‘Hola mundo’: Invisibilidad racial y política en el deporte profesional estadounidense
No hay duda de que en la medida de que se comercializó y despolitizó el asunto racial en la figura de Woods, el mundo del deporte corporativo no solo estuvo listo para él, sino que fue capaz de moldear su figura y mercadearla liberándola así de cualquier viso de controversia en materia de conversaciones sobre raza en los Estados Unidos. Ya para el año 1997, Nike enmendó su forma de representar a Woods y lanzó el comercial televisivo de “I am Tiger Woods” bajo un discurso de diversidad que apelaba a la posibilidad de que todo joven aspirante a practicar el golf podía ser Tiger Woods, indistintamente de su raza. Desde esta perspectiva, Tiger Woods era multirracial. Él representaba el discurso armonioso de convivencia racial estadounidense que no admite controversia o divisiones por desigualdades y denuncias de racismo institucional. Woods era el Michael Jordan del golf no solamente por sus talentos deportivos, sino, además, por su capacidad de servir como modelo social sin la necesidad de entrar en debates políticos sobre el tema racial en su país (Ver trabajo de Houck, 2006).
Veinte años después de “Hello World”, resurge la pregunta de “¿Estás listo para mí?”. Sin embargo, en esta ocasión, el cuestionamiento no es realizado por corporaciones de calzado deportivo o figuras de atletas mercadeados por poderosas marcas comerciales. En el 2016, la denuncia es política y la realizan aquellos deportistas que utilizan el terreno de juego como foro para denunciar el racismo institucional que diariamente se manifiesta a través de los asesinatos y abuso policial hacia ciudadanos negros en diferentes ciudades de los Estados Unidos. La protesta del mariscal de campo de los San Francisco 49ers en la NFL, Colin Kaepernick, ha reactivado el debate racial y el rol de los atletas profesionales en estas conversaciones políticas que se suscitan en los Estados Unidos.
Desde los partidos de pretemporada 2016 de la NFL, Kaepernick se inclina poniendo su rodilla izquierda en el suelo durante la interpretación del himno nacional de su país. De acuerdo al jugador profesional de fútbol estadounidense, el acto no lo hace para ser irrespetuoso con la melodía oficial de su nación, sino con el objetivo de protestar el discrimen racial y abuso policial hacia comunidades de personas afroamericanas en los Estados Unidos. Según han transcurrido las semanas desde que Kaepernick comenzó su protesta en el verano 2016, otros jugadores y jugadoras profesionales han emulado el acto. Igualmente, jóvenes deportistas de universidades y escuelas superiores han hecho lo propio durante las ceremonias protocolares que preceden el inicio de los partidos.
Las acciones de estos atletas recuerdan protestas políticas pasadas realizadas por atletas en pleno evento deportivo. Por ejemplo, en el 2004 el expelotero puertorriqueño Carlos Delgado optaba por permanecer sentado en el ‘dugout’ de su equipo, cuando se interpretaba la canción “God Bless America” durante la séptima entrada de los partidos de Béisbol de Grandes Ligas en los Estados Unidos. En aquella ocasión, Delgado realizaba su acto en protesta por la invasión militar de los Estados Unidos a Irak. Fueron muchas las voces que criticaron la acción del entonces jugador de los Azulejos de Toronto. La opinión pública y voces de cobertura deportiva tildaban a Delgado de irrespetuoso y cuestionaban que hiciera su protesta en medio de un evento considerado como familiar y sagrado para la cultura estadounidense.
Al igual que Delgado, Kaepernick ha sido duramente atacado por numerosos comentaristas deportivos y analistas de temas políticos. Lo acusan de actuar a destiempo por mezclar temas políticos con el deporte. Incluso, plantean algunos que su acto de inclinarse durante el himno nacional representa una afrenta y gesto de ingratitud hacia los hombres y mujeres que han luchado por la “libertad” y “democracia” en conflictos bélicos del exterior. Sin embargo, quienes critican a Kaepernick por utilizar el terreno de juego como plataforma de denuncia política, no cuestionan la constante politización del deporte por medio del despliegue hiperbólico de símbolos militares y otras fuentes de propaganda de lealtad hacia el discurso de unidad en la nación-estado.
“Hola mundo, he escuchado que no estoy listo para ti. ¿Estás listo para mí?” Si Kaepernick o Delgado hicieran tal cuestionamiento en el 2016, ¿cuál sería la respuesta?
Se contestaría con un rotundo ‘no’.
Las ligas, la prensa deportiva, las marcas comerciales y un sector numeroso de la afición a estos eventos no pueden deshacerse de la noción histórica que pretende reducir al atleta afroamericano a un mero objeto de entretenimiento apolítico dirigido a audiencias mayormente blancas que gozan del poder adquisitivo para acceder a los costosos partidos de los principales circuitos profesionales de los Estados Unidos. Quieren un Tiger Woods de marca corporativa multirracial o un Michael Jordan carente de controversia política, pero rechazan y demonizan a quienes ejercen su libertad de expresión para denunciar el carpeteo racial, el abuso policial selectivo y el racismo institucional. Ese atleta político no vende, no es un modelo para la juventud, ni representa la aspiración de armonía racial, según lo argumentan quienes definen la nación desde una posición de privilegio y poder político. Mientras persista la marginación y violencia hacia grupos y comunidades de escasos recursos por razón de su raza y etnicidad, no habrá paz ni armonía en las calles y en los terrenos deportivos. Y como sociedad, continuaremos sin estar listos para ellos/as.
Referencia:
Houck, Davis. “Crouching Tiger, Hidden Blackness: Tiger Woods and the Disappearance of Race.” En Handbook of Sports and Media (Arthur Raney y Jennings Bryant, eds.). Londres, UK: Routledge, 2006.