La flama que trastoca al nombre,
o llamarse Jorge en Ayotzinapa
I.El pretexto de los nombres, letanía, o vamos a disfrutar.
“No es momento de hablar de Ayotzinapa. Vamos a disfrutar.”
–Sofia Castro, hija de Angelica Rivera, esposa del presidente de Mexico (su nombre no se escribirá en este texto), durante su paseo por la alfombra roja en los Premios Arlequín el 10 de noviembre de 2014
Venimos a disfrutar. El goce, el delirio de la negación.
¿Qué ocurre cuando se intenta incendiar un nombre? Nada. El chisporroteo de las palabras anuncia su permanencia. Y su disolución. Carimbo y Alejandría. Hay nombres que se escapan al fuego. Hay nombres que evaden las escaramuzas de la llama, y hay nombres que nunca responden por más que se les llama. Hay nombres-salamandra, fríos dentro del fuego. Y el mundo parece no inmutarse.
Hay nombres que son el fuego.
¿Qué ocurre cuando se intenta incendiar un nombre? Todo. Ocurre todo lo que puede ocurrir. La totalidad del ser.
Los nombres no son las víctimas de esta atrocidad. Sus portadores sí. Son el pretexto de este amasijo de palabras.
Los nombres son inmunes al incendio. Son inmunes a todo porque en el fondo, no son. Pero: ¿qué pasa cuando se le aplica el fuego a los cuerpos que ostentan dichos nombres?
Amenazan con desaparecer junto a sus sustentos materiales.
*
ISRAEL JACINTO LUGARDO está desordenado. Sus partes ya no se hallan. Su corazón no tiene calma y JOSÉ ÁNGEL NAVARRETE no puede consolarlo. ¿Cómo consolar a un muerto desde la muerte? Los muertos consuelan a los vivos en una economía desigual e incalculable. Nos consuelan desde el ámbito de la memoria, donde todo es inasible. Donde todo se ancla. Así, JOSÉ LUIS LUNA TORRES nos podría consolar ahora, a tí y a mí
/tú por lector
/yo por escritor
//ambos por vivos
inconsolable él, más allá de todo cariño. Ni la ternura ni las lágrimas pueden ya alcanzarlo. El consuelo está de los muertos para dar a los vivos y no de los muertos para dar a los muertos. Porque los muertos nada pueden dar. Qué cosa rara, ¿verdad?
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Así, el muerto anterior no puede consolar a JOSÉ EDUARDO BARTOLO. Los muertos no consuelan a los muertos. El único consuelo posible es la memoria. Y esas son cosas de vivos. Los muertos carecen
/De orden. JOSÉ ÁNGEL CAMPOS CANTOR lo perdió en la tarde que este libro machaca y machaca, el día que mataron a estos muchachos y de cuyo nombre no quiero acordarme.
/Igualito que los machacaron a ellos. A los chamacos.
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De memoria carece, de hecho, LEONEL CASTRO ABARCA y de todo lo demás. Sus recuerdos ya no son, ni serán más en él. Existe, fantásticamente, de dos maneras distintas. Dualidad subdividida de su irrealidad. El existe:
/1) en la memoria de los que lo amaron y lo odiaron y en la tuya ahora y en la mía;
/2) a) desperdigado en bolsas de restos humanos hallados;
/b) viajando en la corriente de un río;
/c) en un vertedero.
Que sepamos.
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Sofocación del grito, la imaginación desesperada. La morbosidad de comprender.
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¿Cómo saber si LUIS ÁNGEL ABARCA CARRILLO y el anterior muerto diseminado eran medios hermanos? ¿Cómo conocer si se conocían? Tarea de vivos, tarea aburrida y dolorosa del tiempo de los vivos, de comparar memorias como se contrastan dos historias que acaso se aunan, que acaso no se involucran. Líneas paralelas en geometrías euclidianas/no euclidianas. A saber. Competencia de las memorias competentes. Porque
/hoy nadie puede separarlos. Ni a ellos ni a MAGDALENO RUBÉN LAURO de ellos. Las geografías del cuerpo devastadas, son un uno incómodo, una masa informe, como esa aliteración atroz que acabo de escribir. Juntos, desaparecen
/memoria
/alma
/verbo
/corazón
/cuerpo
del modo en que sea posible que conozcamos de estas cosas.
