La vida te da sorpresas
La explosión del edificio en Park Avenue, cerca de la amplia calle 116 –esa parte de Park Avenue donde no viven ricos porque es por ahí que sale el tren Metro North que va entre Grand Central Station y los suburbios cada día con pasajeros que nunca conocerán El Barrio– fue una tragedia inmensa que azotó a todo la comunidad latina en Nueva York que se identifica con ese vecindario que tiene tantas memorias ancestrales. Ocurrió no muy lejos de La Marqueta, donde se compraba la yuca, los gandures, y todas esas comidas que hace un tiempo solo se conseguían allí. Cuando hay una herida en El Barrio, todos lo sienten, porque es el centro de la nación imaginaria que en algún momento convertimos en nuestra plaza de identidad, el templo de la cultura híbrida nuyorican/cubana/dominicana que se fue tropicalizando por años desde los 50, inscrito con palmas y gallos y todos los olores y colores de nuestra herencia caribeña.
Algunos dijeron que el evento les recordaba las explosiones y la destrucción de los ataques del 9-11; pero no fue un ataque, fue un accidente catastrófico. Quizás fue un ataque de la negligencia, del Con Edison, o de la falla a nivel de todo el país en asegurar la infraestructura. Muchos que vivimos aquí tenemos apartamentos en edificios viejos como estos –no importa si son secciones de clase alta o baja. En las caras de todos los nuyorquinos había una expresión tipo “esto me pudo haber pasado a mí” y es una cosa incomprensible pensar en cuan inseguros vivimos rodeados de edificios, puentes y vías subterráneas aparentemente tan vulnerables como estas.
La conferencia de prensa, aunque estaba presente el nuevo alcalde, sirvió de plataforma para la nueva Speaker Melissa Mark-Viverito, que explicó todo el asusto e hizo anuncios en un español normal, algo que dio alivio a los que han sufrido los disparates del previo alcalde Bloomberg. Era un momento simbólico para darnos cuenta de que sí, hay una comunidad central de latinos en Nueva York, y que existimos en el gobierno, y que nos vamos a unir para dar fuerza a los que sobrevivieron.
Para las redes sociales y organizaciones comunitarias en el Barrio y Nueva York, fue una oportunidad para unirse a recaudar fondos para las víctimas, para rezar, para darnos cuenta de que todavía tenemos un tesoro, un repositorio simbólico de nuestra presencia aquí. No importaba que las explosiones debido a líneas de gas podrían pasar en cualquier sector de la ciudad. Se trataba de una oportunidad para reflejar en la salud del corazón del pueblo nuyorquino, amenazado por la gentrificación y fuerzas que nos están dividiendo. Era una oportunidad para empezar otra vez la discusión de cómo vamos a protegernos a nosotros mismos.
Pero no fue hasta que llegué a la isla unos días después que me enteré de que, aunque todas las caras de los que fallecieron se parecían a alguien que hubiera podido conocer, realmente conocí unos de ellos. “¿No te acuerdas?” dijo mi amiga, “era un gran amigo de Efra, ¿no lo conociste en la fiesta de cumpleaños que tuvo el año pasado?” Y entonces me acordé de Andreas Panagopoulos, que estaba en esa fiesta con su esposa, Liseth Perez, que trabaja como editora en El Diario-La Prensa. Era una presencia ponente, hablando de la música que le gustaba, y por supuesto, como se hace en casi todas las fiestas en Nueva York, me habló de su amplio apartamento en El Barrio y lo contento que estaba con él.
Después de un tiempo conversando intercambiamos números de teléfono, y le dije que lo iba a llamar, y por unos días pensé que debería llamarlo y visitar su apartamento y verlo y compararlo con el mío en el Bronx, y saludar su esposa, y así desarrollar otra amistad en la ciudad, pero, como pasa muchas veces, se me olvidó. Y los meses pasaron y ni me acordaba la fiesta, ni de Andreas, hasta que me encontré en esa sala en Santurce, hasta que alguien me lo recordó, y busqué en mi teléfono y allí estaba su número, sin usar. Después de todo, resultó que tuve que venir a San Juan para recordarme de alguien que conocí en Nueva York, para recordarme de una conexión que nunca hice, y para darme cuenta de cómo es que de veras estamos todos conectados.