Los medios y el mensaje
Pruebas circunstanciales parecen ser más poderosas que las especulaciones cuando se trata de lo que se puede interpretar como una nueva Guerra Fría ideológica en Américan Latina, que se intensificó esta semana con una canción grabada por el salsero Willie Colón contra el candidato para la presidencia venezolana Nicolás Maduro. Un lado critica al otro como agresor imperialista que amenaza economías independientes, el otro acusa el lado opuesto con críticas de violaciones a derechos humanos y persecución de periodistas. El fallecimiento reciente de Hugo Chávez y el impacto que podría sentirse en Cuba han amplificado el volumen de las retóricas encontradas.
¿Es uno automáticamente de la CIA porque lo dice el gobierno cubano o porque lo implica Wikileaks? Es posible que Sánchez sea tan solo una escritora –oye, que se deja leer– o una mera filóloga, que es lo que estudió, que quiere compartir su mensaje de que las cosas no le van muy bien a la mayoría de los cubanos. Y que para regar ese mensaje, ha aprovechado las oportunidades que están a su disposición, por ejemplo, la ayuda de organizaciones que quizás tienen conexiones con la CIA. O podemos decir que no tiene nada que ver con la CIA si uno acepta premios como el Maria Moors Cabot Prize de periodismo, que era el sponsor para su charla en Nueva York.
Se puede decir que es pura casualidad que uno de los ganadores del Maria Moors Cabot Prize fue Juan Forero, también acusado de ser de la CIA porque fue el periodista que anunció como exitoso el coup d’état contra Hugo Chávez en 2002, organizado en parte por agencias norteamericanas. Y que no nos parece extraño que fue Forero quien publicó el artículo más extenso de los periódicos principales sobre la visita de Yoani Sánchez. Su mensaje no tiene conflicto con el mensaje básico de la prensa establecida, la cual no despertó a la farsa de la guerra en Irak hasta como tres o cuatro años después de su comienzo.
Además de su mensaje, lo que queda claro es que Sánchez tiene una presencia visual bastante compatible con la televisión que se produce en el mundo llamado democrático. Se nota cómo la aparencia y manera de hablar lucen perfectas para la demografía de una cadena norteamericana en español. En esta entrevista, explica que la idea de la generación Y sale del hecho de que tienen amigos de 35-40 años cuyos nombres empiezan con “y.” Y que tuvo que esperar tres días para comprar un boleto para llevar su hijo a la playa en guagua. Las listas de espera en Cuba son famosas y hablar sobre el tema es una tarea periodística encomiable. La dificultad de acceso al internet o a computadoras es lamentable para un pueblo revolucionario.
Es verdad que ha denunciado el bloqueo de comercio con Cuba y la tortura en la base estadounidense en Guantánamo. Pero en lo que escribe y dice Sánchez, aunque se ven muchas críticas de la dictadura en su isla, no se ven críticas de la injusticias mejores ocultadas por el sistema de acá. Cuando habló en Miami, Sánchez comentó que el área para ella se sentía como una versión de Cuba, culturalmente, pero libre. También habló de cómo hay fuerzas que están dividiendo los cubanos en los dos lados del charco, implicando al gobierno cubano. Pero las divisiones existen hasta en el mismo pueblo de Miami, y entre los que vivimos acá en el continente y nuestras patrias de origen. Hay muchos que viven en libertad que se sienten divididos por una fuerza también, y no es el gobierno cubano. La realidad es que hay pocos que hablan por nosotros, celebrando con premios periodísticos y giras a países extranjeros.
En realidad me encantaría si la liberación de la generación de Yoani coincidiera con la de nosotros. Me parece una persona inteligente e interesada en la justicia social. Pero viendo la manera en que el mensaje puede ser dominado por los medios que lo transmiten, todavía quisiera tener acceso a una cantidad de voces para conocer más de la realidad cubana. Por ejemplo, más testimonios de la comunidad afrocubana.
Pero parece que esta voz no puede llegar sin la interrupción de la prensa libre de la que gozamos los que vivimos en los países democráticos. Se reveló esta semana que al intelectual cubano Roberto Zurbano lo botaron de su puesto como director del Fondo Editorial Casa de las Américas porque en el New York Times le cambiaron el titular a un artículo que escribió para ellos. La nota, publicada en la sección de opiniones, fue titulada “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasn’t Begun” y supuestamente estaba titulada originalmente por Zurbano como “El País Que Viene: ¿Y Mi Cuba Negra?”
Este comentario del profesor Alan West-Durán explica cómo el cambio del titular transforma el tema de la nota de una que esperaba que la revolución hiciera esfuerzos para seguir mejorando la situación de los afrocubanos, como apuntaba en un documental de Henry Louis Gates (“Blacks in Latin America: Cuba, the Next Revolution«). Pero el tono del artículo apunta a que no se ha hecho nada, y le echa la mayor parte de la culpa al gobierno cubano. “The Times was always trying to explain everything through Raúl (or Fidel),” escribe West-Durán, “a fairly common feature of Western reporting. Zurbano’s piece is trying to move beyond those clichés and several insertions made by the New York Times were taken out at his request.”
Pero, ¿qué nos parece peor, que el gobierno cubano no pueda tolerar críticas o que el New York Times distorsione las palabras del escritor? Este debate nunca se acaba. Zurbano dice que va a publicar la versión original en español en un sitio todavía no anunciado el 25 de abril.