La trifulca de Estadidad, ¿Sí o No?
Sin embargo, imposible ha sido para la capital de EE.UU., Washington, DC. En 1993 la Cámara de Representantes rechazó la petición. Los Presidentes Bill Clinton (1993) y Barack Obama (2014) se pronunciaron a favor, sin carambola. En 2016 el Concejo Municipal recibió autoridad electoral para comenzar a legislar por la estadidad. Hasta el día de hoy el estatus sigue a ciegas. ¿Cómo es posible que los mismos norteamericanos rechacen que la capital de su propia nación se convierta en un estado? Daré la explicación legislativa más adelante.
Los legisladores estadistas en Puerto Rico utilizan su ideología sin asentir realidades históricas y ofrecen opiniones circunstanciales. En su mayoría el cristal está empañado de falacias. Si no proveyesen tantos embelecos posiblemente los puertorriqueños no tendrían novedad en elegir el estatus político más propio, sea cual transcurriese a luz de la realidad.
El problema del discurso de estadistas es anacrónico. De los tiempos del jíbaro que se creía lo que le contaban de los americanos. Hace tiempo quedó atrás aviones que tardaban siete horas de San Juan a NY. El avance de tecnología brinda al mundo oportunidades para buscar información rápida y certera. Así que el engaño es mucho más difícil de aceptar hoy. Aun así, los legisladores isleños utilizan los beneficios norteamericanos para mantener a la población en la ignorancia y en la dependencia. Aparte de la guapería.
Los beneficios de los estados no son color rosa. Todos los estados contribuyen al Tesoro Federal, y en cambio reciben fondos y privilegios. Empero, los estados de Nueva Jersey, California, y Nueva York dan más de lo que reciben. Por tales motivos son estados con el costo de vida más alto de la nación. La gasolina, los artículos de primera necesidad, las contribuciones de compra y venta, y las contribuciones de propiedad. O sea, PR hoy recibe fondos federales y privilegios, más de lo que dicen los estadistas. Pero como estado: qué ofrece al Tesoro Federal.
La presente crisis fiscal de Puerto Rico debe constituir orientación de política pública y concientización para establecer ajustes económicos y políticos, tanto para EE.UU. como para los isleños. Es indudable se acerca el tiempo en que habrá que decidir el estatus político. No obstante, debido al desbarajuste socio-económico, la politiquería actual y debates adentro del senado norteamericano, no es pertinente intentar resolver el estatus político en el presente. Hacerlo sería la degradación del movimiento independentista, y una emboscada para el PPD. No se debe confundir al pueblo puertorriqueño con fantasías de campaña.
Los puertorriqueños deben usar hechos históricos para tomar decisiones certeras. En el 1998, Pedro Roselló, sometió al pueblo a un plebiscito en contra de la voluntad del Congreso norteamericano. Volvió a repetirlo su hijo Ricky en 2016. Los resultados inoperantes fueron sin más el afán de una ideología y el oportunismo de la élite antipuertorriqueñista de empujar una estadidad a la trágala.
La explicación de EE.UU. para admitir un territorio como estado está en el Artículo IV, Sección 3, (Constitución de EEUU) el “Congreso tiene el poder de decidir qué es un estado o un territorio, pero los legisladores tienen que aprobar… combinar estados existentes o formar un estado nuevo…”. El proceso para convertir a Puerto Rico, o cualquier otro territorio, en un estado es bien complicado para la jurisdicción política y económica norteamericana. A consecuencia Washington, D.C. continuará igual por mucho tiempo.
La cultura puertorriqueña es un factor determinante. Cuando Hawaii, fue convertido en estado, en realidad no tenía una cultura tan sólida ni un idioma común como PR. El archipiélago del Pacífico tiene 18 islas y la mayor diversidad cultural en el mundo. Había japoneses, filipinos caucásicos y numerosos grupos nativos que hablaban cientos dialectos. En el caso de Alaska, ésta era habitada por nativos Tlingit, Haidas y Tsimshian. En el siglo XVII la colonizaron numerosos europeos. En el 1867 EE.UU. se la compra a Rusia por $7.2 millones. Cuando convirtieron a Alaska en estado tenía una población de 224,000 y la gran mayoría no participó del proceso ni siquiera la mayoría de los nativos entendían las consecuencias. O sea, el proceso se hizo con la fuerza electoral de norteamericanos.
En cambio, PR tiene población de 3.5 millones y más de 5 millones fuera. Y están más informados que hace 65 años. Cuando los estadistas intentan venderle lo que representa la estadidad lo hacen a base de beneficios irreales. Es un proceso fácil de tergiversar, pero no convincente. Mostrado por 5 referéndums. Ninguno representó una opinión global plena. Convertir a Puerto Rico en un estado es complicado. Existen unos factores controvertibles que lo imposibilitan: primero, los norteamericanos tendrían que lidiar con la idiosincrasia cultural, y segundo que Puerto Rico tendría siete legisladores en el Congreso. La administración de Trump encuentra polémico los rasgos culturales que han invadido a la nación en medio siglo. Insiste en cerrar la frontera con México con un muro. Aunque quiera justificarlo no es el narcotráfico. La discriminación racial en EE.UU. es monumental.
Lo jurídico es más complicado. ¿De dónde y cómo crear los 7 legisladores boricuas? El Congreso tendría que eliminárselos a otros estados. Quiere decir que un legislador norteamericano electo tendría que ceder su asiento y acordar a una “redistribución de distritos senatoriales en su estado”. ¿Qué legislador o estado lo haría? La situación se complica más porque la mayoría de puertorriqueños son demócratas. Tendría Puerto Rico más legisladores demócratas que republicanos. Los republicanos no estarían muy entusiasmados con este acontecimiento.
Actualmente, EE.UU. batalla con la situación de sus fronteras y en limitar entradas de inmigrantes. Aparte de PR representar un desequilibrio de jurisprudencia política, representaría un “anti-establecimiento” como estado hispanoamericano. El Presidente Trump es la carta de representación de esos intereses norteamericanos. La situación de mejicanos es suficiente para entender este planteamiento.
Ante esas circunstancias, el referéndum, ¿Estadidad: Sí o No?, anunciado por el Gobernador Roselló es una desesperación de la imposibilidad en mejorar condiciones deplorables de la población. Los puertorriqueños se han ido ajustando a las condiciones socio-económicas patéticas. Pero no es propio desperdiciar fondos del fisco en momentos en que hay municipios con carreteras estropeadas, puentes derrumbados, gente sin techo, y un plan de salud en quiebra. Ante estas circunstancias reales es natural que el PPD y el PIP descarten el plebiscito.
Sin embargo, dentro de condiciones saludables sería sensato, en su momento, convocar un referéndum avalado por el Congreso y el Presidente de USA. Y, para que el Congreso apruebe el voto de la estadidad, debe obtener más del 75% de todos los votos como se hizo en Hawaii, y como tanto lo halagan los estadistas.