Maze Runner: The Scorch Trials
¿Qué podemos hacer con la nueva adolescencia hollywoodiana? Descubierto el hecho que los preadolescentes, los adolescentes y los que han pasado esas edades pero se han quedado en esa etapa y nunca han leído un libro, son los que manejan dinero y van a cines ruidosos, los productores llevan a la pantalla historias que atraigan ese público. Varios títulos saltan a la mente: “The Hunger Games”, “Percy Jackson”, y esta serie que lleva dos capítulos y tiene varios otros esperando.
Hubo una vez que las comedias para adolescentes podían ser deliciosas (‘Juno”, “Clueless”) o eran dramas de exploraciones sicosociales que exhibían alguna profundidad (“Blackboard Jungle”, “Rumble Fish”) y que entretenían a toda la familia y tenían una moraleja. Aunque todavía hay un intento en las nuevas series de incluir a los adultos en el entretenimiento, se ha colado a su centro un repudio de cualquiera que pueda tener más de treinta años. Parce que hemos vuelto a los años sesenta y al grito de guerra de la Nueva Izquierda que acuñó esa frase. Pero es más que eso. Con contadas excepciones todo el que tiene más de treinta años es malvado y, en esta película, parte de un especie de gobierno (nunca está claro) que tiene un división llamada “World In Catastrophe: Killzone Experiment Department (WICKED)”, que está en busca de una cura para un virus que produce mutantes.
Los mutantes semejan zombis antropófagos que han surgido como resultado de una situación apocalíptica. No sabemos qué fue lo que sucedió, pero en la película anterior se habló del “Flare”, que suena a la luz que genera una explosión atómica, y a juzgar por las ciudades destruidas y los desiertos creados, es posible que sea esa la razón para la hecatombe. Sin embargo, nadie en la cinta parece estar preocupado por evidencia de radiación. Más bien el propósito central y único de WICKED es buscar antídoto y cura para el virus que produce monstruos. Eso sucederá en el lugar del título llamado “Scorch”. Un lugar aislado y rodeado de devastación que presumimos es el resultado del “Flare” ya mencionado.
Los métodos de WICKED son los que uno espera en una distopía: dictatoriales, totalitarios y antidemocráticos. Aún la doctora que está a cargo de encontrar la solución lidera un complot para drenar la sangre de los sobrevivientes del “Flare” que no se han convertido en zombis. De ellos espera aislar el antídoto para “el bien de todos”. Vestida siempre de blanco, trasmitiendo una imagen de pureza y tan rubia que parece una rata experimental, Ava Paige (Patricia Clarkson), es la jefa de WICKED y sabe que Thomas (Dylan O’Brien), quien fue el último chico en entrar al “Glade” (un área verde que está al borde del laberinto), tiene inmunidad absoluta y puede ser el sujeto máximo para sus experimentos.
La película tiene sus momentos excitantes en los que el grupo de jóvenes, muchos de los cuales conocimos en el capítulo anterior, se escapa de sus carceleros. Pero hay muchos escapes, y la cinta se prolonga más de lo necesario sin que vayamos comprendiendo por qué una sociedad avanzada, a pesar de la situación apocalíptica, no puede aislar el virus de alguien enfermo y crear la vacuna. En vez de misterio el filme promueve un secreto que el espectador, por supuesto, desconoce.
Hay un nuevo personaje que vale la pena: Janson. El estupendo Aidan Gillen, que parece ser un cruce entre Garry Oldman, cuando era joven, y el súper maldito y brillante Zachary Scott de la época de oro del cine, le añade un elemento adulto a las escenas donde muestra su saña con la mezcla de sarcasmo, ironía y suavidad que solo adquiere un actor inglés cuando tiene que estudiar a Shakespeare.
Lo sensacional de la cinta, como es el caso en la mayoría de películas de acción de hoy día, son los efectos especiales y la versatilidad de la digitalización para hacernos creer todo lo que vemos.
No está mal para llevar a los hijos y a los nietos. El mío criticó la adaptación fílmica del libro. Tendré que tomar su palabra. No creo que lo leeré. Eso sí, eventualmente quiero saber qué les pasa a los muchachos y a la doctora.