Mad Max: Fury Road
La belleza de las tomas de lugares en Namibia y Australia (Sidney occidental) es tan espectacular como la acción, las actuaciones y los efectos especiales de este nuevo y magnífico capítulo de Mad Max. Tanto así que el cinematógrafo John Seale [“The English Patient” (1996); “The Talented Mr. Ripley” (1999)] y el director George Miller, creador de la serie, los tejen en la trama y los convierten en personajes. Es una idea genial porque la desolación y la sequía del desierto son parte del mundo posapocalíptico creado por los guionistas (Miller ayudado por Brendan McCarthy y Nico Lathouirs). En ese mundo destruido y agonizante un falso profeta llamado el rey Inmortan Joe vive en la Ciudadela, el único lugar donde se ve alguna vegetación (que no está al alcance de la gente), controla un ejército de semizombies, y el agua.
Hemos estado, con toda razón, concentrados en las semillas de Monsanto (más sobre semillas más adelante) pero no creo que le estemos dando la atención que merece la intención fascista-neoliberal de muchos de controlar el agua del planeta para embotellarla y vendérnosla para hacer ganancias. Inmortan Joe parece ser una copia del ex CEO de Nestlé y ahora su presidente, quien cree que las corporaciones deben de controlar toda el agua del planeta y si se quiere agua hay que pagarla. De vez en cuando Inmortan Joe, quien fue coronel del ejército, abre las compuertas y le da un poco del preciado líquido a una plebe que vive a su merced, tal y como haría el jefe de Nestlé si lo dejaran.
El nombre del dictador es genial: es “inmortal” (me imagino que a nadie se le pasa la referencia), puede causar la muerte (“mort”) y al mismo tiempo es un tipo cualquiera (un “Joe”) como lo son muchos falsos profetas y religiosos que se ceban de los incautos para obtener riquezas y control y poder explotar a sus “feligreses”. En la película no solo ese es el caso, sino que Joe tiene esposas escogidas entre las más bellas para que produzcan una prole especial. Además, Inmortan Joe le ha prometido a sus acólitos que vivirán en Valhala una vez mueran y se sacrifiquen por él y su causa (cualquier semejanza que pueda haber con musulmanes extremistas y yihadistas me parce intencional). Por eso su ejército, compuesto de “War Boys” lo siguen tan ciegamente que sienten que es un presagio divino que Inmortan Joe los mire a los ojos. Inmortan Joe usa una máscara que semeja una calavera. Está conectada a un fuelle que lleva en la nuca que le suple el aire para respirar, y ha convencido a sus seguidores que ha regresado de entre los muertos. Su rostro es casi idéntico a las calaveras que están en las rejillas del camión de Imperator Furiosa (Charlize Theron) quien tiene la encomienda de ir a buscar gasolina para abastecer la Ciudadela y los vehículos del ejército de Inmortan Joe.
Max (Tom Hardy) ha sido capturado por las huestes del dictador y llevado a Ciudadela para que le sirva de donante de sangre a uno de los niños de la guerra llamado Nux (Nicholas Hoult) y se convierte en su “bolsa de sangre”. Es crítico para la trama que Max es donante universal (su sangre es compatible con cualquiera). Ese detalle exige que esté presente en la persecución de Imperator Furiosa ya que Nux necesita sangre y es Max quien la provee. No tarda mucho en que nos percatemos de que Furiosa no tiene intención de ir a Ciudad Gasolina a buscar combustible sino que quiere escapar. El resto hay que ir a verlo.
Puedo adelantarles que el filme no decae en ningún momento y que los efectos especiales son, como ya he dicho más creíbles que en cualquier película de súper héroes. Las maromas de los dobles son verdaderamente desquiciantes y hay una nueva modalidad de abordaje de un camión de gasolina que viaje a velocidades excesivas que combina maniobras que podrían verse en Cirque Du Soleil con tácticas medievales coreografiadas por Bob Fosse.
