Los cuadernos del encierro: poesía, apuntes y desencuentos
¿Qué pasaría si un día cuando despertáramos
nos diéramos cuenta de que somos mayoría?
–Mario Benedetti
No sé cómo viviste el encierro, la cuarentena o cómo se llamara allí en tu lugar. En Puerto Rico fue muy estricta, a partir del 16 de marzo de este año 2020. Una muy limitada lista de excepciones de circulación y actividad comercial, lo relacionado con servicios esenciales, seguridad y poco más. De un día para otro una población de más de tres millones encerrada en sus casas, niños, jóvenes, mayores y viejos. Todas y todos a cuidarnos, extrañarnos, pelearnos. Los que tenemos casas cómodas con lo necesario, mucho mejor. Mientras miles aún tienen sus casas maltrechas por los huracanes y terremotos, además de los que sencillamente no la tienen. Por suerte, en la mayoría de los casos la familia, los vecinos, las comunidades florecieron como espacios de contención, solidaridad y afectos compartidos.
La dureza del encierro, marcado por el toque de queda cada noche desde el atardecer hasta al amanecer, y la prohibición de salir de nuestras residencias sin algún justificante contenido en las muchas –a veces contradictorias y probablemente ilegales órdenes ejecutivas– estuvo marcada por dos características principales. Por un lado, la incapacidad para desde las estructuras del gobierno atender las necesidades de una población recluida y empobrecida, y por otro, la insensibilidad e intentos de corrupción por parte de personas enquistadas en las agencias gubernamentales. Recordemos que el gobierno que nos tocó en Puerto Rico durante la pandemia es el mismo que fue electo en 2016 bajo la gobernación del nefasto Ricky Rosselló, quien fue obligado a renunciar por protestas masivas en el verano del 2019.
Mientras tanto, nos llegaban noticias devastadoras desde Barcelona, Nueva York, Madrid, Guayaquil y Buenos Aires, entre tantos otros lugares. A pesar de todo, el ser humano es increíblemente fuerte, resiliente y solidario. Acá en la Isla las organizaciones de base comunitaria y las propias comunidades vivimos una explosión de solidaridad, las cocinas populares multiplicaron su capacidad, la gente se ocupó de los envejecientes e incapacitados, los padres y sus niñas y niños compartieron nuevos espacios. La cultura explosionó en un uso creativo de las redes, con conciertos, teatro, literatura, baile, cine y videos. Nuestros agricultores locales, especialmente los agroecológicos, estuvieron a la altura del reto y aumentaron la producción e inventaron nuevas maneras de hacer llegar sus productos a los consumidores. El debate político genuino, el que cuestiona y genera espacios para el cambio solidario, alcanzó nuevos niveles de discusión.
Muchos de los que pasamos en la soledad de nuestras casas descubrimos espacios, pliegues, intimidades, temores y pasiones, en ocasiones hasta ahora solo intuidos. El encierro introdujo fisuras o extrañas conjugaciones en la mente, el cuerpo y el ser. Tiempo y espacio distorsionado por la certeza de que a partir de la puerta estabas en íntima confrontación contigo misma mismo. Pude salir a ejercitarme y pasear por el bosque jardín donde vivo. Conocí a la abuela ceiba, bajo sus ramas hice Tai Chi, meditamos juntos, y me llevó a la historia que comparto en el libro sobre Uraní y Jatuey. Desde algún espacio tiempo medieval me llegó una historia de amor prohibido y sacrificio gozoso ante la pasión.
Este cuaderno reúne vivencias durante los tres meses del encierro, en forma de poesía y cuentos, y algunos apuntes y reflexiones hechas en las múltiples plataformas y redes a través de las cuales la comunicación explosionó. Además, incluyo algunas de mis fotografías.
La poesía acechaba sorpresiva, seducía emociones durante la intensidad de los recuerdos, o simplemente fue compañera amante de tantas presencias y deseos. Quise, quise mucho esas semanas, extrañé y sobre todo rescaté esperanzas, navegante tracé coordinadas sobre la rosa de los vientos del alma. Temprano llegó la metáfora de la crisálida, camino del misterio de la fuerza de las alas de la mariposa.
Salpicando los poemas encontrarán los Apuntes: reflexiones, comentarios, fotos, referencias a noticias y textos que publiqué en los medios electrónicos. Estos apuntes forman parte de la abundante comunicación que durante las semanas de la cuarentena compartí a través de todas las plataformas en línea y telefónicas, los hilos comunicativos, políticos y afectivos de la pretendida nueva normalidad. Los apuntes los he insertados en los poemarios en forma cronológica, especie de bitácora, e ilustran la vivencia del mundo exterior, otorgan un matiz distorsionado de la realidad, como aquellos espejos de feria que deformaban el reflejo de nuestros cuerpos.
Cierran los Cuadernos del encierro tres cuentos, que llamo desencuentos, y pido indulgencia por lo obvio del juego de palabras, pero en todos ellos las pulsiones no llevan a finales obvios. Sin embargo, reivindican las intensidades de una humanidad intensa y genuina. En ellos la naturaleza va más allá del paisaje, para infiltrarse entre los personajes. En los tres relatos sorprenden el misterio de los espacios y los tiempos.
La hermosa foto de portada de Deevah Meléndez Morales me provoca muchas reflexiones, entre la amplitud colorida del azulado espacio, el reflejo del cielo transparentado en el fondo del mar, mientras las personas en el horizonte estrenan la libertad de volver a caminar al aire libre. Fue tomada el primer día en que se autorizó el retorno a las playas de nuestra Isla. Además, a través del libro he incluido varias fotografías propias, con la pretensión de añadir significantes.
Tantas intensidades, tantas actividades. Sin salir de estas paredes los zoom, chats, life abrieron el espacio y oportunidades a las ganas de cambiar el mundo. La política se radicalizó, el optimismo nos soñó cambios a mundos mejores. La naturaleza aprovechó esplendorosa nuestra ausencia para retomar espacios y depurarse. Publicamos, polemizamos, organizamos, gestionamos, hablamos en la radio sin estar allí, compartimos charlas, seminarios, grabaciones: el enigma de la expansión retando los conceptos hasta entonces dados por inmutables. Por supuesto, en una burlona simetría, la indignación, frustración, represión, ineficiencia y falta de respeto desde las autoridades, locales y en otros países, sacudieron impunemente cualquier fantasía de cambios permanentes hacia democracias sustentables. Por lo menos por ahora.
Me temo que si no nos cuidamos, la transferencia comunicativa a los medios electrónicos será un paso más, importante y peligroso, en los intentos por robarnos nuestra ciudadanía y pertenencia social, camino de convertirnos en consumidores sumisos que ya no van a los comercios, restaurantes, actos culturales ni viajan, pues, cual nuevos espejitos y cuentas de colores, pretenden hacernos creer que todo se puede hacer sin salir de la casa. Comparto las páginas del libro tanto como testimonio como provocación.
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*Nelson Álvarez Febles (2020). “Los cuadernos del encierro: poesía, apuntes y desencuentos.” Publicaciones Gaviota, San Juan. Disponible en librerías y libros787.com. Para contactar al autor: [email protected]