancia de los maestros como modelos y como figuras maternales o paternales, y como ejemplos sociales para los niños con quienes vienen en contacto. Conducta a veces es sentimental a más no poder, pero tiene varias escenas conmovedoras que me recordaron a mis maestros, principalmente a la mejor maestra que tuve en mi vida: mi madre, que ejerció el magisterio por seis décadas.
Maestro de su hijo también es el juez del título de una película que, curiosamente, intenta resaltarnos lo ideal de la vida en un pueblito del mediano oeste estadounidense, donde los conflictos entre padre e hijo de clase media alta no están demasiado lejanos (por lo menos en el sentido emocional) de los que afligen a Chala, incluyendo la paternidad anónima.
Hank Palmer (Robert Downey, Jr.) es un abogado rico y distinguido en Chicago que está en vías de divorcio y quien tiene que tomar el camino a su pueblito original cuando su madre fallece. Ese viaje al ficticio Carlinville, Indiana lo lanza a los brazos nostálgicos y neurálgicos de su vida como niño y adolescente, y a revivir los recuerdos desagradables que roen los cerebros de la gente que dejó atrás.
Su problema es con su padre, Joseph Palmer (Robert Duvall) un juez estricto y disciplinario que no da señales de tener sentimientos más allá de los que derrama sobre el féretro de su mujer a quien, evidentemente, quiso mucho. Su hermano mayor, Glen Palmer (Vincent D‘Onofrio) pudo haber sido un gran pelotero, pero un accidente tronchó su carrera y ahora es dueño de una tienda de llantas. Su otro hermano Dale (Jeremy Strong), es de inteligencia limitada.
Hank vuelve a encontrarse con su antigua novia Samantha Powell (Vera Farmiga) que se ha convertido en la dueña y operadora del bar restaurante del pueblo… y tiene una hija… Después del funeral de su madre surge un altercado con su padre y Hank decide irse y jamás volver. Está ya en el avión para regresar a Chicago cuando lo llaman para decirle que su padre el juez ha sido arrestado por haber arrollado a un hombre. La película toma entonces un giro en el que padre e hijo están forzados a tener una relación cliente-abogado, que complica sus conflictos.
The Judge es una cinta agradable, con una trama bastante predecible y que recurre a ciertos trucos, a veces demasiado obvios, para complicar momentáneamente la tirantez entre los dos principales y luego resolverlos con soluciones moderadamente increíbles. De todos modos hay cierto misterio y cierto suspenso en el filme que permite disfrutarlo sin estar dando vueltas en la butaca. Además, las actuaciones salvan el día.
Los actores de reparto son excelentes y D’Onofrio, aunque (por suerte) no despliega los tics y peculiaridades que hacían imposible de ignorar a su personaje el detective Robert Goren en Law and Order, logra una actuación sosegada de un individuo que la “suerte” (y otras cosas que descubrirán) lo han llenado de frustraciones y rabia. Tan es así que uno aprecia su actuación a pesar de estar en presencia de los dos Robert de la película. Duvall fue una gran selección para el papel del juez (Jack Nicholson, por suerte, no quiso hacerlo) porque combina la fuerza que siempre lo ha caracterizado con una ternura reprimida que siente por sus tres hijos y que le es imposible practicar cuando necesita hacerlo.
Downey Jr. es sencillamente uno de los mejores y más carismáticos actores en el cine hoy día y consigue trasmitir la petulancia y arrogancia de su personaje sin opacar su encanto. Un abogado con quien compite le pregunta que si todos sus clientes son culpables y él le contesta que los inocentes no tienen suficiente para pagarle. En una gran línea y Downey Jr. la dice con gran sorna. Es algo, la sorna encantadora, que ha afinado a la perfección. Aquí es el hijo pródigo que no solo regresa a su hogar, sino que tiene el potencial de volver a hacer atractiva la vida en los pueblitos de “middle America” y tal parece que él solito lo hará. Por lo que he visto hasta ahora en el año hay tres actuaciones de primera: Michael Keaton (Birdman), Jake Gyllenhaal (Nightcrawler) y Robert Downey, Jr. en esta. Vale la pena verlo, para que no les cuenten.