*
Nos gustaria pensar, nos reclama pensar cierta idea protectora de la unidad, que los destinos de cada alma son distintos e individuales. MARCIAL PABLO BARANDA no difiere. Yo si.
A MARCO ANTONIO GÓMEZ MOLINA le dieron tiros.
A MIGUEL ÁNGEL MENDOZA lo acribillaron.
A SAÚL BRUNO GARCÍA lo balearon.
Y ADÁN ABRAJAN DE LA CRUZ le dispararon hasta matarlo.
Suena a destino común, suenan los tiros.
Sí.
O quizás no.
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Mentira. JHOSIVANI GUERRERO DE LA CRUZ no es uno en esa masa, o no se sabe quién es quién en esa olla podrida. Pero aún, si fueran uno, habria esperanza. De unidad. No es el caso. Parece que hay cosas imposibles, como:
La poesía. Ni siquiera son un verso, estos que no son, aunque este libro intente engañar proponiendo lo contrario. No lo son. Las palabras no se parecen a las cosas.
Aunque no es imposible que LUIS ÁNGEL FRANCISCO ARZOLA haya escrito un verso alguna vez. De ser poeta: ¿habría sido MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ mejor que el anterior? Imposible saberlo. Ambos tienen nombres de buenos poetas.
Intentemos hacer poesía con los nombres de estos muertos, de estos jovenes sin sangre y sin dientes y sin huesos. Resultara gracioso. Vamos a disfrutar.
BERNARDO FLORES ALCARAZ es un carbón encendido.
CARLOS LORENZO HERNÁNDEZ superó exitosamente el reto liminal de la carne y de los huesos ordenados.
CHRISTIAN ALFONSO RODRÍGUEZ es un volcán, pero un volcán apagado.
CUTBERTO ORTIZ RAMOS duerme entre los pliegues de las aguas.
DORIAN GONZÁLEZ PARRAL es un enjambre de partículas.
CHRISTIAN TOMAS COLÓN escapó a la letanía del cuerpo.
Que vacilón, ¿no? Los nombres de estos muertos parecen ser particularmente susceptibles a la poesía, como sus cuerpos
/a los tiros
/ a las llamas
//al mortero bruto y escandaloso de la disolución y el esparcimiento material
Igualito que tu nombre.
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En mi país, en mi cultura, vestirse de negro es una señal de luto. Eso no importa un carajo porque los muertos –como las vacas- no ven colores. Pero me interrogo qué ropa se hubiera puesto GIOVANNI GALINDES GUERRERO para el entierro de su madre que lo sobrevivió, si él hubiera sobrevivido a la muerte de su madre. Cuáles hubieran sido sus colores. Pero esa es una pregunta demasiado especulativa. ¿Qué carajos de ropa tenia puesta EVERARDO RODRÍGUEZ BELLO cuando lo mataron y le pegaron fuego? ?Qué camisa? ?Qué pantalones? ¿Qué calcetines? ¿Qué calzoncillos?
Estas preguntas me llenan de estupor.
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Juro que no voy a escribir la fecha en que asesinaron a tiros, quemaron y desparramaron sus partículas elementales por rio y vertedero a FELIPE ARNULFO ROSA. El tampoco lo hará, aunque no lo jura.
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El cuerpo de EMILIANO GASPAR DE LA CRUZ esta desvencijado. Hecho leña para el fuego literalmente (este parece que no era poeta). El cuerpo de cada mexicano está hecho trizas y cenizas, sépalo aquél cuate o no. Sus almas intangibles ni se diga. El único cuerpo intacto unido en la coherencia de la ciega y transparente maldad es el cuerpo político. También intangible, pero oh demasiado inmanente en sus efectos.
Vamos a disfrutar.
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Una ética tartamuda. Etica de los nombres impronunciables. La muerte atroz de los cuerpos hace de cada nombre propio un trabalenguas. El deceso de los cuerpos hace de los nombres palabra inapropiada para la lengua. No palatables, estos nombres. Esto es: los hace trascendentales al lenguaje.
Esto es una mitología.