Las actitudes en el filme han evolucionado desde su tercer capítulo Mad Max 3: Beyond Thunderdome hace treinta años. En aquella, la gran Tina Turner como Aunty Entity era una amazona fuerte pero capaz de justicia. Su fuerza ayudó a Max a salvar a unos niños que comenzaron una nueva sociedad cerca de la costa de Sidney. En esta las mujeres tienen papeles protagónicos que incluyen salvar a Max y combatir a Inmortan Joe, sus secuaces y sus aliados malditos. Una de ellas (Melissa Jaffer, cuyo rostro hermoso parece un jardín de esperanzas) guarda y defiende las semillas de las flores y las frutas que una vez florecieron en la tierra, y lo hace con la ferocidad y el cariño con que una madre defendería sus hijos. Otras, montadas en sus motocicletas, batallan de tú a tú con los perseguidores de Furiosa y Max y son indispensables para que se haga justicia.
Sin Furiosa a Max no le iría muy bien y aunque surgen períodos de desconfianza entre ellos, finalmente se acoplan y entre ambos logran triunfar. Son por un rato como debería ser un buen matrimonio, cada uno pone de su parte lo mejor que puede. Charlize Theron con recorte raspacoco, la cara embadurnada de grasa de camión, con la parte terminal del brazo izquierdo amputado, en el que a veces lleva una prótesis metálica, es una maravilla. Su belleza es indetenible y su estatura y determinación hacen creíble las escenas en las que tiene que luchar cuerpo a cuerpo con Max. En medio de todo el portento de la acción, las explosiones, y los vehículos inverosímiles, su actuación como una mujer que ha decidido romper su dependencia de un mentiroso y cruel amo es notable.
Asimismo, Tom Hardy crea un nuevo Max. Me imagino que nadie desconoce que el originador del papel fue Mel Gibson, antes de que se descarrilara a una etapa de alcoholismo y de expresiones antisemíticas. El papel lo hizo famoso. Sospecho que Tom Hardy, que es más famoso ya de lo que Gibson era cuando inició la franquicia, se hará muy famoso. Como el original Max, el de Hardy es lacónico y está asediado por los recuerdos de su hija que fue asesinada por las gangas de maleantes en motoras que merodeaban por las vías de Australia desafiando a la policía (Max fue policía) y vengándose de los que interferían con sus fechorías. Aquel Max era “Mad” porque tenía coraje y buscaba venganza. Este Max parece menos vengativo pero ahora tiene algo de la locura que proviene de recuerdos angustiosos. Hardy, quien es consistente en la intensidad de sus actuaciones y que posee la capacidad para ser feroz y tierno sin ser sentimental, ha logrado crear un personaje que queremos volver a ver, tal y como lo hizo Gibson. Sin embargo, el atractivo de Gibson es que su carisma trascendía la crueldad que podía exhibir su personaje mientras que Hardy depende de su introspección para hacernos pensar en las motivaciones de su Max.
Este filme es posiblemente el mejor de la serie desde muchos puntos de vista. No le estoy rindiendo culto al hecho que lo visual y la capacidad para demostrarlo ha evolucionado muchísimo en treinta años. Lo que hay que admirar es cómo Miller y su genial editora Margaret Sixel han usado esos adelantos para convencernos de que la fantasía que vemos es posible porque no le vemos las costuras.
No sé quién es Junkie XL ni podría distinguir su música si la oyera, pero esta banda sonora es perfecta para lo que está sucediendo. La imagen de una especie de marioneta roquera frente a uno de los vehículos que persiguen a Furiosa y cuya guitarra es un lanza llamas, hace pensar en una combinación de horror y punk rock que en parte tuvo su origen en Australia.
Este nuevo filme de Mad Max, con sus referencias modernas a las semillas naturales (que regresan a Ciudadela en el bolso de su protectora presumiblemente para germinar de nuevo), al control del agua, a los falsos profetas y su deseo de combinar la religión con el estado, y a los seguidores ciegos de líderes mediocres que son fascistas disfrazados, es mucho más que una película de acción. Además, la evidencia en sus personajes principales la capacidad de la mujer (Furiosa) y la necesidad de la individualidad (Max Y Furiosa). Mad Max: Fury Road es la gran película del verano. No permitan que la acción y la guerra los aleje. No dejen de verla.