Lo que Ricardo Alegría consolidó en veinte años al frente del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), hoy se desmorona bajo el abandono institucional. Durante los años 70, el ICP administraba una red de catorce museos activos, espacios vivos de historia y cultura que ofrecían un vínculo vital con el pasado de Puerto Rico. Hoy, solo tres de esos museos permanecen abiertos. Caparra, uno de los símbolos históricos del país, donde se conservaban vestigios de la época colonial, permanece cerrado, un testimonio silencioso de una memoria cultural relegada. El deterioro del patrimonio es una realidad que exige reflexión y compromiso. La preservación de la cultura puertorriqueña depende de recuperar la voluntad y visión que una vez consolidaron estos espacios, hoy casi olvidados.