Esto es bullshit. Estos nombres son perfectamente pronunciables. Intentemos el siguiente experimento: pronuncia el nombre de JOSE LUIS GONZÁLEZ PARRAL. Que se joda el hecho de que ni tú ni yo sabemos ni sabremos quién carajo era él. Yo intenté el experimento de la pronunciación y la logré sin ningún problema. Como guineo en boca de vieja. Trata ahora con el de JORGE ANTONIO TIZAPA LEGIDEÑO, a ver qué pasa. ¿Te mordio la lengua ese nombre como un ratón? ¿Te supo la boca a ajenjo? ¿Se te mastico el alma? Ojala. No es imposible que hayas sufrido algunos de estos síntomas de compungido. Pero de que pudiste pronunciarlo, y casi puedes cantar el nombre de JONÁS TRUJILLO GONZÁLEZ como si fueras un jilguero no queda duda. O como un fucking cantante de ópera. Solo puedo imaginar una persona en el mundo incapaz de pronunciar el nombre de ISRAEL CABALLERO SÁNCHEZ:
/su madre
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Es cualidad de la naturaleza humana que -cuando esta viva y no es un bodegón- enfrentada a listas de nombres propios (la guía telefónica, la lista de graduandos de una escuela superior, la lista de los nombres de los integrantes del equipo de futbol de Saint Just, la lista de los estudiantes asesinados en Ayotzinapa, listas así) ella busca patrones y sentido. Primero buscamos en las listas los nombres conocidos. Siempre. Naturaleza humana. Después buscamos patrones, paralelismos, contrastes, cualquier cosa que saque a los nombres propios de su sinsentido en propiedad. Las listas de nombres propios son un reto al entendimiento. Claro está: esa busqueda de sentido es distinta -radicalmente distinta- dependiendo del tipo de lista en cuestión. Dependiendo de aquello que aquella lista enumere, de aquello que aune esos nombres viene la risa o el horror. Leyendo la lista de los nombres de los estudiantes asesinados en Mexico (si, dejemonos de mierdas: asesinados), asesinatos que provocan este texto, a mi solo me llamo la atencion, en un gesto realmente desquiciado, una pregunta realmente desquiciada y sin sentido, impertinente:
¿Porqué tantos Jorges? ¡Que suerte que no me llamo Jorge en Ayotzinapa! -pensé absurdo, en plena superstición atávica. ¿No sientes tu el mismo alivio? El alivio trascendental de no llamarte Jorge en Ayotzinapa.
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Si JORGE ANÍBAL CRUZ MENDOZA estuviera vivo hoy, leyendo la lista de estudiantes normales “desaparecidos” ( al carajo el eufemismo:
/matados
/machacados
/desollados
/incendiados
/tiroteados
/horneados
/diseminados)
en una movida macabramente posmoderna, seguro que sentiría la culebra fina de un escalofrío viajarle de arriba a abajo por el espinazo. Seguro se le paran los pelos de la nuca y no es seguro pero no es improbable que se le escapara una lágrima de la comisura del ojo izquierdo. O del derecho.. Seguro también que pensaría: “Qué suerte.”
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Este texto proponía titularse -nombrarse- “Llamarse Jorge en Ayotzinapa”.
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En el proceso de escribir este texto, me descubro familiar practicando manías conceptuales, juegos secretos o invisibles. Pero este texto no es mío, ni es para mí, ni me incumbe: es una reacción a las muertes de Ayotzinapa para una antología urgente que se trama y a la que me invitan. Entonces, este texto no es mío. Pero tampoco es de ellos, porque nada ya les pertenece. Aquí, entre esta frontera odiosa entre la literatura y otra cosa sucia, mis prácticas conceptuales adquieren otro sentido. Un sentido ritual. Ahora, por respeto, por programa, por política, por encojonamiento, no repitiré ninguno de estos nombres de estos jóvenes más de una vez. Despreciaró lo literario. Agotaré conceptualmente al lector. Repudiaré el orden, imitando el desorden calculadamente. Las impocisiones conceptuales, son, ahora y en este texto, lo mas cercano que puedo hacer/escribir a modo de eulogía.
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Yo puedo pronunciar el nombre de JESÚS JOVANY RODRÍGUEZ sin la mas minima dificultad. No me pasa lo mismo con el nombre de Ayotzinapa. Ese nombre me causa problemas de pronunciación. Seguro que ese joven lo pronunciaba, el nombre de Ayotzinapa, como una canción, de un modo hermoso. A mi me gustaria oir la voz de ese estudiante pronunciando el nombre de Ayotzinapa. Problemas de costumbre fonetica no más, diría un mexicano.
