Selección Nacional de Baloncesto Femenino y la necesidad de periodismo deportivo más humano
Los triunfos del equipo puertorriqueño de baloncesto, sumado al apoyo popular que el conjunto ha obtenido en agosto 2018 con la celebración del torneo Centrobasket en Manatí, deben servir de incentivo para comenzar a repensar las formas en que se enseña la rama del periodismo deportivo en los programas de comunicación en Puerto Rico. En los últimos años los principales medios de prensa puertorriqueños han mejorado en el renglón de la cobertura del deporte femenino, tanto en cantidad como calidad. Sin embargo, siempre hay espacio para mejorar. El lenguaje empleado para referirse a las atletas y sus formas de representación en el terreno de juego representa un aspecto que puede reforzarse en las aulas universitarias y centros de práctica. Acercamientos con perspectiva de género, que integren teoría feminista y reflexiones sobre el cuerpo, constituyen instrumentos de gran utilidad para los cursos y proyectos en los cuales se educa sobre la cobertura e información deportiva. Una base académica que resalte la diversidad de identidades, cuerpos y formas de representación en cada deporte y región, aportaría a crear mayor sensibilidad y respeto a la hora de mencionar y reseñar atletas. Estas perspectivas deben aspirar a rechazar cualquier lenguaje o tono jocoso empleado por periodistas deportivos que, a través de sus transmisiones, normalizan la mofa hacia aquellos cuerpos de atletas que no se atemperan a sus códigos personales de estética. Aquellos periodistas deportivos veteranos que rechacen actualizarse con los enfoques y lenguaje de inclusión, pluralidad y solidaridad, e insistan en aferrarse a sus anticuados prejuicios machistas, continuarán recibiendo el repudio de quienes promovemos un periodismo de respeto para todos los cuerpos.
El debut de la Selección Nacional de Baloncesto Femenino en una Copa del Mundo FIBA debe tratarse como uno de los logros más trascendentales en la rica historia del deporte puertorriqueño. La participación de estas doce atletas ocurre en un país en el cual la afición deportiva ha admirado y celebrado por décadas a su Selección Nacional de Baloncesto Masculino. En Puerto Rico, la gente vive por sus “12 Magníficos”, en las buenas y en las malas. En contraparte, el baloncesto femenino ha sido por mucho tiempo juzgado como un evento de carácter secundario, incluso con menor importancia que otras participaciones deportivas femeninas de conjunto como el voleibol y el softbol.
Recuerdo los campeonatos obtenidos por la Selección Nacional de Baloncesto Femenino en los Juegos Centroamericanos de Mayagüez 2010 y los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Aunque la acogida de la afición deportiva puertorriqueña fue positiva y jubilosa, no faltaron los múltiples mensajes de personas que, desde la sección de comentarios de los medios de prensa digitales, bromeaban sobre aspectos tales como el cuerpo y la orientación sexual de las jugadoras. Desafortunadamente, esa cultura de odio continúa impregnada entre quienes, con frecuencia, aún lanzan comentarios tales como: “esas tipas lo que parecen son unos machos” o “ese es el deporte de las buchas”. Todos esos comentarios los formulan con intenciones despectivas y deseos de minimizar el trabajo de estas atletas.
En la Selección que participa en el Centrobasket 2018 en Manatí y que igualmente representará a Puerto Rico en el Campeonato Mundial FIBA en septiembre, existen doce historias y muchas luchas que han marcado a cada una de estas jugadoras boricuas. Como conjunto plasman una rica diversidad en aspectos tales como la expresión de género, la orientación sexual, su lugar de procedencia y las vicisitudes que han enfrentado para triunfar en el deporte del baloncesto. Aunque en el tabloncillo de juego visten la misma camisa, driblean el mismo balón y comparten el objetivo de representar dignamente a Puerto Rico, en su carácter individual son mujeres atletas con doce voces diferentes. La mejor forma de honrar la gesta mundialista de ellas es promoviendo y enseñando un periodismo deportivo más humano, que respete la diversidad y valore por igual a todos los cuerpos que luchan por obtener mejores oportunidades para las generaciones de deportistas actuales y del futuro.