La lectura del placer
Carta abierta al maestro Luis Rafael Sánchez después de leer El corazón frente al mar y Refúgiame en tu piel.
He leído, más bien debo decir he saboreado, tu infinito saber con el corazón frente al mar refugiándome en nuestra isleña piel.
¿Por qué será que hay lectores que no se entregan al placer? ¿Por qué se detienen en la mirada lejana privándose del delirio de la entrega, el rendirse ante la superficie temblorosa del texto, su canción seductora, el blanquinegro parpadeo letrado?
Yo no. Sucumbo de inmediato, o mejor, revivo ante la promesa del gozo. La ciudad letrada, multicolor, con aroma de humanidad, textura acariciante y sanjuanera que nos brindas no termina en tu decir. Haces acopio enciclopédico de todas nuestras voces y las de ultramar para regalarnos un ramillete de páginas floridas, un banquete de fonda sin fondo donde saciar nuestra hambre ancestral de libertad.
Porque es la libertad del goce, el sabor y el saber lo que se multiplica en tu escritura y nuestra lectura. El lenguaje tan fiel al deleite de la lengua, al chasquido de un beso febril, al rumor del mal en el vaivén de olas y arenas.
Rescatas para nuestro insaciable paladar lo sublime y lo procaz, el jadeo y la cadencia, lo universal que anida en lo pueblerino, el verbo nuestro de cada día. Canalla o angelical, tus textos nos retan a reconocernos ennoblecidos por tu reclamo. Gracias hermano biendiciente y mi repudio a los lectores timoratos, a los que tienen ojos y no ven, oídos y no oyen, narices y no huelen, bocas y no besan. Quiero más.
Un abrazo agradecido.
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