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Oye JORGE ÁLVAREZ, ?tú también? Esto le preguntaria uno de los Jorges anteriores a este Jorge en un drama absurdo y macabro donde estos dos jorges leen la lista de los muertos en la que se encuentran sus propios nombres propios. Esto es lo que en psicoanalisis se conoce como una fantasia perversa. Porque con toda la crueldad -plena y totalmente intencionada- que estas aseveraciones explayan ante tus ojos atonitos o impavidos, este dialogo corto implicaria que los jorges estarian en algun lugar, coherentes, acaso rientes o confundidos de su destino, pero estarian. Este pequenno drama perverso, surreal y funerario tiene un sabor particularmente mexicano. Salud, Jorges del mundo.
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MAURICIO ORTEGA VALERIO, como persona material, no me importa. ?Es esto bueno, o malo? A ellos no les importa. Ni eso, ni nada. A mi si. ?Si? ?Como saber que le importa a uno entre tanto nombre de muerto, tanta devastación? Yo sé que no me importa en lo absoluto quién fue en vida MARTÍN GETSEMANY SÁNCHEZ. A ninguno de estos dos nombres les importa tampoco. En eso ellos y yo coincidimos. Su madre, sus amigos, su hijo posible, puede que piensen distinto.
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No se escriben las letras propias del asesino. No se plasma en la grafia el nombre del atroz. Su impronta queda, tiende a quedar marcada en el cuerpo de la víctima.
/Carimbo
Pero, ?qué de cuando no hay cuerpo tangible, no hay superficie ni soporte material que ostente esos nombres malditos? ?Cuando ese cuerpo está calcinado, macerado, desparramado, ahogado en granos, desperdiciado?
/Alejandría.
Ironía salvaje: es la palabra de los monstruos la que viene a ajustar el desajuste. Es el discurso, la alocución de los hijos-de-la-gran-puta la que pone las cosas en claro, la que clarividencia la atrocidad. Explica, resuelve el enigma que el estado inventa como enigma. Responde a la pregunta, la demanda insistente del otro: “Pero, ?qué pasó? ?Qué pasó? ?Que carajos paso?”
*
/No se sabe que a ABELARDO VÁZQUEZ PENITEN lo quemaron.
/Se ignora que ALEXANDER MORA VENANCIO lo achicharraron.
/Es especulativo que a ABEL GARCÍA HERNÁNDEZ lo cremaron.
/?A ciencia cierta? No que a CESAR MANUEL GONZÁLEZ lo incendiaron.
/Es desconocido que a ANTONIO SANTANA MAESTRO lo cocinaron.
/A saber si a BENJAMÍN ASCENCIO BAUTISTA lo carbonizaron.
/A CARLOS IVÁN RAMÍREZ lo asaron.
Tac-tac-tac, suena la letania de nombres.
*
?Cómo conoceremos la última palabra de GIOVANNI GALINDES GUERRERO? De ninguna manera, es la respuesta.
*
Porque las últimas palabras de un muerto asesinado solo las conoce su asesino. !Qué tristeza!
Venimos a divertirnos.
*
CORRECCION: información parcialmente absolutoria revela que los sicarios de Guerreros Unidos no masacraron a todos los estudiantes que les fueron entregados por las fuerzas de la policia en Ayotzinapa ese día de diversión. Algunos ya estaban muertos por asfixia cuando llegaron a manos de los asesinos.
Para que un mexicano se horrorice hace falta el horror. Sin faccímiles razonables.
*
Los nombres son propios porque nos apropiamos de ellos. La paradoja esta en el hecho de que nunca nos apropiamos de nuestros propios nombres, sino de los de otros. Es precisamente lo que yo intento hacer en este texto.
Estas palabras están trastornadas. El desorden de este texto intenta imitar el desorden de su referente. El estupor, la confusion, la diseminacion de los cuerpos cuyos nombres se enumeran arbitrariamente en el. Este intento de mimesis es solo y exactamente eso: un intento. O este desorden responde a un orden mayor desde cuya atalaya estos desórdenes mínimos son excusables. Se ven con pena. Este orden superior es el orden transparente del mal.
Vamos
/goce de la negación
/a divertirnos.
II.El malestar de las palabras: un experimento verbal.
