Lo cogieron bajando
En esa pequeña joya que es De la mano dura a la cordura (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1999), Fernando Picó propone que debemos revaluar el ¡ay, bendito! boricua como algo más que una expresión folklórica. Esta manera tan nuestra de expresar compasión debe ser historizada en más detalles, propone Picó, ante la sospecha de «que tantas veces ha desarticulado los embelecos disciplinantes de los grandes» o ha servido como «ficha que los débiles movilizan en sincronía con la susceptibilidad del poderoso a las intercesiones colectivas» (p. 53). Del mismo modo que la fascinante historia del ¡ay, bendito! aguarda en algún tintero por una ingeniosa pluma, quiero proponer una historia paralela y un tanto afín: la de la justicia popular boricua o el proverbial «yo te cojo bajando».
No sé cuántas, no sé si todas, pero las últimas elecciones –las del martes pasado que más bien parecía domingo por las visitas que nos hicimos y por el lento fluir del tiempo que Ángel Cintrón casi detiene– son bouncy castle un capítulo de ese particular modo de ajusticiamiento popular que son las urnas. Hoy, que ya les pasó el tantrum a los perdedores y que al fin se convencieron que los famosos maletines que guardaban el voto de los presos y los encamados no los salvarían de su destino, la Comisión Estatal de Elecciones ha certificado la derrota de Fortuño a pesar de los 858,361 votantes que lo privilegiaron con su confianza. Se trata de un verdadero fracatán de gente que debe tener la sana costumbre de no enterarse de nada de lo que ha ocurrido en este país en los últimos años. Es, no obstante, un fracatancito si uno lo compara con el 1,025,965 que votó por Fortuño en el 2008. La teoría de muchos, que comparto, porque además tiene el mérito de ennoblecer a esos 167,604 electores que se apearon de la otrora llamada «guagua de Fortuño», es que estos últimos sí sintieron el escozor genuino del ¡ay, bendito! y lo trastocaron por aquello del yo te cojo bajando. Los de talante menos colérico mínimamente musitaron: de mi maíz ni un grano. Y así, por esa letanía de refranes, obtuvimos el esquivo y reñido resultado de un gobernador derrotado que amaneció hoy aparentemente restablecido del último capítulo de su vertiginosa carrera política y sin más planes futuros que volverse a casar con su esposa, la primera notaria del país con su maquinita de hipotecas de oro. Es todo un cuento de hadas kitsch sino fuera por el mal sabor que nos queda en la boca, la resaca de lo vivido y la anticipación de lo que nos queda por enfrentar.
Quizás para que nos olvidemos de sus tropelías o porque son tan malos perdedores que en algo tienen que ganar, les ha dado con celebrar una mal llamada victoria histórica de la estadidad que le añade exactamente 13,883 votos a los resultados que logró esta fórmula en el plebiscito del 1993, hasta ayer el mejor de sus resultados en los últimos veinte años. Si examinamos los porcientos obtenidos en las dos últimas consultas sobre el status, las del 1998 y 1993, nos percataremos que la estadidad obtiene casi exactamente el mismo resultado en los tres comicios: 46.3 (1993), 46.5 (1998) y 46.3 (2012).1 El 61% que ha producido tanto algarabía es el resultado de dividir los 802,179 favorecedores de la estadidad entre el universo de electores (1,311,727) que escogieron entre el ELA soberano, la independencia o la anexión, dejando convenientemente fuera los 468,478 votantes que participaron de la primera pregunta –permanecer o no bajo la actual cláusula territorial– pero dejaron en blanco esta segunda papeleta plebiscitaria. Si se toma en cuenta, como habría que hacerlo en cualquier mesa de negociación política, los electores que dejaron la segunda papeleta en blanco, la estadidad arroja los mismos resultados que ha obtenido desde finales del siglo pasado.
¿Victoria? ¿Cuál victoria? La pregunta es obviamente retórica porque no puedo más que imaginar cuánto le tomaría a Angel Cintrón elaborar una respuesta digna del mejor de los merolicos. Como poco nos va a dar tiempo para romper el cerco electoral y seguir abriendo paso a lo que sí fue novel en las pasadas elecciones.
- Datos tomados de Manuel Álvarez Rivera, www.electionspuertorico.org. 7 nov. 2012 [↩]