La transgresión de mirar
Chemi Rosado tiene un universo alrededor, hecho de bosque o cemento y lo mira, lo roba y, casi intacto, lo muestra a un espectador asombrado y curioso. Aunque sus obras tienen un aspecto comunitario esencial, el mes de enero pasado se presentó en la galería Roberto Paradise una exhibición dividida en tres secciones cuyo hilo conductor era la transgresión que supone tener la valentía de mirar el mundo.
La primera sección, On the media, planteaba un recorrido por algunas de las obras en las que el artista reflexiona sobre la contaminación visual e intelectual que nos imponen los medios de comunicación, que no son otra cosa que medios publicitarios. Una de las piezas presentadas, son unas páginas de periódicos en las que el artista cubre gran parte del texto y deja al descubierto algunas frases, todas ellas imperativas, impositivas: tapando para destapar, tapando para ver, tapando para descodificar el verdadero mensaje. También en esta sección, una selección de carteles metálicos de los que se usan en cada carretera bajo construcción, le sirve al artista para realizar una impactante composición que brillaba de manera magnífica en el contexto de la galería, donde adquierió ingravidez y sensación de estar flotando en el espacio.
Vivimos rodeados de billboards y de anuncios de todo tipo (hasta Dios nos habla en la carretera desde algunos de ellos), mensajes tan presentes e insistentes, que desaparecen de nuestra conciencia. Mediante fotografías manipuladas, el artista cubre los carteles con colores sólidos y, de nuevo, cubriendo, descubre al espectador la esencia del mundo que nos rodea y sus agresiones constantes.
El resultado estético de estas obras nos remiten al constructivismo, cuya base parte de la creencia de que la verdadera realidad no es visible, no es objetiva y para llegar a ella hay que utilizar formas geométricas y colores muy brillantes. Son obras cargadas de significado ideológico en las que se aprecia también la influencia de la arquitectura y la importancia que Chemi Rosado le da al arte como un elemento que permite la transformación social.
En la sección titulada El Cerro Leftovers, se recogían algunos residuos de un trabajo extraordinario que Chemi comenzó a desarrollar en el Cerro, en Naranjito, en el año 2002. Este proyecto colaborativo consistió en pintar de verde las casas, incorporando a la comunidad en el proceso y respetando la topografía en la que está ubicado el barrio. Restos de pintura, pedazos de paredes, residuos del proceso, se presentan en la galería en un nuevo contexto. Se trata de una especie de arqueología que con un solo fragmento de pared, cuenta en muchos registros y en muchos niveles la historia de una casa, los gustos de una familia, la pereza de pintar sobre pintado y la necesidad de ir dando capas de tiempo a la vida. Estos fragmentos adquieren ante nuestra mirada formas caprichosas y totalmente aleatorias, que nos colocan irremediablemente en un estado de lectura automática que conecta con nuestro subconsciente. El espectador entra en un juego de interpretación surrealista sumamente estimulante e hipnótico.
La tercera sección se titulaba 365 días en el bosque tropical. Chemi Rosado se adentra en el interior del bosque tropical donde deja una serie de lienzos en blanco por un periodo de tiempo. Después elimina lo adherido y deja la marca de lo que allí pasó: insectos, flores, la lluvia o el sol, han ido dibujando formas ajenas a la mirada de los humanos. El artista transgrede la línea del reino de Diana como un Acteón, que curioso e incauto, se atreve a traspasar la cueva prohibida para desvelarnos la belleza formada exclusivamente bajo las leyes del tiempo y el azar. Ante estas obras confirmamos anonadados que la belleza de la naturaleza depende, nada más, que del capricho de los dioses.