“Vivo te fuí funesto. Muerto sere tu muerte.”
–Edgar Alan Poe
Lee esta lista de palabras hasta que aguantes. Son distracciones. Ninguna es real. Son lo conrario. Son meramente palabras. Como los nombres.
Vamos a divertirnos:
Horror. Maligno. Desamor. Injuria. Maldición. Putrefacto. Cabrón. Llaga. Traición. Ensordecedor. Desidia. Hedor. Gusano. Lanza. Lágrima. Hambre. Callo. Pus. Villano. Mierda. Lepra. Cementerio. Pedofilia. Lápida. Demonio. Triturar. Oscuridad. Pedo. Amputación. Colmillo. Peste. Lastimación. Anorexia. Nefasto. Misil. Demencia. Asesino. Llanto. Guadaa. Crujir. Bestia. Sórdido. Calavera. Vómito. Bubón. Hacha. Inquina. Odio. Pistola. Enemigo. Crueldad. Alacrán. Esperpento. Cadalso. Estupidez. Dios. Descomposición. Rémora. Satanás. Mústio. Carroa. Lobotomía. Cataclismo. Carie. Artritis. Huracán. Obscenidad. Herida. Terror. Manicomio. Infarto. Auschwitz, Perseguido. Reptil. Aniquilación. Canibalismo. Averno. Venganza. Mendigo. Bush. Temblor. Asco. Basura. Hades. Scepticemia. Ruina. Apocalipsis. Escorpión. Herpes. Ceguera. Vómito. Martillo. Gangrena. Indolencia. Horca. Arpía. Cenizas. Terremoto. Castración. Viruela. Paredón. Desgracia. Bayoneta. Munnón. Astarot. Descuartizamiento. Ácido. Espina. Aguijón. Esteril. Maltrato. Bomba. Escupitajo. Hitler. Esqueleto. Garfio. Fajazo. Letal. Contaminación. Sarampión. Destripador. Ballesta. Gargajo. Maledicencia. Plaga. Baal. Mortandad. Aspid. Dentista. Granada. Diarrea. Insulto. Fosa. Tuberculosis. Decapitación. Punzón. Enfermedad. Sanguijuela. Psicosis. Iniquidad. Robo. Supuración. Moco. Veneno. Monstruo. Accidente. Estado. Tormento. Escarnio. Tullido. Cancer. Desastre. Garrote. Hundimiento. Cercenación. Sífilis. Puya. Metralla. Disentería. Asfixia. Medusa. Hiroshima. Tenebroso. Miedo. Estilete. Cianuro. Impuestos. Infección. Frigidez. Bala. Desastre. Zozobra. Deceso. Aluvión. Machete. Tumor. Hecatombe. Caída. Maza. Atrapado. Perversidad. Guillotina. Afasia. Infierno. Trampa. Exanguinación. Fracaso. Gangrena. Ignorancia. Buitre. Truculento. Fauces. Cremacion. Hoguera. Pol Pot. Trepanación. Congoja. Genocidio. Espuela. Devastacion. Ametralladora. Humillacion. Navaja. Escreta. Humillacion. Desgarramiento. Estruendo. Sarcoma. Amargo. Grito. Negro. Diente. Filo. Angustia. Disolución. Fuego. Agua. Aire. Tierra. Horror.
/Faltan.
Fuego pálido. Toda palabra palidece comparada con la conflagración de las muertes reales.
El asco por y el venir a la sapiencia de la inutilidad de la pregunta:¿Porqué?
Ante todas estas palabras experimentales, y desde el abismo al que me han lanzado estas muertes, yo solo puedo escribir un otra palabra. No es redentora. Hoy no conozco la palabra esperanza. Pregúntame mañana, y puede que te escriba de conciencia. De justicia. De no sean en vano. De prohibido olvidar. De Silvio y sus muertos de felicidad. De héroes. De mártires. De sentido. Ellos, los nombres, practicaran su programa de venganza, muy lejos e independientes de estas lógicas. No me perdonen hoy. Vayanse al carajo. Ante esa misma y penultima palabra desolada, hoy yo solo puedo escribir otra, incendiaria. Como el fuego que calcino los huesos de estos jovenes, tus huesos futuros que no veran el sol y que se secaran sonrientes. Como la flama que trastoca las palabras.
Esa palabra se llama rabia.